miércoles, septiembre 17, 2014

Acústico de Ivan Noble en la 100

La imaginación para los números

    1. Map of estadio diego armando maradona
  1. Estadio Diego Armando Maradona
    Estadio en Buenos Aires, Argentina
  2. El Estadio Diego Armando Maradona es el estadio de la Asociación Atlética Argentinos Juniors. Está emplazado en la ciudad de Buenos Aires, específicamente en la manzana comprendida entre las calles ...Wikipedia
  3. DirecciónGavilán 2151, Buenos Aires
  4. Capacidad24.380
  5. Inauguración26 de diciembre de 2003
  6. Teléfono011 4551-6887

La película del Comando Sabino Navarro



Mi amigo Chelo Lima es un tipo de abajo, que sigue viviendo donde siempre. Y pensando igual. En algún momento estuvo cerca del kirchnerismo (en realidad, la Familia Real en algún momento se recostó sobre la izquierda nacional e hizo algunas consesiones al campo popular: hoy, ya sabemos, es este mamarracho de millonarios chantas que TODO lo que hacen es solo para esquivar la cárcel). La película es muy buena. Fue rodada en el medio del juicio al que fueron sometidos en Concepción del Urugya, Entre Ríos. Donde finalmente fueron absueltos de los terribles cargos que fueron acusados por los empobrecedores seriales de Entre Ríos. Que en ese momento eran todos neoliberales, de derecha y orgullosísimos de serlo, como Urribarri, que hoy es socialista latinoamericano (jajajaj) y reivindica a la generación del 70, aunque él haya sido funcionario de la dictadura. Es muy graciosa la película, rodada en pleno kirchnerismo donde se ven las bellezas de las villas que hoy entusiasman a los chantas de Puerto Madero.
José Iparraguirre, un gran amigo, fue el abogado defensor y logró hacerlos zafar de "Atentar contra la democracia".
A veces converso con el compañero Chelo en Facebook. Nos solemos reír juntos de estos Montoneros de papel glacé (metalizado) que se emocionan con las torres gigantes y otras pavadas de ocasión, cada vez que fabulan sus delirantes proyectos en nombre de luchadores sociales que no tienen el gusto de conocer

El entonces diario oficialista Página 12 (beliebers de De La Rúa...) dijo que la crisis social estaba magnificada por los medios. Corría el año 2001

Berni + Kicillof


Luis Gasulla con Silvia Mercado

Que se presente Máximo Kirchner, tiene la misma edad que Massa

martes, septiembre 16, 2014

Relatos Salvajes. El negocio de la impunidad‏


El último film de Damián Szifrón, conmociona. Relatos salvajes no es la mejor película argentina de todos los tiempos pero, posiblemente, sea la mejor filmada de los últimos tiempos. El creador de “Los simuladores” es un experto detrás de la cámara: utiliza como nadie el montaje, explota las posibilidades de los paisajes aéreos y homenajea la mejor tradición del cine mundial: de Alfred Hitchcok a Quentin Tarantino. Dudo que las criaturas que aparecen en los seis relatos de Szifrón sean salvajes pero sí intolerantes. Por eso esta película puede ser leída como una crítica despiadada al poder kirchnerista. O no. El exitoso director se ríe del tradicional moralismo que forma parte de gran parte del cine “progre” argentino: de Tango Feroz a Iluminados por el fuego pasando por Evita y Luna de Avellaneda (el único paso en falso del genial Juan José Campanella). 
Esto no significa que Szifrón no tenga una visión del mundo pero la deja de lado para contar seis polémicas historias en las que, siempre para mal, sus protagonistas se paran frente a una situación extrema. Aquí no hay buenos. Ni los pobres ni tampoco los ricos. El director muestra que la barbarie triunfó sobre la civilización, se divierte con la venganza y evita polemizar con la justicia por mano propia. Algunos críticos han destruido esta obra pues, según ellos, el autor justifica la “mano dura”, la ley del más fuerte e incluso la violencia. Pero el director no juzga. Elige qué contar y qué callar. Aquí no hay héroes. La esperanza sólo aparece en el final del último relato: “Hasta que la muerte nos separe” –con la soberbia actuación de Erica Rivas.

Las críticas a la burocracia estatal, las injusticias al sistema capitalista del que el director y todos nosotros formamos parte, el humor de “Bombita”, el miedo de la sociedad a “hacer algo por su cuenta” –incluso asesinar a un hijo de puta (¿quién tiene la autoridad moral para clasificar a una persona de esa manera?)- o hasta dónde un padre cubriría los errores de un hijo. Las incógnitas morales que deja la película son diversas. Los críticos -tanto los que han elevado al film a la categoría de “clásico” como los que denostaron el film- no dejarán de sentirse identificados con alguno de los personajes y sus miserias. 
Nadie es un santo: ni las víctimas ni sus victimarios (excepto la madre embarazada que muere en “La propuesta”). Por esa razón es tan compleja la vida humana y la película de Szifrón deja tantos disparadores. La delgada línea entre la vida y la muerte, entre la cordura y la locura, son atravesadas por los personajes de Relatos Salvajes sin censura previa. 
La violencia es explícita desde el avión estrellándose, adrede, contra la casa de una pareja de ancianos hasta la mujer despechada teniendo sexo, el día de su casamiento, delante de su flamante esposo. Desde el “negro resentido” que caga –literalmente- sobre el parabrisas de Sbaraglia a su víctima que regresa sobre sus pasos para matar al conductor del oxidado Peugeot 504.

Algunos lectores me han señalado que, al promediar la lectura de mi último libro “El negocio de la impunidad, la herencia K” sintieron demasiada bronca. Asco. Otros prefirieren no saber. Hojean sus páginas sin comprometerse con las historias allí contadas. Algunos han interpretado ciertos capítulos del libro como una reivindicación de sus propios preconceptos sobre el país, el kirchnerismo y la historia argentina. Allá ellos. Otros han mostrado su disgusto por la cantidad de hechos de corrupción, injusticias y desdichas investigadas. Como en Relatos salvajes, sólo en el final de ambas historias, surge una luz de esperanza a través de la concordia y el diálogo. El lector como el espectador suele matar al mensajero, echarle la culpa de todos sus males. Szifrón no inventó la violencia ni la venganza. Sólo la mostró y decidió contarla de una manera determinada y personal. 
El negocio de la impunidad, ni las múltiples estafas que las víctimas de mi libro han sufrido tampoco fueron una creación de mi imaginación. Existen. Aunque algunos prefieran mirar para otro lado, festejar vaya a saber qué y reproducir la versión maniquea y simplista de la historia y de la vida.



Gabriel Solano sobre La Cámpora y Máximo Kirchner