El sueño eterno

El Comité Literario de la Casa Rosada necesita, para defender sus negocios, que nadie los cuestione. Por lo tanto, la manera de hacer sentido común, al interior del microclima oficialista, es condenando toda crítica. Pero, para evitar la política, (dios nos libre, ahora que es peronista) lo que se hace es condenar al crítico. Descalificarlo. Condenar la crítica es no someter a revisión la verdad propia. Condenar al crítico requiere solamente intercalar edictos, reales o falsos, es lo de menos: el crítico, inmediatamente, pasa a defenderse. Como si la peor basura del mundo no pudiera decir, también, una verdad. Qué cómodo es ser patrullero de las ideas. Más cuando tenés, detrás, todas las fuerzas legales e ilegales para respaldarte. Así, con cara de matón además, nos quieren corregir. O curar
Se eximen, con la liviandad de un expediente,  de discutir, políticamente, la crítica. En el fondo les importa un carajo. Vendrán, naturalizan, pronto, más expedientes. Inútiles, casi humanos, con uniforme. Son expedientes. Lo que vale es la firma. El sello del poder. Bienvenidos a la vida burocratizada.
Y esto explica, por ejemplo, cómo es que Tino y Gargamuza, Fernández y Salinas, militan, no analizan, expulsando y perdiendo votos. Rara militancia. Hoy, Salinas, me acusó de estar con los ganadores...Insólito. Y me acusó, veladamente, de decir que si votara en provincia de Buenos Aires votaría por el partido donde el milita. Lo cual de algún modo extraño, perjudicaría al gobierno. ¿Eh? Sí, de locos.  Como si el no fuera, a diferencia de mí, parte de este gobierno. Lo cual es legítimo. Y cumple, además, un rol importante. A conciencia. Trabaja bien. En la Secretaría de Derechos Humanos. No es funcionario, es contratado. Pero yo no, no me interesa si le conviene o no lo que escribo al gobierno. Lo único que falta, che.
La condena a la crítica se puede sublimar con discursos combativos, bandos de una guerra de amagues, discursos sacrificiales, narrativas heroicas, arquitecturas del poder. Aunque, de todas maneras, el trasfondo permanece. Y su negación lo hace crecer. Hasta explotar. Tarde o temprano.
Para que nadie cuestione la anulación de la crítica, la negatividad de la negatividad (es un chiste) el método es el disciplinamiento. No es que tengan, como el Chapulín, todo fríamente calculado. Es que se trata de una organización revolucionaria que es oficialista y no hace ninguna revolución. Y que resulta ideal para que conduzcan los que crearon la organización. Y cuando dejen de conducir, se romperá. Pero. Permanecerá, todo este quilombo cultural e ideológico, en una parte importante de la población. Los Kirchner reconstruyeron la izquierda peronista. No sé si se lo propusieron, sé que no pondrán a las ideas primeras en la fila de la puerta de auxilio. Irán ellos. Y está bien. Yo haría lo mismo.
Pasa que es en esas ideas donde habrá que reconstruir un ideal democrático de militancia, cuando las pasiones se aquieten y sin obligación ni expedientes Néstor Kirchner y Cristina tengan el sitial enorme que, en la historia, merecen.
 Por ahora, las "bases", al no poder elegir sus "referentes" (¿qué son los referentes, porqué una agrupación tiene referentes y no cargos concretos? Para poder disciplinar internamente; ya vamos a eso) viven el desgarro con el resto de su ciudadanía: pueden elegir centro de estudiantes, delegados gremiales, presidentes del consorcio, pero no sus "referentes" políticos. Si el horizonte es "democracia versus corporaciones" y en la práctica política concreta el militante que tiene que llevar adelante ese postulado lo hace desde una corporación con sutiles mecanismos de administración de los brotes democráticos, necesariamente, al menor traspié (el Frente para la VICTORIA es lo que justifica este tipo de organizaciones: la eficacia) habrá ruido, habrá goteras. Que no hay dónde canalizar. Pues los elegidos como "referentes" son, claro, "los más leales", así de esta manera, los que quieran pertenecer o ascender deberán comportarse como leales, esto es, en el lenguaje concreto, los más chupamedias. Porque una cosa es la lealtad a Perón, a la doctrina y otra muy distinta, por ejemplo, es ser leal a la reapertura del canje: sólo los perros son leales a un camino que se desconoce. Esa lealtad incuba la traición. Dame el horizonte y yo te digo, previamente, si voy o no voy.
¿Ser leal a los Fondos Buitres, por ejemplo? O a Milani, Chevron, Berni, Leo Fariña, Puricelli...¿En nombre de los derechos humanos? No cuaja. Pero no es que la realidad pueda ser lineal y pura, no, no es mi planteo. Mi planteo es la linealidad discursiva, que atenúa la crítica y empobrece, por tanto, el horizonte. Si la realidad tiene grises, los discursos en blanco y negro van a manchar, tarde o temprano, la sutilidad del gris.
En el campo del periodismo, que es mi oficio, funciona también así: los que tienen algún atisbo de duda serán, no sólo relegados de lo que maneja, empresarialmente, el campo nacional y popular con todo su jolgorio de chorros y oportunistas pero también con algún que otro empresario con conciencia nacional, sino que si igual sobrevive, necesitan que se pase, los que dudan, al bando opositor, a Clarín, donde está todo, ya, sobreinterpretado. Como dice Jorge Asís: va a quedar, cuando termine este gobierno, un Clarín más fuerte. Eso no invalida la lucha que hicimos por la democratización de la palabra. Lo que sí anula esa lucha es patrullar con acusaciones de borracho, que son absolutamente ciertas, a quien sigue moviendo el músculo de la crítica. De paso, Pájaro, no desayuno con bebidas blancas. Meriendo con vodka. No te olvides que me levanto a las 6 de la tarde.
Para que quede claro. La decadencia del proyecto político, que bien han entendido las urnas, requiere más Dante Palma, Brancatelli, ahora Gerardo Fernández, el Pájaro Salinas. Y el viejo resabio del menemismo: Viale, Chiche, Longobardi, que es el staff permanente de los mercenarios. Al lado de ellos, Palmas Palmas, Fernet Branca, Tino y Gargamuza son  la madre Teresa de Calcuta y el Che Guevara. Pero yo discuto con quienes puedo convencer.
La clave de este mecanismo de disciplinamiento, en términos duros de poder, es que, sencillamente, les debas todo. Es lo que expresa, con resentimiento, Salinas. Esa anulación torpe de la política por el escrache es, lejos de un delirio de la mente fabuladora del Pájaro (aún cuando éramos amigos lo gastaba, bien, por su tendencia a ver conspiraciones en todos lados), una manera de mirar las cosas por parte de la alcahuetería K: restar, hacer "control de calidad ideológica", tirar carpetazos y juzgar la vida de las personas como si les perteneciera a sus jefes. Excepto que uno se equivoque: los errores son de uno, los aciertos, del jefe. Y los Kirchner son la familia Ingals...
(El único lugar donde fui a pedido de Máximo fue Crónica, aún sigo trabajando ahí. El otro lugar, CN23, donde tenía que hacer un programa diario, no quise hacerlo. Y a Nacional Rock quise ir yo, desde Radio América, para apoyar la gestión de Federico Vazquez: pero ponele que estuviese, yo, mintiendo, la política pasa por otro lado. Es decir, sin este contexto cultural que produjo el kirchnerismo, este blog no sería leído, el Pájaro no me conocería -yo a él sí, lo había leído- y yo hubiera pasado toda mi vida siendo opositor de izquierda)
Sus jefes son perfectos, apenas si se equivocan en aspectos intrascendentes, uno le tiene que deber todo, no es posible que el asunto haya sido al revés: que el poder, más en democracia, se construye de abajo para arriba. No, es de arriba para abajo y es un poder más disciplinador hacia adentro que ordenador de la sociedad: después de todo, son los mismos muchachos que creen que el gobierno no es el poder. Quizás por eso ponen todo su empeño en comisarear internamente.
Sus maneras de ver el mundo desde esa taquería de poblado sureño carecen, casi orgullosamente, de horizonte político. Lo pondrán los jefes. Y cuando lo dicen saben que le temen más al desierto que a los jefes. Donde nadie puede tener autonomía, aunque, por la fuerza de las cosas, cuanto más estalinista el discurso más trucho termina siendo en las acciones concretas, pues más alejado de la realidad.
Nada está perdido. Aún cuando, convengamos, el Comité Literario está creando las condiciones para no discutir nada, a costa de debilitarse, de ser menos. Son decisiones. Para nada torpes. Esconden el juego de cuatro vivos, eso sí.
En los últimos dos años, en vez de sumar, se restó. Casi nadie discute eso, pero se restó, además, de esta forma que bien muestra, sin querer, Salinas. Policialmente. Moralmente. A los carpetazos. Cortando los puentes. Con una superioridad ética que, obvio, cuando empiezan las sospechas duelen el triple.
El problema, sin embargo, no es Salinas, Moria, los Caniches. Son las condiciones de posibilidad, el método. Necesita, el Pájaro, inventarse en su cabecita que Máximo Kirchner me consiguió grandes trabajos (así lo expresa él) y yo los desaproveché, pues soy sanitariamente incorrecto. Con lo cual, Máximo pasaría a ser un estúpido bonachón y yo un loco de mierda y mal tipo. Noten que así se organiza, en realidad, todo el discurso kirchnerista. Tres sujetos: el amigo, el enemigo, el conspirador. No hay gente en disputa, no hay pueblo, no hay política. Hay relaciones de fuerza en estado puro. Es la misma dialéctica que, a medida que inauguran monumentos a Kichner se empezará a escribir la historia diciendo que cada cagada de Cristina es porque Néstor murió. Y eso, sencillamente, la mayoría de los casos, no es así. Cristina tiene más visión. Se concentra más. Arriesgó más. Fue, aún perdiendo, más a fondo.
Pero...también, políticamente, fabricó, Cristina, la alcahuetería, la falta de atención a los problemas cuando estaban comenzando, las peleas a todo o nada cuando se jugaba muy poquito, la lejanía con los militantes, la televisación pavota. Eso es de esta etapa. Siempre estuvo, contenido, chocando. Pero en los últimos dos años fue lo principal y luego lo único en cuanto a construcción política.
Volviendo al Pájaro. El enunciador, él mismo, de tan infructuosa teoría (Máximo es bonachón, decide sobre todos los medios, por la bebida a mí me fue mal...), legitima, así, su lugar: por ser leal. Y pide, ese es el subtexto, ocupar esos puestos de trabajo que le parecen lo más. Ojalá.
Le sugiere, a Máximo, que tenga en cuenta su falta de autonomía, su lealtad, su militancia. Pues se considera a sí mismo incapaz de analizar. ¿No es mucho? ¿No es tonto? Gente vieja, pendejeados por amateurs, rebajarse así. Es lo que ha escrito el Pájaro. Es la manera de analizar un texto. Qué se yo, no habla mal de él, habla mal del método de construcción. De organización de los valores. De cotización.
El colmo de este método fue cuando Cristina elogió a Polémico Moreno en un acto y lo ovacionaron. Si mañana lo echan pasa a ser la peor basura. Consumen poder, no lo crean. Ese es el contrato.
Y así se explica el devenir hacia una CGT enormemente mediocre. O para tener un bloque de diputados como el de La Cámpora, que no habla, y cuando habla, es uno, el Cuervo, y dice cada boludez...
O para tener este ministro de economía. Esta prensa. Estos abogados que litigan en nombre del estado. Para que Scioli sea hoy el conductor del kirchnerismo. O para, yendo al grano, que no haya sucesión a la vista.
Yo creo que hay que construir, con lo que hay, con lo que se fue, con lo que está boyando, una izquierda nacional y popular que tenga ánimos libertarios, que enamore, como los mejores tiempos del kirchnerismo, a la juventud, que sea rebelde, democrática y abierta . Y con un fuerte componente obrero, en alianza con sectores burgueses pero sin entregarles la conducción. ¿Cómo hacerlo? No seré yo, sino los políticos, si es que algún día se hace, quien lo haga. Pero alguien, primero, tiene que soñarlo. Y escribirlo. Y recordar que algunos valores, como la honestidad o estar en contra del enriquecimiento lícito, hay que preservarlos para el campo nacional y popular: la juventud kirchnerista, el mejor legado de la década, aún no peleó las batallas más difíciles. Nosotros tampoco. Esto, recién empieza.

Mucha suerte, muchachos, en este camino de patovicas de la coyuntura, moralismo berreta y comisarios ideológicos.
En las próximas batallas seguramente nos encontraremos en las mismas trincheras. Incluso, hasta es posible, o vale la pena tener esperanzas, que algún día, verdaderamente, ganemos. Que algún día hagamos una patria libre, justa y soberana.