Duhalde tuvo la intuición política de abrirse a tiempo. Y el desacierto, fruto de su liderazgo pequeño y un egocentrismo mal perjudicado, de volver constantemente. Eso lo diluyó. Facilitando la tarea estudiantil de reescribir una historia con histeria fundacional.
Se presentó de nuevo, con todo, a presidente. En una interna que fue un mamarracho. Y ahí, anticipatorio de su decadencia, anuló a la inteligencia al servicio de un electorado que ya no existe (el radical) las posibilidades de darle literariamente cualidades de las que carece, justo ahora que enviudó el doble comando. Y La Cámpora no termina de tener la talla del miedo necesario para ocupar ese lugar simbólico que subestime a Cristina.
Aunque la subestimación a Cristina haya sido una costosísima equivocación.
Se presentó de nuevo, con todo, a presidente. En una interna que fue un mamarracho. Y ahí, anticipatorio de su decadencia, anuló a la inteligencia al servicio de un electorado que ya no existe (el radical) las posibilidades de darle literariamente cualidades de las que carece, justo ahora que enviudó el doble comando. Y La Cámpora no termina de tener la talla del miedo necesario para ocupar ese lugar simbólico que subestime a Cristina.
Aunque la subestimación a Cristina haya sido una costosísima equivocación.
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