Hoy los Pirlos están alborotados
más que solo que un huerto seco y agotado
puesto sobre la tierra
para uso y abuso.
Abatido como un ex boxeador que vende
periódicos en la esquina
deshecho en lágrimas como
una corista que se ha hecho vieja
y recibe su último cheque.
un pañuelo vendrá bien su señoría,
vuestra merced,
hoy los Pirlos está alborotados
como las uñas encarnadas
en una noche
en la celda...
vino gemido vino,
los pirlos corretean y
revolotean
repitiendo
melodías y castañuelas españolas,
y cualquier parte no está en
ninguna parte...
es un sueño peor que
las tortitas o una rueda pinchada:
por qué continuamos
con la cabeza y
los bolsillos llenos de
polvo
como un niño malo que acaban de expulsar
del colegio...
dígamelo
usted que fue un héroe en alguna
revolución
usted que enseña a los niños
usted que bebe con calma
usted que posee grandes casas
y pasea por jardines
usted que ha matado a un hombre y posee una
bella esposa
dígamelo usted
por qué ardo como un
viejo vertedero
seco
podríamos mantener una correspondencia
interesante,
tendríamos ocupado al cartero
y las mariposas y las hormigas y los puentes y
los cementerios
las estructuras de cohetes y los perros y los mecánicos de coches
continuarían
un poco más
hasta que nos quedásemos sin sellos
y/o ideas.
no se avergüence de
nada supongo que Dios pensó en todo
incluso
en las cerraduras
de las puertas.
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¿Pirlo es mejor que Messi?
Tan inquietante pregunta no está respondida en las palabras que a continuación linkearemos, pero nos gusta poner títulos de hijos de puta, pues encarnamos la raza del mal, la del oficio de contar historias:
El Mundial es una excusa para llegar a Pirlo
En la novela de ciencia ficción del Mundial Pirlo es el tipo con súper poderes que sabe lo que va a pasar cinco segundos antes que todos. Su condición de errante viajero de los mares del Tiempo, condenado a navegar en una sintonía distinta a la suya, se ve reflejada en su look. No cuesta mucho ver a Pirlo como el bohemio de pelo mojado que se acaba de levantar de la siesta de los 60' y observa que el mundo fue invadido por una legión de pelicortos musculosos, con caras de patovica y ánimo deshumanizador. Si esto fuera un trabajo práctico de Letras yo diría que Pirlo obtura algo, pero esto no es un trabajo práctico de Letras, es algo peor, es un párrafo que dice que Pirlo es, probablemente, lo más, que tal vez el Mundial sea una excusa para llegar a Pirlo. Si alguien que nunca vio a jugar a Pirlo leyera esto deberíamos explicar que Pirlo se estaciona, casi literalmente, en algún sector ofensivo de la cancha, pero no lo bastante ofensivo como para que el resto de los jugadores se de cuenta, más bien el sector ofensivo es tal cuando él lo habita. Y desde ahí, con una engañosa economía de recursos (a lo Bochini o Gallardo o Riquelme), permite que sus compañeros se luzcan más que él, aunque siempre queda la sensación de que si no fuera por Pirlo, nada hermoso hubiese sucedido.
De entrada comenzaron a pasar cosas raras: los brasileros amaban a los argentinos, no querían que se juegue el Mundial y la inauguración duró 25 minutos. El gol de Croacia rubricó las sospechas. Eso que por costumbre y redundancia ya parecía una noticia vieja (el triunfo por goleada de Brasil y el desarrollo de otra aburrida primera ronda) se convirtió en un partido incierto, en el que Croacia hizo gala de su prolijidad europea y demostró que los laterales brasileros, cuando no vuelven, son el reverso perfecto de los laterales argentinos. Con la multiplicación de goleadas y el partidazo de Inglaterra e Italia daría la sensación de que el Mundial, que había corrido el riesgo de ser un fraude por cuestiones políticas, se reivindica a través del fútbol, ese deporte olvidado entre tres importantes Abanderados del Mal:
1) el protagonismo desmedido de los periodistas;
2) la sobre información: ¿era necesario enterarse de la muerte del cuñado y el sobrino de Scolari?;
3) el fervor por los insoportables análisis de los arbitrajes, donde el comentario sobre un partido se convierte en una discusión de cincuenta minutos sobre el off side virtual de un jugador cinco centímetros por delante de la línea del último jugador.
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