lunes, julio 18, 2011

¿Por quién doblan las encuestas?

Las encuestas tienen una faz predictiva que...no es ni remotamente la más importante de sus caras, aunque suene feo decirlo. Las encuestas, la mayoría de las veces, aciertan. Aunque, a diferencia del servicio meteorológico y más parecidas a los modelos matemáticos predictivos de las consultoras económicas, le erran. Sencillamente, porque trabajan con seres humanos y porque, aunque no se diga mucho para no levantar la perdiz, en las ciencias sociales aún se sabe poco sobre las razones -de por sí dinámicas y cambiantes- por las que se tiene tal o cual preferencia a la hora de votar. Feo, ya sé, decirlo. Obvioooooooo, que hay operaciones y a montones. 
Algo bastante complejo de explicar es que, a mí, más bien me chupan un huevo las encuestas que dicen que Cachito tiene 63,2% de buena imagen por que eso, así, suelto, no es más que una operación de prensa, sea consciente o no. Corazón. ¿Qué carajo es la buena imagen, dicho así en seco? Ponele, hoy, yo tengo una buena imagen de vos, mi amor, aunque ayer te quería matar. Si me preguntaran hoy por vos tengo Muy Buena Imagen de vos, si me preguntaran ayer es Muy Negativa: conclusión, una imagen más tirando a regular. Buena síntesis de mi neurosis. Pero, ¿te votaría o no te votaría? Depende del día en que se haga la elección.
Las personas son complejas. Súmele que casi nadie puede explicar racionalmente su voto, que casi nadie lo tiene totalmente decidido 4 días antes de las elecciones, que casi nadie decide por la misma jerarquía de razones por las que votó hace dos años y ni siquiera reflexiona sobre eso, que casi nadie es el mismo a la hora de votar que cuatro años atrás, que las identidades políticas en argentina siempre fueron lábiles porque fue lábil la democracia, que no es lo mismo ser pobre pero gay que ser pobre pero racista, mujer con menopausia que al borde de un ataque de celos y así, corazón.
¿Es que acaso lo social es inteligible?
No.
¿Es que acaso la investigación de campo no sirve para nada?
No, al contrario, son insumos de gran valor hoy en día. Pero no para cualquiera, ay. Sé que suena feo decirlo, pero así son las cosas.
Sin ánimos de bajar el precio, pero la verdad es que es más fácil hacer una encuesta que interpretarla. Y que, quienes hacen el trabajo, digamos, práctico o de campo, no necesariamente son las mismas personas que tienen que actuar A PARTIR de esas herramientas.
Una encuesta electoral sirve, fundamentalmente, para trazar la campaña de acuerdo a las motivaciones principales por las que LOS electorados se inclinan, de manera segmentada, a votar.
Antes de las elecciones porteñas, leí dos encuestas. O sea, dos encuestas enteras. No el resumen que un periodista entiende (a veces no entiende un carajo, la verdad: no hay mucho secreto pero la verdad es que el periodismo se hace en buena medida con pasantes de TEA, por cuestiones de flexibilización laboral. Todo muy lindo y con mucho amor, pero es como poner a investigar un crímen a quienes hicieron, con la publicidad de la Paturuzú, un curso de detectives por correspondencia) que es una encuesta: el voto de cachito y pepito EN ESE MOMENTO y sobre x muestra. En la CABA, y si se no se trata solamente de una muestra telefónica, suelen ser bastantes certeras las encuestas. Sumemos que los dirigentes -a excepción de La Cámpora y el PRO- no tienen trabajo político sino que son columnistas (lo cual está muy bien, yo también vivo de eso: pero no me postulo a nada) con lo cual sus insumos de información son tiernamente limitados. En ciudades como la CABA, donde la riqueza del país se gasta, es fácil acceder a todos los barrios. No se consigue en otras ciudades, por ejemplo, del primer mundo. O con problemas raciales. O sin integración cultural. O con pequeños poblados en zonas geográficas difíciles. Y entonces, en general, las encuestas son bastante certeras.
Las que yo pude leer, acertaron. Decían, groso modo, que era muy buena la ponderación de Cristina y que veían bien que haya un gobierno alineado con la Nación, a la par que veían que era una pena que Macri y Cristina "se peleen". El asunto es más complejo, pero eso, en síntesis, es lo que trazó las dos campañas, la de Macri y la de Filmus. La sorpresa electoral en cuanto a las encuestas vino de la ponderación de estas variables.
La sociología express que ahora se vende enlatada, se lamenta de que "el sur" de "la ciudad" también (aunque en porcentajes menores) votó por Macri, como si se tratara de la etnia de mocovíes que dependen de la Anses y las paritarias de la UOCRA. No, corazón, en las ciudades puertos, los trabajadores se retiran a dormir durante las noches. Y acá, cruzan una avenida y están en donde pueden votar al peronismo. (Ése es el carácter estructural de nuestra ciudad puerto: fuera de las pequeñas histerias, no hay mucha diferencia estructural entre el progresismo de Ibarra y Telerman y el del Macrismo. Todos son progresistas, todos son amor)
Volvamos a las encuestas.
Del cúmulo de razones que se pusieron en juego en la escena social porteña el día de la elección, un fuerte componente es propio de un ciclo inédito de crecimiento económico fundamentalmente sobre las clases medias. Un contexto además marcado por la certero dato de la ausencia del partido militar, y la perdurabilidad de la crisis de los dos partidos -movimientos argentinos. En busca de una identidad, que puede ser transitoria o moldear el futuro.
De cara a los 4 años que vienen, probablemente la tarea política diaria sea la que consolide o modifique las relaciones de fuerzas. Los análisis que sobredeterminan las ideologías -que son categorías de análisis, no lo REAL que actúa- tienden a compartimentar con mayor o menor dinamismo una situación que requiere otras variable, más complejas. La historia argentina, por empezar. Ni más ni menos. Le puede gustar más o menos a las viudas e hijas de Chacho Alvarez- el líder más reaccionario en el gobierno de la historia democrática- pero la evidencia de que la historia nacional, que la forzosa construcción de una nación, sigue siendo el eje que traza una disputa central, se reitera con sorna.
Por otro lado, la injusticia impositiva que hereda esta historia nacional. Y que lleva a que, las ideologías, no puedan ser analizadas aislando el instrumento que es objeto del deseo: la política manifestada en relaciones de fuerza hacia el estado. Dicho en criollo: ¿desde cuándo es progresista defender al Teatro Colón? ¿Por qué raro misterio de la historia?
La sociología express hace un corte de clases por zonas geográficas que nunca da los resultados esperados. Entre otras cosas, porque presupone que una intendencia puede equilibrar las desigualdades estructurales que envuelven el patrón de acumulación y riqueza del país y nuestra inserción regional y mundial.
Yo tengo una muy buena imagen de la muerte, como la tienen todos los católicos, pero cada uno no dice lo mismo cuando dice buena imagen. Por eso es necesario saber cuáles son las razones que llevan a que, a la hora de elegir entre el cielo y el infierno, la muestra más o menos representativa considera importantes a la hora de decidir. Para así trazar la campaña. En pos de, en cada segmento, consolidar esa decisión o revertirla, ponar más o menos energías y así, corazón.
"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra" escribió, en Por quién doblan las campanas, el bueno de Ernest Hemingway. Ahora bien, se pone difícil el asunto cuando cada más gente cree que sí, que es una isla: cuando la ideología (en el tosco sentido de falsa conciencia) profesional hegemónica, que es la ideología del comunicador, es la que ordena el sentido común ciudadano. Contra eso, y a partir de eso, hay que lidiar.
Siempre, claro, con amor. Todo con amor.

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