Contra Fito

Se puede pensar lo que quieras de lo que escribió, visceral, Fito Páez. Yo, lo banco. Pero sí que es discutible. Todo es discutible, por supuesto.Pero los presupuestos ácidos, las premisas arduas, merecen ser más puntillosamente examinadas. Y está bien. Ahora, una cosa: luchamos por desmonopolizar la propiedad concentrada de los medios de comunicación, por crear nuevas modalidades de propiedad en razón de multiplicar voces. De encontrar contrastes. De tener mayor oferta. De poder decir lo que se cree. De buscar mayor pluralidad. Y el panorama, a un año de la sanción, es de trabas y más trabas. Por parte de empleados impunes de tribunales, de especulaciones políticas de la Corte Suprema, de un estado que muchas veces pone trabas a una ampliación de los derechos democráticos. Y asistimos a una burda campaña del Grupo Clarín y sus primos bobos, sus parientes pobres, contra Fito Páez. En la persona de Fito Páez.
Pero el mensaje lo trasciende.
Va hacia los artistas que, en muchos casos, de manera inédita y arriesgando sus trabajos, se pronunciaron a favor de la libertad de expresión, a favor de Cristina y contra la hegemonía de los grupos económicos concentrados, que se quedaron monopólicamente con el cable a través del fútbol, que se apropiaron bajo torturas de Papel Prensa para concentrar el negocio gráfico, que cerraron la grilla de canales de manera de controlar el negocio y la palabra. Trasciende, esta extorsiva campaña de demonización a Fito Páez, trasciende a Fito Páez. El mensaje, ni siquiera subliminal, es contra los artistas populares, la gente de la cultura, los que se manifiestan a favor de algunas de las políticas -las que más afectan el negocio de estos grupos concentrados- de Cristina.
Basta repasar un poco los medios dominantes de un mercado concentrado a fuerza de extorsión, ilegalidad y juego sucio, para terminar con los chistes y entender que lo que está en juego es algo muy importante: se puede coincidir o disentir, en parte o en todo con la nota de Fito Páez; pero si el Grupo Clarín va a apretar de manera burda a los artistas populares, sin dudarlo, hay que pararse en el lugar que corresponde. Y redoblar los esfuerzos y la lucha.