La naranja salustiana es la de tamaño mediano con la cáscara -a menudo salpicada de vetas negras- de un anaranjado levemente más oscuro, no brillante. Y la cáscara es finita. No tiene semillas casi. Es puro jugo. Es para eso, para jugo.
Hay muchas variedades de naranjas, muchísimas. Incluso, por su origen chino, quizás no se conozcan todas las especies.
Las que habitualmente consumimos son híbridos. Provenientes, mayormente, de la India, de tonde también son originarias.
Es el cítrico más popular en Argentina. Fundamentalmente, en las zonas urbanas y de manera procesada. En las zonas rurales es más común la mandarina. Por razones prácticas. El árbol suele ser más bajo, la cáscara se pela manualmente y los gajos se separan con facilidad.
Es raro lo que ocurre con la mandarina. Se la usa poco industrialmente. A diferencia, ni que hablar, del limón. Argentina -bah, Tucumán produce, Bs As cobra los beneficios aduaneros- es el principal productor de limones del mundo. Le vende a la Coca-Cola, en síntesis. La coca lleva mucho limón.
El pomelo -de mayor tradición yanqui (se me hace a mí...pero, decir "yanqui" como la manera de decir anglosajón pero en más norteamericano es también decir más "fusionado" o multiculturalizado)- sí se usa mucho más que la mandarina. De hecho, la mandarina, antes se llamaba naranja. Antes hace añares. Dice Wikipedia sobre el origen etimológico de la palabra naranja:
La palabra española «naranja» proviene del sánscrito narang (नारंग),2 sin embargo no es una palabra nativa a esa lengua sino que se especula que la tomó de las lenguas drávidas como el tamil donde se dice narandam (நரந்தம்) a la ‘naranja amarga’, nagarukam (நாகருகம்) a la ‘naranja dulce’, siendo nari (நாரி) ‘fragancia’.3 La palabra junto con la fruta fue lentamente llevada hacia poniente: del sánscrito pasó al persa (nārenshنارنج), luego al árabe (naranj (نرنج), el árbol, y naranjah نرنجة, el fruto) y de ahí al español «naranjo» y «naranja», respectivamente.4
Se difundió a otros idiomas europeos en un curioso proceso: los portugueses cambiaron la ene inicial por una ele (laranja), al pasar al italiano para que la ele inicial no redundara con el artículo «la» se le eliminó la ele inicial (arancia) mientras que al pasar al francés y al latín se relacionó con el lexema oro (or y aurum) resultando orange y aurantium. Debido a que en la Edad Media el idioma culto de Inglaterra era el francés, en inglés pasó tal cual como orange. Siempre hablamos de Citrus aurantium, de sabor amargo, única naranja conocida en la Edad Media en Europa.4
Volviendo a donde no sé si tenía ganas de ir. Acabo de cambiar el título de este artículo. Que originalmente iba a hablar de la baja del dolar paralelo y su vinculación con el aumento de los alimentos. Alguien, siempre, paga los platos rotos. A la buena noticia, le viene la mala. Y arranqué con la Salustiana porque, de acuerdo a ciertos avatares climáticos, financieros y de mercado interno, suele ser la naranja más barata y práctica y por ende la de mayor uso industrial para jugos sin procesar, lo que la lleva hacia el puerto encareciendo los costos de producción en las economías regionales de las provincias. En fin, un tema más aburrido que tratar de encontrar cómo fue que se encuentra en el sánscrito el origen misterioso del término naranja, siendo que no proviene del sánscrito. Y no es tan fácil encontrar material. Aunque en Internet hay mucho. Sigo leyendo. Buenas noches.
Les cuento algo.
Cuando yo era chico sólo había chicles (de los para niños, después estaban las cajas con las distintas variedades de menta, pero esos eran para grandes) sólo había chicles de "fruta" que vaya uno a saber qué contenían y menta, ambos de Bazooka, que venían con chistes malos del Pibe Bazooka, que según tengo entendido los escribía Fogwill, el gran Fogwill.
Un día aparecieron los Bazooka de naranja y fueron una revolución, como dicen los publicistas. Esto es anterior a los bubbaloo que llegaron a tener de banana con dulce de leche.
El punto es que siempre, ya de niño con sus mandarinas a la siesta en la plaza, me llamaba la atención que no hubiera chicles de mandarina. Y apenas si había caramelos (unos con envoltorio transparente, que se vendían de a uno, y tenían la forma de un gajo y eran rock).
En algún momento creé la hipótesis de que eso no sucedía por la cultura Miami, que es la que define -aunque los que van a Miami, gente bruta y poco sofisticada, no lo sepan pues consumen sólo las grasadas de allá- buena parte de nuestros gustos.
Nada más. Muchas gracias. Pueden tomar asiento.
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