lunes, junio 25, 2012

Los 100 años de los 7 locos

En Concordia, donde Abelardo Castillo lleva al protagonista de El que tiene sed, alcohólico, a la perdición, quedé, una noche que duró más de 40 horas, perdido. Hace poco. Fui a dar una charla, que auspiciaba -no que me pagaba, no cobré nada- el gobierno de Entre Ríos, bajo iniciativa de unos periodistas de allá. El gobierno retiró el auspicio, porque el Ministro de Culto, por presiones de la iglesia romana, se había sentido ofendido por que yo escribí que era una barbaridad que una chica violada de 11 años no pudiera hacerse un aborto. Y la catarata de pelotudeces que dijeron los funcionarios menos lúcidos de Urribarri. Después, hubo para de colectiveros y quedé, en Concordia, varado. Me acordaba de esa novela de Abelardo Castillo, probablemente no su mejor novela, pero sí con su estilo particular ya definido y pulido por esa cosa positiva que trae, como paliativo, la vejez.
A la segunda o tercera noche salí a cenar con un viejo adversario político. Al que, desde la izquierda, castigaba desde la dirección de un semanario cultural. Tiempos de la Alianza. Las vueltas del PI por el Frepaso, que yo miré desde la banquina, lo llevaron a Roque Mario Tito a apoyar, ya sin participación activa, al kirchnerismo. Y a leer, supongo que conectado a eso, mi blog diariamente. Como si fuera, dijo, "las aguafuertes porteñas, la escritura de Arlt". Como Luciana, su hija, iba a las peñas que yo hacía en la República de Palermo, cruzando a los freaks del kirchnerismo -yo, líder de este sindicato oculto, o socio honorario por lo menos- con escritores, blogueros, pendejos de la nueva camada, periodistas de "la corpo"; malditos que supieron recorrer todo el espinel. Así, ahora, en las líneas subterráneas de la cultura, son las cosas. El tiempo, que suele borrar las cookies del oportunismo, dirá la última palabra. Probablemente yo viva cuando los 7 que no son 7 pero sí son locos, en la novela de Arlt, cumplan 100 años. Será en 2029. Y hay una película, centrada en esta y otras novelas arltianas, que atraviesa el drama de la cultura, de los setenta. Ahí, en esa película, se centran los traumas y personajes del trauma: los setenta. A mí, qué querés que le haga, me aburren las cosas sobreinterpretadas.
Como Remo Erdosain, decidir contar, la parte, por ejemplo, donde es cierto que un hombre puede estar tan triste -el lo dice como condición de época y de especie, la humana en el declive del universalismo iluminista y el apogeo de la universalidad de la clase obrera- que tiene necesidad de ser humillado por alguien. Hablar, por ejemplo, de las noches de locutorio. De las orgías sexuales, eventos, si los hay, de una tristeza enorme. De una resignación infinita. Dos chicas tiradas en un somiere deshilachado, un hombre, insaciable, que chatea en facebook, para conquistar la próxima. Escenas de alto cinismo. La necesidad de cargar con una bala para arrojarla al corazón, dicho en un abstracto plural, de la desdicha. El abuso de las metáforas. El abuso a secas. Las noches que he pasado mirando el televisor. El mismo televisor viejo que lleva años roto. Que no enciende. Que murió de olvido. Cuánto duele el olvido.
Rodolfo Walsh antes que Truman Capote.
Roberto Arlt antes que Albert Camus.
El antismo es así de idiota. Autocomplaciente. Tal antes que cual. Con una especie de densidad nacional, patriotera, de la que sin embargo, antes de terminar de abrevar, huye desgraciadamente hacia la genialidad en singular. Despojándose entonces de "eso social" o más bien "eso social y argentino" que el antismo venía a gratificarnos. Sólo para disculparse ante Walsh, como si hiciera falta pedir perdón por no poder hacer una autocrítica feroz. Y para dispensarse ante Arlt, de quien, quizás, tengamos, entre nosotros, nuevos exponentes que no vemos. ¿Cómo saberlo? El tiempo tendrá la última palabra cuando estemos todos muertos. Y el señalamiento no va en la dirección (foufaultiana en su estilo) de autonombrarme emperador de lo groso, usando a un viejo dirigente de izquierda en una parrilla, con vinos y cervezas, del centro iluminado de Concordia, sino a que las narrativas hoy gozan de buena salud, de vitalidad, de presente intenso. Para elogiarme basta la correcta elección de los personajes a narrar. Para qué un golpe bajo.
La novela de Arlt se publica en 1929, un año antes del fin de la experiencia radical como movimiento de liberación nacional. A partir del primer golpe de estado, de clarísima orientación fascista, el único gobierno, de orientación reconocidamente fascista que tuvo la historia nacional. Fue el primer golpe de estado clásico. Avalado por el Poder Tribunal, con una resolución de la Corte Suprema, antológica. Que debería, ya que estamos por los andariveles profusos de la desmesurada autoestima (je) bajar los decibeles del discurso institucionalista del Poder Tribunal. Más humildad, muchachos. Miren quién se los pide.
¿Por qué Alrt, como se entusiasma Ridardo Piglia, escritor de pasiones de época en los ochenta pero inmenso crítico literario, habría de anticipar el golpe del 30; en vez de, por ejemplo, el posmodernismo, que tras la caída del Muro de Berlín y el Socialismo Real, anticipan, por decirlo de alguna manera, este escenario sombrío donde el fascismo, el original, de Mussolini, se confundía, sin tropiezos teóricos ni malestar psicoanalítico, en la cosmovisión de El Astrólogo, y por tanto de Los Siete Locos?
Por el antismo. Pasión nacional. Literaria. David Viñas supo huir de esas facilidades. Con originalidad y ternura.
La novela de Arlt se editó con mil ejemplares. Nadie daba dos mangos. Funcionó, relativamente. No hay mejor golpe publicitario que morirse en la escena literaria. Y Arlt postergó esa buena idea.
Y después de terminar la cerveza Tito me llevó, pero lo hice seguir de largo del hotel, céntrico, donde me hospedaba. Y en las intrigantes barriadas, donde vive lo mejor de la clase obrera entrerriana, estaban, todos colgados de una nube en plena madrugada, mi hermano y sus amigos y mis amigos. Me hicieron acordar a los 7 locos. Y la noche siguió eternamente. Llena de chistes que no tenían gracia. Pero sí risas. Suele pasar.
Cuando volvía, en la esquina, crucé una muchacha que me besó con aliento de fiesta. Era, como yo, una turra. Y nos rajamos al hotel.



8 comentarios:

  1. Lucas, si me permitis, yo diria que sos un "autor de culto". Estan aquellos q entienden y disfrutan mucho de tu estilo y los que no...y esos que no, no te van a entender y ni disfrutar nunca.

    Yo disfruto escuchandote hablar porque te leo. Y escribis usando el mismo estilo no linear con el que hablas. No importa si estas en pedo o no. No sos lineal porque a medida que desarrollas tu argumento ves la foto entera y la queres contar toda junta. A mi eso me encanta, porque mis pensamiento sigue la misma (falta de) estructura. El objetivo esta ahi: claro y al frente, pero el camino se hace al andar.

    No todos disfrutan eso...y esta bien que asi sea. No tenes porque gustarle a todo el mundo. No sos un producto q resulto de un estudio de marketing con "focus groups". Sos vos, loco, unico, hecho a mano... y de esos quedan pocos.

    Te felicito por no haberte levantado y zamparle a Dante un patadon en la encia con el borcegui embarrado...era lo que se merecia por forro, por desubicado, por mal companiero...porque aun si hubieses estado en pedo (q a mi me da igual) su obligacion como companiero (no ya amigo) era cuidarte y no forrearte...

    Al no volarle los dientes el quedo obviamente en "orsai" ...y lo unico que le queda es pedir disculpas al aire (si es hombre).


    Mientras tanto tus seguidores de culto seguiremos disfrutando de tu prosa.

    SH

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Lucas, yo no sé de literatura pero me gusta leer, y de alguna forma sos el que hace las aguafuertes de este siglo para nosotros, los que nos preguntamos, que somos felices pero siempre nos queda un rincón de tristezas y nostalgias. Hombres que estamos solos en el fondo. Unos tangueros K del siglo XXI. Loco, no dejes de escribir

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  4. No tengo a manos los libros pero "Crónica de un iniciado" transcurre en Córdoba. Creo que la confundís con "Respiración artificial". Saludos

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  5. Correción tonta que no cambia sustancialmente en nada a lo que escribís en el post. Comentario no más.

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  6. Viejos son los trapos,decia mi tia Cayetana,veterano,al hablar Oriental,suena mejor,en cuanto a tu prosa Arltiana,podrias escribir,sobre el relato,de "Un Entrerriano,sus Aventuras y Desventuras junto a los G20 Caballeros del Rey Arturo",si lo hicieras"valdria un trago",al decir de Amaro Villanueva,un abrazo,Roque

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