Entonces salgo de la ducha, pensando en almorzar, acostarme y dormir hasta dentro de quince días. Me miro en el espejo, me reconcilio, casi que me quiero, y levanto un brazo y el cepillo de dientes se cae al piso y no puedo mover el brazo: un dolor me trepa por toda la columna, me sorprende, me deja quieto, paralizado. Todas las descripciones obvias, digamos, pero vividas de verdad, en vivo y en directo, en mi espaldita, en mis pobres hombros de duro trabajador, en mi sensibilidad exquisita además, en mi refinamiento intelectual por si poco fuera, en suma: la extensión maravillosa que soy, tú sabes, toda esta humanidad humilde, húmeda tras la ducha, se ve conmovida por un dolor insoportable que apenas si me alcanza para tirarme en la cama y gritar, urgente, exigir, inmediatamente, la presencia de mi mamá. (No había resultado muy machote, al final, para semejante ego).
Y ahí, entonces, me quedé. Mirando el techo, la mancha de humedad, una vida vivida esperando que algún acontecimiento grande, imprevisto, arrollador, se presente. Esperando, en vano, que alguien sepa, ponele mis vecinos, que soy, sin más, genial, superior, por lo menos, al muchacho que paga las expensas, hace la cola para pagar los impuestos, lee en el diario qué es de la vida de los productores de forraje, esas cosas.
Nada.
Un vecino, independiente, autónomo, que se marchita, eso nada más. Grandecito para madrugar tanto, todavía un pendejo para tantas pretensiones. Qué vida de mierda. Ahora que lo pienso, con el cuello duro, no he sido una celebridad televisiva, no me destaqué en el fútbol, no pude superar la prosa inigualable de mi mejor adversario (que, encima, lo estoy leyendo y realmente es muy bueno y, odio confesarlo, pero el Síndrome de Rasputín es una gran novela de Ricardo Romero) ni pude, siquiera, ser elegido delegado de curso durante la secundaria. Si me tocara morir, apenas, mi dios, apenas tengo una tarjeta de crédito (a punto de ser cancelada) y un par de secretos y un trabajo de mierda: no he desplegado mis mayores encantos, todavía, por muchos bares, no he sacudido la cristiana conciencia de mi pobre madre ni he logrado, sabelo, nada de lo cual sentirme orgulloso. ¿No habrá, alguna fulana por ahí, que me reclame la paternidad de un pibe y qué, sigamos, ahora esté jugando en el sub 20 o sepa por terceros que su padre abandónico es en el fondo y si se le da la oportunidad, uno como esos héroes de las películas? ¿Habrá en esta tierra alguien que me quiera, una valija con tres millones de dólares debajo de un puente para que yo la encuentre, un poco de emoción en algún lado, un cacho de gloria, algo que me saque esta cara avinagrada, esta insolencia tristemente pequeña, esta vanidad sin respaldo? Mi dios, las cosas que uno piensa cuando está a punto de llegar al reino de los cielos. Pará, es sólo un dolor de espaldas: quizás, más que un examen de conciencia, tan drástico y pomposo, la situación amerite un ibuprofeno. Y a otra cosa, mariposa, a volar por las flores y consumir el polen de las metáforas más vulgares ya escritas por Andrés Calamaro, que al fin y al cabo, todos, los que están afuera disfrutando de sus espaldas puras, calladas, bronceadas, esa gente, fijate, también tiene una vida de mierda, son socialistas liberales, pagan sus impuestos, miran la televisión, sueñan con cosas grandes, se escabullen los domingos, pinchan a sus hijos con sus frustraciones, hacen testamentos, pagan al médico, se mueren, se lloran, se casan, se traicionan, todo eso. También suman un montón de problemas menores, cotidianamente, para tener la sensación fresca de resolverlos y que, así, ves, la vida, pasa como si no pasara. Los pequeños problemas, el placer de resolverlos, la ansiedad de postergarlos, alejan el fantasma de la muerte. Si es que la posibilidad de la muerte, la única certeza, fuese un fantasma. Porque los fantasmas existen de chico, la muerte no, los fantasmas no existen de adulto, la muerte, sí. Ah! qué alivio, terminé de pagar la heladera, uh, qué bien: no me vio el zorro hablando con el celular, vaya: qué sorpresa, sacamos treinta pesos en la quiniela y che, no sé si te conté: mi hija se recibió, antes de suicidarse, de odontóloga. Qué lindo sería levantarse un día y tener vocación de odontólogo. Para mí son un misterio, los odontólogos: puedo entender al conserje de un hotel que lee a Nieztche y sueña que mañana la vida será otra cosa, pero al odontólogo, que sueña que mañana la vida lo encontrará odontólogo, eso se me escapa. Mi dios, este dolor, me hace delirar, pensar boludeces: si pudiera, ay si pudiera, sabrían todos, a ver: que se levante el mundo y me aplauda, ¿qué mérito podría tener, mientras espero que pase el dolor y trato de dormir y no llamo, por algo de orgullo en esta castigada espalda, a mi mamá? ¿Se puede vivir, en serio lo digo, sin ser famoso? ¿Qué sentido tiene? Mi hermanita menor cree que no tiene ningún sentido vivir sin ser famoso, yo pensaba que era una boludez, más ahora estoy reviendo todo. Podría sacar la escopeta y tirarle a los que pasen por el balcón, acorralarme hasta que llegue el juez y crónica TV, podría amenazar con una bomba, por Alá o por Bergoglio, pero sería lo mismo, sería nada, sería jugar al maldito siendo ya un poco grande para esa boludez. Vamos, querido, estás por recibirte de boludo y ahora te vas a hacer el más malo de todos. Dejate de joder, acostate a dormir. Ya se te va a pasar. Vas a comer una piza y ponele una cerveza con tus amigos un sábado a la noche, te vas a olvidar de todo, tendrás esas emociones chiquitas, delgadas, y tendrás, de vez en cuando, algún resfrío, un dolor de cabeza, cáncer de pulmón sino fumás menos, saldrás a caminar, engordarás, adelgazarás, cobrarás un sueldo, quizás, porqué no, un aguinaldo: una vida llena de emociones y aventuras como siempre soñaste, uau, las chicas que te amaron deben estar arrepentidas, los amigos a los que les debés plata deben estar pensando que quizás se equivocaron, bien, bien, una vida, célebre, inolvidable, no has sido prófugo ni has naufragado en islas rutilantes, puede ser que al final no se de el trío con las caribeñas, quién sabe: acaso pases sin figurar en los próximos libros de historia, pero lo sabés bien, lo que importa, muchachos, es el presente, este presente inmenso, tirado en la cama, pensando en la tarjeta de crédito, en mejorar el celular, en escribir un post lleno de copas y putas y viajes alocados en cruceros locos, mientras tomás, con agua tibia, un ibuprofeno y apagás el teléfono y tratás y no podés dormir y sabés que, en algún lugar, en algún rincón, antes de apagar la luz, has molestado lo suficiente para que por lo menos una persona piense en vos antes de acostarse y, con suerte, dormir. Será un comisario de barrio, será una mujer ya casada, será un profesor borracho, o será, nomás, tu mamá, pero alguien siempre hay, en algún lugar, en alguna parte. Mientras seguís y siguen, todos, y qué. No es la espalda, dejala en paz, es que hoy, 17, cumplís 31 años. Pavote.
al menos por acá primera:
ResponderBorrarFELIZ CUUMPLEE A TI!
ya t dije q me gusto lo q escribiste!
31 abriles .volver a tenerlos ,los mismos pedos ,las mismas cagadas ,no entregues el rosquete.
ResponderBorrarUn abrazo.
acuariano tenias que ser.. somos medio locos ¿no? libres, sin limites,,,
ResponderBorrarFeliz cumpleaños colega acuariano, yo los cumpli en enero, pero unos cuantos más, buaaaaaaaaa
Feliz cumple amigo Lucas.
ResponderBorrar¡31 pirulos! Menos mal que no me bajoneo fácil.
Un abrazo.
feliz cumple che!!! todavia le queda mucho por recorrer, mucha Patria por soñar, mucha señorita para enamorar!!
ResponderBorrarFeliz cumpleaños, Lucas! un abrazo.
ResponderBorrarFelicidades, Lucas. Te llevo una semana y algunos años. Sin embargo, parece que el trasvasamiento generacional funciona joya. Aguante acuario!
ResponderBorrarMario
Felicidades, gaucho sojero !
ResponderBorrarHola Luquitas:
ResponderBorrarOtra vez diciendo esas cosas que todos tratamos de disimular, de hacer como que no nos pasan,...
!! qué bravo que es usted eh ?? !!
Quién diría, tan chiquito y mire... las cosas que tiene adentro...
!!!Feliz cumple!!!
Como dice MP, el trasvasamiento funciona, de hecho yo estoy entre ambos, mi sojero amigo de la blogosfera, muchas felicidades en tu día
ResponderBorrarCuando escribís estas cosas, no me quedan dudas de tu genialidad, y ésta, conlleva la locura y lamentablemente la soledad.
ResponderBorrarDebés ser una persona muy especial Lucas, en todos los sentidos. Suerte la de aquellos que te conocen y tienen la capacidad de "descubrirte".
Feliz Cumple.
La locura no lleva necesariamente a la soledad.
ResponderBorrarAh, y feliz cumple!
La locura no, yo me referí a la genialidad! Por la dificultad que supone encontrar a un igual.
ResponderBorrarAhi va otra mirada:
ResponderBorrarLa soledad es inherente a todos sólo que algunos se las arreglan para escaparle y otros la sienten en las entrañas.
y...
La escritura te salva de la locura... a veces.
Felía cumpleaños compañero de la izquierda nacional!!!
ResponderBorrarFede
¿Es necesario encontrar un igual? Con encontrar alguien con quien comprenderse mutuamente alcanza. No hay que ser tan egocéntrico como para pensar que somos únicos, está lleno de gente esperando encontrar a alguien, sólo que es piensa que el acto de buscar es fútil.
ResponderBorrarLa genialidad no lleva a la soledad, sino a la automarginación.
Uh, me puse demasiado seria, bah.
Saludos!!!
Permiso, quería dejar un feliz cumpleaños.
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