Kicillof presidente

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Para que la candidatura presidencial de Kicillof se materialice, deben darse algunas condiciones: en primer lugar, que arregle el desastre económico que generó. En segundo lugar, que vaya cuarto o quinto en la lista de concejales de Perico, de manera de luego arribar -vía un préstamo jugoso del FMI- a la presidencia del consejo deliberante de Perico.  ¿O de qué presidencia creían que hablábamos?
La alcahuetería gubernamental gusta de tener candidatos semanales surgidos del riñon vacacional.
Es común que surjan del frente Viejos Chotos, dado que temen que su jubilación no sea antes del 2015. Así desfilan Randazzo, Rossi y ahora Kicillof. Los Viejos Chotos miran 678 y hacen predicciones presidneciales que duran una semana. Pero la jugada les sale bien: quedan bien con los analfabetos políticos de la juventud menemista, que cree que la política es un electrodoméstico, ignoran a Scioli hasta lograr acordar y piden a gritos la continuidad del dinero que con generosidad (y fracaso político) salía de Abal Medina.
Demoran, así, lo inevitable: van a ir todos vestidos de comunión bajo la candidatura presidencial de Scioli, luego de que éste garantice las condiciones de impunidad penal para la familia presidencial. Naturalmente, la guerra de nervios a la que Scioli somete a la narcoclerical es para que ese acuerdo no le ate las manos. Incluso, para ver en su momento si ese acuerdo no puede lograr hundirle su candidatura.
Hoy rankearía muy bien una candidatura que proponga meter presos a un par de boludos del Grupo Sushi. A mí me gustaría que fueran los delincuentes Hernán Reibely Santiago Álvarez, pero debo reconocer que hoy por hoy tienen más chances Otavis, Cabandié o Larroque.
Si algunos de los antonitos cae en cana, como es muy probable que suceda dada la vertiginosidad del proceso de desgaste y repudio, las condiciones de Scioli para acordare la libertad ambulatoria de la familia presidencial, tan negada al trabajo, serán muy otras