Kirchner-Scioli y todos los intendentes bonaerenses.

La jugada no se va a dar. Pero, convengamos una cosa: la capacidad de sostener la iniciativa política, de hacer bailar a los opositores devenidos en columnistas de TN al ritmo de la danza marcada por el canto kirchnerista, aún en declive, es maravillosa. Para alquilar balcones, se diría.
Bocas contoneándose histéricas, mugidos pretenciosamente institucionales, diferencias grotescas con los que puestos en la picota rehúyen la obviedad de estos y todos los comicios legislativos de medio mandato (más aún cuando hay una continuidad de gobierno): redoblar la apuesta. Qué lindo, qué lindo. Señores, mañana, se retiran del primer plano los intendentes, los gobernadores y el mismo Néstor quizás y quien gane en la boleta K, será siempre un suplente: si pierden, serán siempre la incógnita de qué hubiese sucedido si en la boleta iban los titulares. Maravilloso, entretenido; finamente insustancial, pero ante cada manotazo de aire, la incapacidad de reacción conjugada en esa aburrida predecibilidad del arco opositor tiene algo del romance perverso del cual se nutre buena parte de la política. La parte que tiene que ver con la rosca. La rosca de pascuas. Felices pascuas, la casa está en desorden, pero tiramos, a las risotadas, la casa por la ventana.