Pequeñas satisfacciones

Un dirigente político amigo mío, fue de los pocos que, durante el desabastecimiento patronal, alzó la voz en Entre Ríos para denunciar que otra vez " un gobierno peronista es atacado por la oligarquía". Corría Marzo, abril, se habían borrado todos los kirchneristas, nadie bancaba a Urribarri, y este hombre fue, solitario, el único.
En esos momentos, nos juntamos a evaluar la situación, y en algo colaboré para que saque esa posición. La presión que nos sobrevino (principalmente a él: pero también a mí porque soy, aunque no se crea, bastante pasional, bastante afriebrado y no me gusta jugarla de inocente) fue luego insoportable. El nivel de subordinación hacia las patronales de la oligarquía que descontadamente mostraban los radicales no fue nada al lado del renacido menemismo de quienes hasta ayer fueron vulgares chupamedias del kirchnerismo. Todo pasa. Hoy, justo hoy, recibí un mail de este amigo, recordando esas jornadas. Porque, de pronto, todo cambió. Así de simple. Circula una encuesta por la plana mayor de la dirigencia entrerriana, que les cambia el foco: a veces, uno, tiene suerte, de tener amigos; y en otras, tenés suerte, de que el viento, el que siempre, inevitablemente, cambiará de dirección, a veces, parecía que te llevaba como un torbellino, y giraste, giraste en el huracán, y tanto giraste, que quedaste en el mismo lugar. Y todo el resto pasó de largo.
Cosas que pasan.
Ya terminé mi taco de pollo con cerveza Corona, terminé de ver Pacto Sangriento (de Hitckoch -¿se escribe así?- pero en el guión trabajó también el Gran Raymond Chandler) y estoy pronto a empezar El Día de la Bestia, de Alex de la Iglesia, que ayer, en el asado en casa del Gallego, al final no pude ver. La vida, tiene estas cosas. Estas pequeñas satisfacciones. Estos respiros. Perdimos, de acuerdo, pero no tanto como creímos, y ahora, bueno, sabemos de qué se trata y con quien: los huracanes pasan, hay cosas, pocas cosas en verdad, que quedan. Sí, es una linda noche. Ojalá tengan, los que cuidan autos en la esquina, también, una buena botella: es una linda noche. No voy a brindar por el renacido diálogo con los empresarios berretas, por esas reuniones donde ellos se llevan los subsidios de quienes sí lo necesitan, no, voy a brindar -un poco trucho y pequeño burgués- por los que sí necesitan esos subsidios, pero igual: es una linda noche. A veces, tiene que serlo. De vez en cuando, viene bien. Un paréntesis, una pausa, un respiro.