Abro un ojo, abro otro, trato de abrir otro más, no puedo. Tranquilo, nene, tenés solamente dos ojos.
Qué noche.
Me tenía que ir a las ocho de la mañana.
No sé qué hago acá, pasado el mediodía.
Me tenía que ir el domingo a la noche.
No sé qué hago acá todavía, martes. Viejo lector de novelas policiales inglesas, amante de la deducción y el pensamiento científico.
Veamos, por órden:
1- ¿cómo llegué acá?
Ahhh, no, si vamos a empezar por la parte más difícil.
No tengo batería en el celular, estoy solo acá. ¿Me habrá querido despertar y no pudo? ¿Desistió y se fue? ¿No estaré ya, imaginando cosas?
Bien, te pusiste a discutir anoche, te peleaste con alguien. ¿Porqué fue? No te acordás, bien, papanatas. El lugar, que propuso Verboamérica para después él no ir, no tenía espacio y bue, fuimos a no sé dónde. Fuimos a otro, que después, ¿nos echaron, te echaron? No, nos fuimos porque cerraban, o algo así, creo.
¿Porqué fue la discusión? No me acuerdo.
Dios, me duele la cabeza.
No tengo batería en el celular, ni ahí qu abro los mails, jo jo, veo las caras sedientas de venganza de mis compañeros de trabajo: ¿cuánto hace que no voy? No sé, necesito vacaciones.
Las dos de la tarde. Ajá. Me tenía que ir a las ocho, pero no importa, tengo a las tres otro colectivo. Hoy ya es un día perdido para trabajar. No tengo batería en el celular, no puedo llamarlo al Ingeniero (¿me peleé con el Ingeniero? Creo que no, un amigazo. Con Eva Duarte de Row obvio que no, con Roberto menos, me hace acordar a mi abuelo, con la diferencia que uno era del opus dei y el otro no) peeeeeero, bueno, tampoco me puede llamar mi ex pequeña, pequeña zorra, ¿qué le dije anoche? No recuerdo, sí la imagino resignada mirando sedienta de sangre, bue, qué cosa. me peleé con emeygriega. ¿Porqué fue? Ya no recuerdo. Hablamos de que hay que llamarlo a Polycarpo, a Dagnasty, Omix se mandó un bolazo: que chocaron los trenes en Morón, todo para echarle la culpa a Sabatella, la señora Bibilone, correcta, todo bien. ¿Porqué fue la discusión con emeygriega, no te caía bien? Naaaaaa, como que no. Mucha cerveza, oh dios.
Tranquilo, hay una llave en la puerta. Esto se parece a mi casa, ya: vasos sucios, almohadas por el piso. Mi dios. No pude hablar a solas con el Ingeniero, ja, él sí que maneja a discreción los puteríos femeninos, y escribe por ahí las anécdotas nocturnas que traen más problemas (femeninos) que soluciones. La señora Bibilone, siempre tan correcta y elegante, con ella no me peleé. Me divertí, hablamos de los ausentes (¿a qué no sabn quién me mandó un mensaje contando que no podía asistir porque estaba en Olivos, en la quinta presidencia con los barones del conurbano? Ya lo vamos a deschavar) por supuesto, le sacamos el cuero a los ausentes, reiteré mi amor incondicional por Eva Duarte de Row, volví a perder, el domingo, la tarjeta, pero eso no hay drama: en el banco ya me conocen, entro y dicen: ahi viene el perdedor serial de tarjetas. Bien, bien. Estoy vivo, he tenido mañanas, mediodías, peores. Debería beber menos. Debería, bueno, tantas cosas debería hacer menos. ¿Habré roncado anoche? Pará: ¿estas son las cosas que se pregunta un hombre entero, un hombre a secas, un hombre, no sé, no: aunque vos creas que sos el hombre equivocado en la corbata correcta, la gente, mirá, no debe notarlo: sé como el Ave Feniz y el Gato Félix, aprendé de los hombres de nogocios, de los que venden coches usados, de un gerente en una financiera. Sé un tipo serio, correcto, medido, pará, con esa cara: mirate al espejo e imaginante entrando a un banco, al consultorio del dentista, a, porqué no, un confesionario contándole a Gran Hermano porqué la peleaste a Anyuleta. Bueno, en fin, antes de eso, todo bien. (Aunque es sospechoso que no recuerde cómo llegué acá, ni cuándo me fui ni porqué, y nadie a escrito aún nada). Mucha cerveza, en algún momento deje de odiar a Buenos Aires, como reconciliándome, escuché cómo andan los amigos, conté alguna desventura, me tomé el pelo, y me tomé el vaso y me tomé el micro y me tomé, en suma, no pude hablar bien con el ingeniero: yo sólo quería comprarle los derechos para hacer una película, titulada (llámenlo a Asimov): Asesinato en la Convención, pero con una leve variante bukosquiana: putas y locas en Carta Abierta.
¿Cómo llegué acá?
No sé, no me acuerdo. Nos falló Andres El Viejo, bue. Muchos Amigos, todo bien, reunidos (ah, y estaban los amigos de la Peronósfera!!) de urgencia y a último momento para brindar, conversar, hablar, y, uopa, planificar la que se viene que es, ejem, no, ojito, ¿la que se viene? No, pibe, sobrio nunca hablo de mas. Así que recién levantado y hasta dentro de un rato, naaaa. Qué cagada che que sigo sin conocerlos a Mariano T y a Quintín, pero bue, che: emeygriega, de onda, tdoo bien, che.
che, y a Rosario no venis?
ResponderBorrarAcá somos más discretos que los de La Plata, je.
Abrazo.
Hola, Rob. Estuve el domingo en rosario.
ResponderBorrarpero hombre como no avisó??? la próxima chifle y compartimos una hesperidina!!!
ResponderBorrarLucas: No, no nos peleamos. Como siempre discutimos un poco pero nunca llegamos a pelear.
ResponderBorrarDe la película ya hablaremos, la podría protagonizar Tristán.
Un abrazo.
No tenés cura, Lucas, es un rasgo lilito, te erotiza pelearte con las mujeres, jajajaaaaa!
ResponderBorrarUn abrazo
bue..todo muy lindo, todo muy lindo!
ResponderBorrardevuelvanmeloo a caarraasscooo!
es un llamado a la solidaridad!
Lucas: me has calumniado gravemente. "Nos falló Andrés el Viejo". No, señor, se podrá decir que Andrés el Viejo falló a cualquier compromiso serio, pero nunca a una farra. Me enteré al día siguiente, eso es todo.
ResponderBorrarEspero una rectificación que deje a salvo mi buen nombre.
Me rectifico públicamente, Andrés (personalmente arreglaremos cuentas)
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