Como contábamos días atrás, esta vieja obsesión, de qué pasa por debajo -o por encima, da lo mismo, se entiende- del barullo diario de las peleas políticas, el kirchnerismo fue marcando una línea tajante entre quienes se encuentran cerca de los distintos mundos de la palabra y la cultura.Así que preguntamos a varios referentes y personas que, por distintos motivos, admiramos (sin necesariamente coincidir políticamente) y mi amigo Martín Rodríguez, buen periodista, mejor analista y mejor poeta, recopiló las respuestas -faltan llegar otras, que después las ponemos en una página aparte y listo, corazón- las editó un poco para ordenarlas y acá van:
1) ¿Hay algo específico que en la cultura haya provocado el kirchnerismo?
2) ¿Qué cosas perdurarán -si hubiera algo- como marca de época en el plano de la cultura?
3) ¿Cuáles son las manifestaciones más novedosas en la cultura durante este proceso?
Respuesta de Horacio Fontova:
1) Creo que el kirchnerismo logró casi acabar con la insistente, invisible, hipnótica cultura oligárquica, la que hizo que se mantuviera en nuestra atmósfera durante tanto tiempo, y sin que nadie contara con ninguna ayuda para darse cuenta, el olor a los Mitres y a los Videlas. No-cultura, cultura del no-pensar, a la que estuvieron acostumbrados los numerosos adormecidos, los descreídos, los temerosos de la política. Los que afortunadamente ahora continúan despertando. Casi, despertar. Casi acabada la naftalínica cultura neoliberal. Casi, porque el trabajo no termina. Un trabajo que, de no ser por la causa Kirchner, ni siquiera hubiera dado comienzo. Y que ahora es imposible de parar. El trabajo por una nueva cultura, que de ninguna manera va a permitir que se la desprecie nuevamente.
2) Perdurarán el haber podido recobrar, juzgar y calificar todo lo pasado, recobrar la pública opinión política, haber podido sacar a la luz el papel de los medios de comunicación, disfrutar de un súbito e imprevisto desenfado general, de un súbito hacerse invisibles a los ojos del viejo Big Brother monopólico de mierda controlando todo, de unas ganas de expresar como se cante los huevos (lo que durante tanto tiempo hubiera sido considerado “inconveniente”). Pero, ¿inconveniente para quién? Resulta que ahora nos dimos cuenta de que era inconveniente, sí, pero sólo para algunos, que ya nos sacamos de encima. Porque se acabó la puta e invisible vigilancia. Bueno, un poco... quizás no se acabó del todo, pero ahora realmente nos está chupando un huevo.
3) Las manifestaciones más novedosas durante esta (“proceso” las pelotas!) transformación, son la reivindicación de los derechos humanos, haber legalizado el matrimonio igualitario, haber dado curso a la Ley de Medios, haber recuperado las manifestaciones populares, haber promovido la integración latinoamericana, haber instituido la Asignación Universal por Hijo, haber vuelto a darle voz a los científicos argentinos, haber acercado las nuevas formas de información y comunicación (léase computación, internet, etc.) a quienes sin el apoyo del Estado jamás podrían haber accedido, y haber podido, por fin, hacer posible eso que alguna vez se dijo en un viejo aviso publicitario (creo que de zapatillas): “Esto...en Europa no se consigue!”.
Respuesta de Gerardo Fernández:
1) Es muy vasto el tema de la cultura, creo que ha generado embriones, gestos, impulsos en muchas áreas, centralmente en la política. Lo que ha generado es un cambio de pose, ahora se desafía a lo que antes parecían invencibles. En mi generación hay cambios. Cuando muchos estábamos resignados a criar de la mejor manera posible a nuestro hijos, cuando veíamos que desde lo público no quedaba nada por hacer, cuando sentíamos que desde lo colectivo no había salida, un buen día empezamos a encontrarnos de nuevo en la calle y ¡vaya si eso no es un cambio en la cultura! El yerno que un buen día le discute al suegro en la mesa dominguera, familias que vuelven a tensarse por discusiones que habían desaparecido en 1955; en suma, el kirchnerismo ha generado un cambio en la cultura que, no obstante, por ahí no se refleja en algo concreto o palpable. Pero está.
2) Creo que este despertar va a perdurar básicamente porque los más jóvenes han venido criándose en este clima. Mi hija participó el año pasado de una toma en el colegio a la misma edad en que a mí me agarró la dictadura y despedazó mi ciudadanía. Eso es un cambio que perdurará, creo.
3) Lo que se me ocurre ya lo describí en líneas generales en la primera respuesta.
Respuesta de Pablo Sirven:
1) Lo principal es poner en debate el papel de los medios y los periodistas, algo desde ya saludable, pero opacado por las distorsiones y las exageraciones impuestas por la guerra contra Clarín. Otro contraste: la alegría de los festivales y concentraciones K por un lado y las asperezas e intolerancias mutuas que se dan entre los simpatizantes de los oficialistas y los que no lo son.
2) Es difícil saberlo porque esta época política coincide y empatiza con la horizontalización de las comunicaciones que proponen las redes sociales, que alienta a derribar formalidades y a expresarse con más libertad y hasta desparpajo. Atribuir esto solamente al kirchnerismo -o sólo al cambio de paradigma comunicacional que empujan los nuevos dispositivos virtuales- sería igualmente injusto.
3) Lo principal es la intensa circulación de ideas y opiniones en un arco ideológico más amplio que en otras épocas, pero en un clima de cierta hostilidad verbal o escrita para aquellos que se ubican en las antípodas del oficialismo. La otra cuestión es el mayor protagonismo del Gobierno en materia de comunicación (ley de medios, fútbol para todos, producción de nuevas señales).
Respuesta de Abelardo Vitale (Mendieta):
1) Certeza sobre esto no tengo ninguna, sólo algunas sospechas. Entre otras cosas porque soy de los que piensan que los cambios culturales se pueden apreciar cuando ya sedimentaron, cuando no queda otra posibilidad que hacer sobre ellos una disección, un estudio, un paper del Gino Germani. Mientras esos cambios suceden son difíciles de apreciar, al menos para mí. Ya sea porque te envuelven como cotidianeidad, ya sea porque uno está envuelto en su realización. Es decir, ahora está el polvo volando y, quizá esa sea la primer sospecha, es que el kirchnerismo sopló –¿inconcientemente?- también sobre el campo cultural. La marca de época, a mi modo de ver, es que pasan cosas en el campo de la cultura. Cosas que van más allá de un esquema de resignación o, en el mejor de los casos, de una lógica de resistencia, tal como sucedía en los años 90. Y no estoy queriendo aquí hacer un recorte de la cultura al reducido campo de “lo social”, pero tampoco me voy a quedar pancho asumiendo que cultura es el Fondo Nacional de las Artes y los canapés de salmón.
2) Tampoco sé, aunque sí tengo claro que me gustaría que quede: el creer en algo para cambiar alguito. Cierta impronta de alegría en las manifestaciones populares. Vamos: yo soy un melancólico que se pone contento cuando los demás están felices o más o menos felices. El desafío es ver si logramos que este sentimiento subterráneo de optimismo y confianza en el cambio podamos sostenerlo cuando la “macro” no acompañe tanto como ahora. Es decir: culturalmente, ¿sedimentará como marca de época que la política, y la alegría para hacerla, sean el modo de transformación social que permitan disputar el poder?
3)
a) Cuando se canta la intro del Himno con ohhhooo, ohhh,oohhhh. Me parece una manifestación fuerte de la cultura popular que expresa un orgullo por pertenecer a algo que no nos enorgullecía. Nos enorgullecemos de nosotros, no es moco de pavo con la historia tenebrosa que arrastramos.
b) La desfachatez de la horizontalidad a la hora de opinar sobre lo público. Un novedoso criterio de igualdad en los debates, las creaciones y las manifestaciones. Creo que eso deriva de dos cosas: ciertas herramientas que lo permiten y una simplificación en la accesibilidad a ellas (blogs, redes sociales, amplísima libertad de expresión, política de no represión social del gobierno nacional, etc.) y, luego de un sinuoso y largo recorrido, de la impronta que Néstor Kirchner le puso a su rol presidencial. O sea: si este tipo que es presidente se parece bastante a mí en que es alguien “normal”, jodón, desalineado, poco afecto al protocolo, caramba, yo puedo opinar también. Y me gustaría que este plano de democratización de la palabra se extendiera más fuertemente a otros campos de la cultura: las artes, por ejemplo. Donde veo que siguen prisioneras de ciertos circuitos elitistas y amargados.
Respuesta de Raúl Degrossi:
1) 1) El efecto "Bombita Rodríguez": un intento de rescate de la tradición nacional y popular y la épica de los 70', pero en un registro menos contracturado y caracúlico, y reivindicando el espíritu festivo; se extendió a todo lo que se entiende por cultura en un sentido amplio, incluyendo las expresiones populares en el espacio público (el símbolo máximo: los festejos del Bicentenario). Y en ese plano, la búsqueda de una síntesis superadora de las fracturas históricas y los quiebres de lo nac & pop (un poco el guión de los festejos del Bicentenario, o los discursos de Cristina donde caben desde la Vuelta de Obligado hasta Carpani, pasando por Scalabrini Ortiz, Jauretche y el Eternauta).
2) La visibilización del rol político de los medios, y la decisión de discutir el problema y encararlo, y el protagonismo político activo de mucha gente de la cultura, en sus expresiones más tradicionales o aceptadas como tales, si querés; algo que no se veía desde el primer peronismo, y que se dio más generalizadamente aún que en los 70' y -ni que hablar- en la primavera alfonsinista. El enorme desarrollo del cine nacional (en temáticas, autores, lenguajes y producciones) y la jerarquización de la televisión pública.
3) La absoluta reapropiación social del espacio público, a partir de la decisión de no criminalizar la protesta social, y los medios de comunicación horizontal alternativas, sobresaliendo los blogs políticos por densidad, aunque Facebook y Twitter sean más masivos. Concedo que se trata también en estos casos de “fenónemos de época” coincidentes con el ciclo kirchnerista, no necesariamente generados por él. Y también la redefinición de lo que se considera “arte comprometido políticamente”, o “trasgresión” en sentido cultural, en tanto se redefinió el contexto político en términos culturales y simbólicos. Capusotto y sus programas son un ejemplo, y tiene que ver con lo dicho en 1), pero el “desangelamiento” de casos como Fernando Peña (usando el exactísimo término de Luisito D'Elía) es otro ejemplo bien gráfico.
Respuesta de Hank Soriano:
1) Creo que lo más claro es la revalidación de los íconos culturales clásicos y viejos argentinos como nuestros. De un tiempo a esta parte se convirtieron muchos de ellos (Jauretche, Oesterheld, Scalabrini) en un rasgo marcadamente identitario que nos permite ser argentinos más allá del mundial de fútbol. Del mismo modo y en línea con este pensamiento seguramente erróneo, creo que el kirchnerismo, amén de habernos devuelto la política, y amén de esa frase gastada hasta el hartazgo, nos devolvió cierta intelectualidad llana y comprensible, y eso, mezclado con las emociones y las desgracias, generan una explosión que sólo puede ser vista como un hecho artístico, inmediatamente, ligado a la cultura.
2) La participación de todo el mundo y la integración 2.0. Este hecho fortuito hijo de los tiempos que corren, hizo, además de invitarnos a jugar, que muchos podamos escribir, hacer muestras, leer, cantar y bailar en escenarios que antes ni eran esquivos, sino que eran lisa y llanamente inexistentes. Entonces, creo, que una mezcla de tecnología con una invitación a abrir el juego, sumado al fuego de políticas ciertas, hicieron que muchos podamos ser vistos. Perdurará entonces lo que estamos haciendo muchos de nosotros. Y no perdurará, en cambio, un recital en Plaza de Mayo.
3) Desconozco, pero sugeriría sin pensar mucho que como “novedoso” podríamos encontrar a la concreción de la mezcla de cultura y política, en la que diferentes señores y señoras que otrora nos parecían rancios y grises, hoy son íconos de remeras, tatuajes, banderas y graffitis en las paredes. La novedad entonces, creo, es el posicionamiento de lo que nos era esquivo como propio, como Uno De Nosotros y como cuestión estética agradable que llevamos con orgullo.
2) Respuesta de Dante Palma:
1) Yo no sé si hablaría de especificidad pero sin duda hay una identidad que el kirchnerismo empieza a profundizar especialmente después del conflicto con las patronales del campo. En ese sentido hay un rescate del pensamiento nacional y popular y una reivindicación del revisionismo histórico. Esto resultó interesante porque barre con aquellos prejuicios que disocian al peronismo de la cultura y que suponen que el peronismo estaba demasiado preocupado por las alpargatas. Asimismo este nacionalismo popular se funde con una fuerte mitología latinoamericanista que ensancha la concepción de nación a todo el sur del continente. En este sentido, hay una clara reivindicación de todas las manifestaciones culturales latinoamericanas.
2) Para responder a esto habría que ensanchar la noción de cultura e ir un poco más allá de lo que estrictamente consideramos “ámbito cultural”, pues la marca que va a dejar el kirchnerismo, me parece que tiene que ver con una “cultura política”, una forma de pensar el Estado (frente al liberalismo económico) y una forma de pensar la política (frente al republicanismo vacuo del mero consenso). Asimismo, y quizás aquí se pueda conjugar la noción más restringida de cultura con la más amplia, hay un importante énfasis en el ejercicio de la soberanía nacional, una suerte de reivindicación de lo autóctono y del valor que supone ser argentinos. Esto se ve en hechos paradigmáticos como la quita de la deuda y en casos más triviales como el episodio del avión norteamericano que intentaba pasar armas no declaradas. A su vez, se observa en el modo en que UNASUR está planteando seriamente la posibilidad de avanzar en un ejército regional capaz de hacer frente a las hipótesis de conflicto del futuro cercano, especialmente, aquellas que tienen que ver con los recursos naturales.
3) Tomando una vez más, una noción más abarcativa de “cultura” podría decirse que la novedad puede estar en las consecuencias que implica ese retorno de lo político como espacio donde poder avanzar en soluciones profundas para los problemas de los ciudadanos. Esto hizo que mucha gente joven dejara de ver a la política como un espacio reñido con la ética y a derribar de la atalaya al periodismo que se había erigido como nuevo representante de la sociedad civil. Por último, y en términos quizás demasiado generales, podría decirse que el kirchnerismo deja una sensación de que todo es sanamente discutible y que los espacios de poder pueden ser redefinidos y repensados. No hay nada que no pueda ser puesto en tela de juicio. Esto no significa que se trate de un gobierno trotskista ni mucho menos, pero sí parece ser un gobierno que instaló la idea de que aún aquellos espacios aparentemente legitimados y naturalizados no eran más que la consecuencia de la forma en que se encarnaban los discursos del entramado del poder.
Respuesta de Mauricio Kurcbard:
1) Una tensión inusitada en todo el campo de las creencias y concepciones que había sobre diversas cuestiones importantes, específicamente el rol del Estado, es la gran discusión que dio el kirchnerismo. Y la ganó lejos. En alguna medida todas las discusiones terminan en si el Estado debe intervenir y regular más o no.
2) Diría que es una época de una gran caída de caretas, pero francamente no lo sé, por momentos creo que la figura del Pingüino quedará como marca de estos años, como la del Che en los 60s, más que como la de Perón. En el futuro se hablará de él como de alguien que peleó y dio su vida, más allá de lo acertado de esta creencia. Espero que en el futuro las concepciones culturales sean menos de izquierda, y más nacional, popular y continental.
3) Me da la impresión de que se escribió mucho de política en esta época - no solo en nuestra burbuja bloguera- con más interés y más pasión. Y el nivel analítico es muy alto, excepto las salvedades de siempre. Se habla y se discute en distintas superficies, mas arriba o más profundo, y en todas se extraen conclusiones interesantísimas, no hay puntos de vista que puedan ser descartados, todos traen algo útil al fogón. Te cuento que en lo que se refiere a mi gremio, el teatrero, donde todos tienen la conciencia de que pueden generar un proyecto a largo plazo -un galpón teatral, una obra y su gira nacional, ensayos- sin contratiempos, así que noto una explosión de propuestas y de trabajo que imagino que se debe proyectar de igual manera en todos los ámbitos a escala nacional. Se labura en todo el país y todo el mundo anda en algo, eso es raro, nunca se vio. De ahí tiene que salir algo trascendental y poderoso cultural y artísticamente.
La cultura y el kirchnerismo 2
Segunda parte, editada por Martín Rodríguez.
1) ¿Hay algo específico que en la cultura haya provocado el kirchnerismo?
2) ¿Qué cosas perdurarán -si hubiera algo- como marca de época en el plano de la cultura?
3) ¿Cuáles son las manifestaciones más novedosas en la cultura durante este proceso?
Respuesta de Nicolás Wiñazky:
1) La revalorización de la política. Se podría decir que es Kirchner, y no Duhalde, el presidente que vino después del crack del 2001. Y acá estamos, discutiendo la reelección, mientras la economía va, y aunque no haya verdadero desarrollo y se vea que el Gabinete, inclusive los K, se enriquecieron mucho durante sus años en la función pública.
Me parece que desde arriba, desde el poder, se creó además una fuerza centrífuga muy dañina para todos. Es la manera binaria, rudimentaria y berreta en la que el poder político ve y trata a los diferentes actores sociales: si estás conmigo, todo; si sos crítico, nada, el castigo grosso y la descalificación.
2) No sé cuánto ni como perdurarán, pero creo que lo harán la revalorización de la política de la que ya hablé, el impulso a las políticas de derechos humanos, la discusión sobre el rol de los medios (acá hago un aparte y digo: Kirchner no buscó nunca, nunca, el buen periodismo, sino que no se lo critique), el matrimonio igualitario, y también ese modo del poder con el que se descalifica al que piensa distinto.
3) La cultura propiamente dicha me parece uno de los puntos más débiles del kirchnerismo. ¿Qué se generó de nuevo con estética e identidad propia en todos estos años? Difícil. Pongo un ejemplo y es sin mala leche: salvo el número de Fuerza Bruta, la esencia de los festejos del Bicentenario (la gran manifestación popular de los últimos años) fue realmente algo muy poco novedoso, es más, casi que se podría haber hecho lo mismo en el Centenario: recitales, desfiles y una serie de stands de cada provincia.
Respuesta de Federico Vázquez:
1) La palabra clave creo que es debate. La puesta en discusión de emblemas culturales que la argentina pos Menem había solidificado. El lugar de los medios como los productores de una cultura (política, artística, etc.) aparece como central, al menos en los últimos años desde el conflicto abierto con Clarín. Ahora, al mismo tiempo el kirchnerismo no es sólo ruptura de todo eso, sino que también amplificó elementos de la cultura argentina que se venían desarrollando desde el comienzo del ciclo democrático. En ese sentido, se podría entender a los derechos humanos –más allá de sus componentes políticos más estrictos- como parte de ese conjunto de “valores” y por lo tanto pertenecientes al ámbito socio cultural, como algo que el kirchnerismo eleva a la categoría de cultura de Estado. La argentina viene peleándose con la frase “los argentinos somos derechos y humanos”, pero lo que era una frase cínica durante la dictadura es reconvertida durante este momento histórico en una frase pronunciable con orgullo.
Ahora, si “cultura” la circunscribimos al ámbito intelectual, de producción de contenidos culturales, de consumo artístico, etc., el panorama es más complejo. En ese sentido el kirchnerismo parece haber retomado algunos elementos germinados en la primavera alfonsinista (el cancionero de Teresa Parodi y Víctor Heredia, la comunidad de actores, etc.) y reivindicados en una clave más nac and pop. Es, tal vez, lo menos estimulante, por dos cuestiones. Por un lado porque resulta menos creativo y solidifica una casta artística que, en términos de producción, ya tuvo su mejor momento. Y en segundo lugar, porque contiene un guiño de antimenemismo de elite, de “yo no lo voté”, que no puede ni busca representar a un sector más amplio y renovado. Tal vez el mejor horizonte sea no tanto el reemplazo de esa vieja guardia cultural, como sí la diversificación de las referencias artísticas e intelectuales que den mejor cuenta de la amplitud social del kirchnerismo.
2) En relación con la política pública la apuesta concreta de Canal Encuentro aparece como el mascarón de proa más interesante, como una plataforma desde la cual plantear algunas líneas culturales y simbólicas renovadoras. En términos más generales si se consolida el acceso masivo a fuentes de información y comunicación, como
3) No sé si hay todavía un emergente cultural muy claro de la época. Tal vez el color de estos años tenga que ver con el entrecruzamiento de los ámbitos culturales e intelectuales con la política. Esa puede ser la manifestación más particular. A diferencia de otros tiempos donde la “cultura” aparecía como un refugio, como una trinchera de resistencia ante el embate que desde afuera asomaba como amenazador, hoy las manifestaciones culturales se ven obligadas a responder en un sentido político, de posicionamiento respecto a los cambios y debates sociales que estamos teniendo.
Respuesta de Blanca Osuna:
1) El movimiento nacional que hoy se expresa en el kirchnerismo ha realizado en los últimos años cambios profundos en el orden político, económico y social en nuestro país. No hubiera habido chance para llevar adelante dichos cambios si simultáneamente no hubieran sido acompañados por un proceso de cambio cultural también intenso.
El grado de conciencia de nuestro Pueblo, el debate con “los sentidos comunes” naturalizados en décadas pasadas es sin dudas producto de este cambio cultural, y la condición necesaria para los otros cambios de orden social, económico y político.
Voy a tomar un solo ejemplo: la revalorización del papel del Estado, el protagonismo recuperado y todas las transformaciones que eso hizo posible (reestatización de los fondos jubilatorios, asignación universal, Ley de Medios, etc.) se han podido concretar porque fueron acompañados por esa toma de conciencia –que es cultural- en las grandes mayorías populares, por reconocerlo como valor colectivo y estar entonces dispuesto a defenderlo.
2) Un cambio de época lo marca el acontecimiento que produce Néstor al ordenar bajar el cuadro de Videla del Colegio Militar. Es un símbolo único que impone sentido. La política de derechos humanos fue el inicio del proceso de volver a creer en Estado como garante de derechos. Junto con ella, la decisión de no reprimir las manifestaciones sociales. El Estado dejaba de ser el reproductor de las desigualdades, inequidades y represiones, y se proponía ser garante de derechos.
Con esto está relacionada la posición del Estado sobre las decisiones de política interna y soberanía económica, o cómo tendríamos que entender el rechazo al ALCA que se produce en nuestro país durante la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005, donde se termina con la alineación a la política exterior pro norteamericana y a las políticas del FMI. Son estos hechos simbólicos los que cimientan las bases de la nueva concepción del Estado.
También tiene que ver con esto la Ley de Servicios de Servicios Audiovisuales, el gobierno se propone terminar con los intereses corporativos, con la mirada única y el sentido único impuesto desde los monopolios. Nos propone la mirada crítica respecto a los intereses monopólicos que manejan buena parte de los medios de comunicación. Es esa alerta la que va a durar, podrán dilatar la aplicación de la Ley pero seguro nunca más van a lograr que el pueblo tenga frente a esos medios una mirada ingenua, porque la conciencia crítica sobre sus intenciones forma parte ya del patrimonio cultural de ese pueblo.
No tengo dudas de que muchas de estas cosas van a perdurar, justamente porque no son imposiciones o posturas ocasionales de un gobierno, sino porque se corresponden con cambios culturales, que están en la “cabeza” de cada uno de nosotros, si queremos expresarlo en términos sencillos.
3) Son muchas, y ya he mencionado varias en las respuestas anteriores. Pero quiero destacar otras que también son muy importantes. Una es sin dudas el respeto por la pluralidad, el darle valor a la diferencia, reconocerla y respetarla, en todos los órdenes de la vida. Vivimos hoy en una sociedad más plural, más respetuosa y por tanto más inclusiva: esta apertura se observa en la vida cotidiana, en las manifestaciones del arte, en el acceso a los derechos, etc., e incluso en las formas de pelear por ellos.
Y ahí tenemos otro rasgo valioso: se han diversificado, enriquecido y mejorado las formas de organización y participación en la política, porque compartimos el valor (que es cultural) del derecho a esa participación, a ser protagonistas, y ese valor alcanza a todos los grupos y sectores sociales
La activa participación de los jóvenes es un buen ejemplo de ello, una participación que sorprende a muchos desprevenidos, que no se explican lo que está sucediendo, que se sorprenden por ver cantidades y cantidades de jóvenes movilizados, organizados y politizados.
Esto sucede no porque el kirchnerismo fue “en busca de los jóvenes”. Al contrario: son los jóvenes los que han visto y valorado sus políticas, se han identificado con ellas y han tomado la decisión de acompañarlas y profundizarlas.
Del mismo modo, las expresiones y manifestaciones en torno a los festejos del Bicentenario y otros, han sido un canal emergente de múltiples procesos sociales que dieron lugar al resurgimiento -por identificarlo de alguna manera- de un sentir patriótico recuperado.
Creo que todo ello configura la transformación cultural más formidable y profunda a la que una nación puede aspirar: tener un proyecto común que nos reúne a todos (jóvenes, viejos, trabajadores, empresarios, políticos, mujeres, varones, nativos, inmigrantes, gringos, chacareros, científicos, etc.) en la construcción de su grandeza y la felicidad de su pueblo.
Respuesta de Julia Mengolini:
1) Primero: entendiendo a la cultura como un cosa mucho más amplia y compleja que ese rinconcito del pelotudo de Quiroga, como algo más que libros de cuentistas rusos o películas de cine independiente que pasa Alan Pauls en I-sat, entendiendo a la cultura como todo aquello que conforma los intereses, las preocupaciones, los anhelos y felicidades del pueblo, es decir, el sentido común, la hegemonía, el relato, la sonrisa, los valores colectivos, blableta, aclarado esto, podemos empezar. Y si de eso hablamos el kirchnerismo ha provocado una revolución que básicamente se trata de que hoy comprendo que no soy del todo libre a la hora de pensarme a mí misma ni a mi propio contexto, que todo en lo que alguna vez había creído puede ser puesto en cuestión porque todo pensamiento es producto de un andamiaje de factores culturales que terminan en mi cabeza y esa ecuación da como resultado unas determinadas ideas que no son mías. Ahora bien, en la medida que tomes conciencia de todo eso, las ideas las empezás a procesar de otra manera y ahora sí, creo, pasan a ser un poco más tuyas, porque no las tomás como vienen, las agarrás, las masticás, algo escupís, algo tragás, pero de eso sale algo más propio, mucho más pensado. El kirchnerismo instaló eso, una forma de pensar que genera una revolución tremenda en términos culturales. Y esa forma de pensar las cosas te da sentido crítico. Cuando pensás en la realidad, es cuando te dan ganas de intervenir en la realidad. Esa es la cultura de salir a la calle, de participar.
2) Esa nueva forma de pensar da lugar a una época en la que se empezaron a discutir cosas indiscutibles. Donde la discusión se puso buena y bastante más horizontal. Será recordada como la época en la que además de juzgarse a los militares se empezó a hablar de la complicidad civil, en la que los nietos fueron estrellas de rock, en la que se llenaron varias plazas con alegría, en la que vuelven a haber pendejos militando sin rabia, la época del Nestornauta, la de la primera presidenta mujer, la época de la genial guerra contra el sentido común de Clarín, una época de liberación de Clarín, en la que ni el tachero se animaba a hablar mal de los putos, ni repetía lo que leía sino que te tiraba las razones por las que se había escrito eso que leía, en la que las calles se llenaron de stencils pop con íconos nac & pop, la época de películas sobre los próceres hechas con mucha guita, mega producciones (como el cine debe ser) y las salas se llenaban, en la que está en la cabeza de todo el mundo que el Estado es exigible y no un elefante tonto, en la que se discute sobre la distribución de la renta, en la que la sanción de algunas leyes nos tuvieron esperando en la plaza con frío y atentos a cada parlamento porque habíamos participado de esas discusiones, es la época en la que Jorge Rial se puso a hablar de política, también es la época de 678 y el “Bailando por un sueño” y en la que todo el mundo está atento a cuándo Tinelli hace una declaración política... porque la política subyace siempre y en todas partes, hasta en el “Bailando por un sueño”. Somos cada vez más los que hablamos de política y los que nos empezamos a meter. Esa creo que es la marca de la época.
3) Si sigo escribiendo voy a derrapar del todo.