¿Cristina está enferma?

¿O está meditando cómo zafar de la cárcel desde que la arrecian las contundentes denuncias de corrupción?
Crisitna nunca tuvo nada grave, aunque hizo aparecer el chichón como un palazo gravísimo, como si volviera del Parque Indoamericano donde además de asesinar a dos personas y crear el ministerio más reaccionario de la historia nacional, el Ministerio para la Represión de la Protesta Social, hoy en manos de una delincuente barrabrava y un carapintada fascista, pero aprovechando la censura televisiva a la que es tan afecta, se inventó una dolencia por la cual la alcahuetería gubernamental se empezó a golpear la cabeza en solidaridad.
Pues bien, ahora está enferma?
Aún una persona que nunca en su vida haya trabajado, como Cristina, se harta de estar tres meses de vacaciones.
Se desconoce si va de shopping a otros países, dado que es el hijo de Alejandro Granados el encargado de controlar la entrada y salida de aviones. Eso y la liberación de las fronteras, suena muy narcoclerical, pero es lo que hay.
Por otra parte, una presidente bruta para entender la comunicación y la economía, pero creída como pocas, solo interviene públicamente para decir que pertenece de manera inexplicable a la clase social megamillonaria pero que tal asunto es un arreglo entre privados. De ningún otro tema se ocupa.
Por ejemplo, no hace comentarios sorbe la farándula, lo cual lleva a pensar que quizás esté enferma.
Nuestra tesis es que la Licenciada Vacacionante está dejando el país en acefalía para estudiar las jugadas por las cuales no ir presa.Ni ella ni los haraganes desu familia, que viven en un crucero de lujo gracias al empobrecimiento general.
Si se estudian los únicos minutos de trabajo de la Licenbciada Vacacionante fue para amenazar o despedir a quienes le investigan sus ilícitos. Pero la situación no amerita, por más que no haga política ni gobierne, a decir que se dedica al delito a tiempo completo. Por su tendencia, exacerbada por la vejez, a la haraganería.
Probablemente, alterne su habitual estadía al pedo todo el día en sus mansiones con la programación chimentera del verano. Y al atardecer, cuando se siente con fuerzas de encarar la parte fea de su pensión -el trabajo- averigue la marcha del giro a la derecha y dedique unos 40 minutos de su hora y media laboral a la marcha de la impunidad. El único asunto que verdaderamente le interesa.