miércoles, febrero 27, 2013

¿De qué me quieren curar?




Tengo una guerra, sencilla, en mi corazón. Terremotos en territorios internos. No en todos. Difíciles de explicar. Pero bastante sencillo, el asunto. El problema, al escribirlo, es quién y porqué podría leerlo. O porqué lo cuento. O porqué esta compulsión a pensarse, allá en el pozo profundo de nuestras miserias, como buscando petróleo para contaminarse y enriquecerse.
Todo está quieto en mi cuarto. Pero el mueble de madera, donde tengo una caja de zapatos donde guardo las cartas de amor que me escribieron, ese mueble tiene un borde de madera podrida. Y una mancha de humedad enfermiza sobre el techo.

Nací, pienso equivocadamente cuando me presionan mucho, perdedor. Como condenado. Después, al rato, se me pasa. Pero ese rato es una muchedumbre que me grita adentro de la cabeza. Porque un rato no es un poquito de reloj. El tiempo es tomar decisiones. Igual. Cargo una brutal tristeza que me cuesta aceptar. Debería resignarme. Pasa que le encuentro, casi siempre, el hueco, para cagarme de risa hasta de la desgracia que viene a visitarme. Bah, vive conmigo. Mi concubina.
Yo la mantengo. Yo que no tengo un mango. Guardo en mi cuarto un pensionado de culpas.

Pero la cosa es bastante sencilla:


 Soy una hamaca paraguaya escribiendo para el borrador que irá a nada. A eliminar documento. A olvidarme, bah, a tratar de olvidarme para no avergonzarme tanto. Esa papelera de reciclaje del olvido.

Tengo una canilla que gotea. Una caja de zapatos. Una carta de mi mamá que no me atrevo a abrir. Un retrato con lápiz que me hizo Milagros. Un reconocimiento, el único que guardo, de un centro de alfabetización. Es un pulover, que me tejieron.  Tengo un cuaderno que escribí siendo niño. Un billete de cien con Evita. Un coso raro que uso de cenicero. Mis 35 años. Un plan para ayudar a mis hermanos que nunca me sale.

Tengo, también, en ningún lado, capaz que porque me traje en el bolsillo del jeans una golondrina de Paraná,  y en el cajón del escritorio la hoja de la guía que arranqué, figura el teléfono de mi primer novia, capaz que por que no existe, tengo también un montón de acusaciones. De gentes que no me conocen un carajo pero quieren corregirme. Que no me quieren como soy. Que no me soportan. Y buscan regularme, dosificar mi sinceridad, lo hacen, dicen, por mi bien, yo les creo. Pero, porqué.

Y me siento una reverendísima mierda cuando aplican controles sanitarios a mis ideas. Trato de vivir como pienso.Tengo el cuero duro para los insultos. Pero puedo quebrarme el corazón si a mis espaldas me dan la extrema unción por no encajar. Dicen que la vida ya me hizo pelota. Que estoy loco. Que voy a estrellarme. Que hay que alejarse de mí.

Me duele tanto. Irme quedando solo mientras me muestran, como putitas sacudiendo un culo caro que sólo excita a los que creen que todo se compra y se vende, ahí, me sacuden el culo del éxito. Me lo bailan en la barra.
Me tratan de pobre tipo. Se fijan, con lástima, en los agujeros de mis zapatillas.

Puedo ser una canoa con adjetivos.

Pero puedo, todavía, aunque cada vez me duelen más las cervicales, puedo pelearlos. Y perder, total, estoy acostumbrado.
¿Tengo que volantear en las esquinas radiografías morales, certificados de buena conducta?
Aclaremos los tantos.
Cada vez que incomodo, siento un secreto orgullo.
Bah, no, no sé. La verdad es que, no sé.

Me dan ganas de mirar, concentradísimo, el fondo de una lata, que sea una lata inmensa como las de aceite en mi infancia y encontrar el vacío, y en el vacío, un poco de paz.
Tirar, al fondo, una piedrita. Y quedarme mirando.

¿De qué carajo me quieren curar?

¿De mis silencios, de esos precipicios tontos; o volverme, como una comunión con raya al medio, gomina, cagazo y maleabilidad, como una comunión previsible?

Yo, lo siento, sospecho.
De las buenas intenciones de esos comisarios bonaerenses del lenguaje, de las minas que aman midiendo el rating, de los amigos que juegan a quién la tiene más larga, de los tristes que jamás de los jamases se mostraron tristes, débiles, vulnerables.
La canilla sigue goteando.
Voy a abrir la caja de zapatos donde guardo las cartas de amor cursi y sincero que me mandaron. Chicas que deben tener, hoy, una vida ordenada, con olvidos regulados, con horarios, sin gente rara.
Sueño con que a veces, me evoquen, para acordarse de los tiempos que creyeron que la vida iba a ser otra cosa. Yo lo sigo creyendo. ¿Y?
¿De qué me quieren curar?

Quizás de los años donde creyeron que la vida podía ser otra cosa.

Ok. Pero me ofrecen a cambio una corbata que vale mucha guita.

Métanse esa corbata en el culo.
Ojalá se curen, ustedes, de esa imbecilidad moral de la corbata.


domingo, febrero 24, 2013

Militancia



Mi hermana, de 17 años y a punto de empezar el último año de la secundaria, aprovechó que vino a visitarme a Buenos Aires para participar de una jornada de La Cámpora secundarios en la Villa 31. Cuando volvió, le pregunté cómo le había ido. Era sábado a la noche y como cualquier adolescente ya estaba pensando en la salida de anoche. Me contestó al pasar que ayudaron "a llevar unas cosas de la Anses" y participaron de una conmemoración por la Batalla de Salta.
La principal medida de gobierno en el último mes, el lanzamiento del congelamiento de precios, no ha convocado a la militancia social y política. Alfredo Zaiat, cuyo pensamiento es influyente en los decisores políticos del gobierno, lo plantea bien acá.
En Parque Patricios, el hermano menor de Santiago Alvarez, me contaba de un sistema de compras mayoristas para después revender que hacían desde La Cámpora.
Juan Penas, desde otro lugar -trabaja conmigo en la radio pero es músico, de tango, y por esas cosas de la vida, muy vinculado a las murgas y las ferias populares- me comentaba del éxito que tienen las ferias barriales, cuya mayorías son organizadas por un peronismo suelto, muy de tonalidad kirchnerista, poco convocado desde el gobierno.
La suerte electoral del kirchnerismo depende, en buena medida, del funcionamiento del congelamiento de precios. Tanto como del avance del PRO.CRE.AR y, si tiene una mirada fina y creativa, la empresa de telefonía celular del estado. Obviamente en el marco de continuidad y en lo posible mejoras de los grandes lineamientos de la política económica, cultural, exterior y social.
Pero buena parte del futuro, de la esperanza en torno a un futuro "del modelo" se juega en el congelamiento de precios. Más que nada, de alimentos.

Elemental, querido, Watson


Scioli, gerente general de la agrupación La Dos, una confesión de parte de sus capacidades, necesita pagar los sueldos de su administración a la vez sostener su buena imagen pública. Nacida, claro está, de no presidir, aunque sí, el Partido Justicialista, no gobernar, aunque sí, su provincia y no cobrar impuestos, aunque tampoco.
El creador de Sherlock Holmes nunca, en ninguna de sus novelas, dijo "elemental, querido Watson" pero podría perfectamente haberlo hecho en el caso de Scioli. Necesita, Scioli, de alguien soberbio que le marque  lo elemental con exceso, pero que también, y a cambio, le resuelva sus problemas.
Elemental, querido Scioli.
Hay que pagar los sueldos.
No ya para pretender ser presidente, sino, para pensar, apenitas, una eventual interna bonaerense. O sr un gobernador con todas las letras. 

periodismo independiente



miércoles, febrero 20, 2013

Cosas sueltas para leer

1) Un buen reportaje -hacen buenos reportajes- en El Tren a Eduardo Anguita.  
En el blog de Gerardo Yomal.

2) Manolo mezcla a Esperando a Godot, Edith Piaffy y el peronismo.

3) Abel Fernandez y una nota sobre "el campo"

4) Manología, por Carlos Boyle.

5) Norcorea (pasión y curiosidad que descubrí comparto con Fierita Catalano)

6) Del Frade en la Cámara de Diputados en Santa Fe




martes, febrero 19, 2013

Vendiendo buzones



Tómese un tiempo. Acá le están vendiendo un buzón. ¿Son deshonestos intelectualmente o solamente brutos? Yo apostaría a que es una mezcla, agregue, además, el boludeo del periodismo (aparecer, estar, no importa que no tengan nada que ver, como en este caso, con el periodismo).
Alguien saca una foto -las especulaciones sobre quién lo hizo y por qué, libradas a la imaginación- de un bien estatal, que está ahí y sigue estando, luego sube esa foto y luego, bueno, aparecen freaks voluntariosos que de periodismo no entienden nada, hacen la denuncia a unos que trabajan como periodistas y tampoco entienden nada, pasa toda esta payasada que con un insulto a los televidentes.
No hay ningún robo acá.
Nunca pasó nada.
Todo humo.
Humo
Buzones y estafas al televidente.
Y luego se decora con giladas que palmeen las pulsiones oscuras de la audiencia. Bien berreta. TN, como sabemos, miente.

(Instrucciones para entender a estos chantas: 10 segundos antes de terminar de vender humo, se sugiere la posibilidad de que...están mintiendo; dicho como que otros son los que mienten. Unos chantas, de cuarta, adornados por el dinero de la "batalla cultural". Macri seguirá ganando cómodo si con estos chantas se lo enfrenta: ni saben contra qué disparan, qué valores arruinan, qué flores pisan con sus botas llenas de mierda)

Calma

La Sociedad Rural argentina se juega un negocio multimillonario: el predio ilegal obtenido de manera corrupta durante su connivencia con el menemismo. Ese negociado está sostenido, por ahora, por la Corte Suprema de Pollo (lo de las cortes subordinadas es como los reyes magos: son los padres) y el tiempo, creen, erradamente, les juega a favor.
Mientras tanto, organizaron una estrategia desestabilizadora, expresada con sinceridad de bruto por Eduardo Buzzi, que como ha perdido protagonismo dice estas barbaridades para darse más importancia a través del repudio previsible de los sectores democráticos.
En esa dirección contribuye el serruchamiento al acuerdo de precios por parte de la familia Moyano, que con excusas sindicales golpea sobre un aliado del ministro Tomada, el delincuente que convalida el negreo en los empleados de Comercio (y sí, chicos, no es fácil la lucha social: ahora, tomar en serio a Tomada, surgido de las más rancias burocracias sindicales, es al pedo: van derecho a la decepción) pero apunta, certeramente, a golpear sobre el acuerdo de precios, que, además, convengamos, goza de un merecido desprestigio pero supongo que en la Casa Rosada se la creen. Vaya uno a saber. El problema es que la Asignación Universal por Supermercado que paga la ANSES a todo niño nacido o en etapa de gestación está siendo saboteada por los hoy aliados de Moyano, y hasta ayer amigos del gobierno, de la Cámara Argentina de la Alimentación. Son los beneficiarios de los bloqueos a las puertas de algunos supermercados de la "competencia".
El asunto es bien complejo, porque una disparada de precios reacomodaría el escenario político, es la única manera que tiene la derecha de modificar las relaciones de fuerzas, en el marco de un creciente deterioro político del Frente para la Victoria, expresado en la gubernamentación de la política en el plano de un gabinete mediocre y deslucido. Pregunten dónde anda Tomada, Yahuar o De Vido, responsables del quilombo de Moyano, la Sociedad Rural y la tragedia de Once, respectivamente. No se les ve la cara.
Las cosas se pueden decir con crudeza o seguir boludeando con los análisis semióticos, que hicieron que el kirchnerismo en internet, otrora rebelde y a la vanguardia, pierda posiciones y hoy esté a la retaguardia, sin comprender qué fue lo que lo hizo retroceder.
¿Defender un acuerdo de precios inexistente, ineficaz, impopular y desconocido? No, obvio. ¿Pero cuál es la alternativa, el avance de la mafia moyanista y la Sociedad Rural Argentina? Los granos que no se exportan aumentan el precio internacional, es decir, ganan más plata con la especulación, a la par que aumentan los precios de los bienes de origen agropecuario, esencialmente los alimentos, realimentando el circuito de ganancias extraordinarias de la oligarquía. Si a esto le sumamos que disputan la dirección política de la economía, el horizonte que ofrecen es infinitamente amargo como para acompañarlos. Con ellos, ni a la esquina.
¿Alcanza la denuncia, el abroquelamiento? No, la polarización de minorías intensas hace que se refuercen más las creencias anteriores cuando hay conmoción, por lo tanto se trata de aplicar una inteligencia más aguda.
Es decir, en dos direcciones. Exigiendo la estabilización de los precios, relativamente, la profundización del modelo, a la par que el aislamiento de la CGT Blue, de la Sociedad Rural y de los sectores financieros que apuestan a naturalizar el doble tipo de cambio.
El tiempo, juega a favor de los sectores populares en la medida que ya no hay nada serio a nuestra izquierda, se consolida el proceso latinoamericano, la imagen de Cristina es alta, los que amagan organizar internas en el kirchnerismo están sumamente debilitados en su interior (donde se juega el partido grande) como Scioli y los intendentes de Bariloche y Tigre.
Así que, calma. Y avance. Sostenido.