Ayer, estaba en Santa Fe, sentado en la vereda de un bar. Enfrente, cuidando autos, había una familia de una mujer mayor con un bebé en brazos y cuatro chicos más. Seguramente, pensaba, están en problemas, y seguramente, además, la crisis internacional que repercute en la Argentina por la falta de consistencia del veranito, la crisis energética, el amesetamiento y la recesión por no liberar a las fuerza sproductivas, en suma, están jodidos.
Oficialista como soy, se me ocurrió cruzarme y decirle, señora, a ver, qué podemos hacer por usted. ¿Se anotó para cambiar la heladera, comprar un cero kilómetro o aprovechar los paquetes turísticos? ¿No tiene dinero en el Uruguay que pueda repatriar con subsidios y todo? ¿La afecta la sequía, porqué no va a cobrar los subsidios cuantiosos que está dando el gobierno, porqué no manguea forraje, y luego lo revende, sólo tiene que hacer una declaración jurada? Mmm, no. ¿Y con lo que ahorra de la Talbita de Machinea, porqué no se compra una casa, qué va a andar acá tirada? Medio que no daba.
Así que me crucé y le dije a la mujer, que me pidió una moneda, le dije: por lo menos, se respira un clima de mayor calidad institucional acá en la provincia.
No me dio ni bola.
Es que los indigentes son unos boludos.
Brillante.
ResponderBorrarSobre lo que dice de las recomenraciones. Brillante
Sobre lo que dice de los indígenas. Brillante.
Sobre la calidad institucional de nuestra provincia de Santa Fe.
Sencillamente Brillante
La otra vez la vi a Tomasa, una descendiente de negros que vivía en la isla al lado de mi abuela. Iba pidiendo por la calle con sus hijos.
ResponderBorrarHace poco murió su bisabuela, con 97 años. Era una mujer muy simpática.
César.