La otra inseguridad

Aunque no parezca, me levanto temprano. Entre las 7 y las 6 de la mañana. Hoy estoy en Asunción. Hace unas horas, en Bs As, antes de salir, vi tres robos. No es una casualidad. Todos los días es así. En Paraná también.
La mayoría de esos robos no se denuncian ni es claro el tipo penal que les cabría. Se trata de una distribución de la renta al estilo cristinista.
Requiere de un contexto: la alta tasa de explotación imperante requiere de mayor fuerza laboral, en condiciones propias del siglo 19 -incluso, los ex funcionarios de la dictadura Alicia Kirchner y Carlos Tomada, responsables de esto, debieran volver a sus ideales de juventud, cuando fueron fascistas las cosas estaban socialmente mejor- y es a esos, habitualmente jóvenes y pobres trbaajando en las condiciones del cristinismo- a quienes, los que no consiguen esas migajas, les roban. O les, digamos, piden.
Entre el pedir y el robar la línea de flotación es muy débil. Y esos jóvenes superexplotados lo soportan en condiciones triples: al bajar de los medios de transporte de la villa, donde son soldadesca prisionera del ejército enemigo e ingresas en la fortaleza del reinado, los agentes de la corona pueden solicitarle un tributo para la reina bajo amenaza de terminar en cana y perder el trbaajo. Luego, aantes de llegar al lugar de trabajo y convertirse en siervo de la gleba, los Peter Pan en situación de militancia camporista, los asaltan. O les piden. O ambas cosas. Más o menos unas 6,7 u 8 veces al mes.
El sector más reaccionario de la corona dice que esta situación es por que tienen trabajo. Como si trabajar embaraza y en negro limpiando pisos de un bar (como en Thames y Charcas, donde además funciona un corredor de trata de personas de origen colombiano: todo bajo la atenta mirada de Pablo Ferreyra, que se convirtió en legislador del partido que asesinó al hermano por combatir estas cosas) equivaliese al enriquecimiento asqueroso de uno de los gobiernos más corruptos de la historia. El aumento de la tasa de superexplotación sirve de decorado para los bailes de la reina, dado que según las actuales estadísticas de empleo, en toda situación no hay desempleo.
A saber:
Los marginales están, para las estadísticas oficiales, en situación de desaliento
Los explotados, son trabajadores. Ganadores del modelo. Que deberían agradecerle a la hotelera, que según la propaganda del sistema censurado de medios, casi que trabaja por él.
Y los policías, los verdaderos soldados de Cristina que están en los malos tiempos (el pendejerío que hace la revolución inmobiliaria se tomó el palo) son los únicos favorecidos de todo este espantoso y violento enjendro social que tantas festicholas trae a la oligarquía política.