viernes, abril 10, 2009

¿Habrá radicalismo sin Alfonsín?


¿Habrá radicalismo sin Alfonsín? ¿Por cuánto tiempo? ¿De qué tipo?
La apuesta a un liderazgo de Cobos es una payasada, posible, probable si se quiere, pero una payasada. Bah, la verdad, no la veo. Un liderazgo de Cobos, ni ahí. Sí, en unos años, si sigue manteniendo la buena imagen que le proporciona su antinstitucionalidad, Cobos pdoría ser un candidato tipo Lavagna: que no gane las presidenciales pero les sirva a los radicales para colar en las listas sábanas su remanente de aparato. Y luego, a otra cosa.
Carrió, menos. Está demasiado desequilibrada emocionalmente como para liderar algo que supere el programa de Luis Majul. Sus constantes renuncias a la banca legislativa, al ARI, las intervenciones de distritos, la inorganicidad, no dan la media para aguantar al frente de nada por un plazo mediano. ¿Algún otro? Ponele. ¿Un gobernador? Mmm, se rajan a la primera de cambio –como demostró el radicalismo K, ahora en fuga y desbande; por los motivos inversos que antes, pero del mismo tinte oportunista-. Así que, puestos a imaginar un futuro, yo diría que la cultura radical, como sucede en el actual mapa político, va a pervivir pero en distintas conformaciones frentistas. Como viene, por otra parte, sucediendo. Aunque los escribas de los grandes medios, hagan alardes de superficialidad y encuentren, todas las semanas, novedades para resucitar el radicalismo. Lo cierto es que pervive como un cadáver político, con una estructura opaca (legisladores desconocidos, convenciones irrelevantes, acuerdos por debajo de la mesa con diversos ejecutivos, rosqueando detrás de candidatos taquilleros; en defensa de corporaciones económicas, no mucho más) que sabe reproducirse en las sombras. Y nada más. Se les murió el padre de la democracia. El hombre que con su semen hizo nacer la democracia.

El radicalismo es, hace rato, Coti Nosiglia.

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