Evita interrumpe culturalmente el relato en escena de la patria de la oligarquía.
La tierna y, cuando necesaria, trilogía oligarca del cura, el gaucho y el milico que relataba un país de natural encanto y crecimiento producto de la bondad de la tierra y laboriosidad de los hombres, se había construido con devaneos pero a marcha firme.
Ni el yrigoyenismo, ni el radicalismo, habían roto este relato, aún cuando, Leopoldo Lugones, anunciando La Hora de la Espada ponía en cuestionamiento la influencia de los inmigrantes y sus ideas radicalizadas, en contra de la tibieza de Hipólito Yrigoyen.
Los progroms, la Liga Patriótica del funcionario radical Manuel Carlés, las represiones conocidas como la Patagonia Rebelde o la Semana Trágica, desmienten esta tibieza radical. Pero en horas en que Arturo Frondizi, que aplicó el Plan Conintes y no se privó de salvajadas contra los trabajadores, es reivindicado como un estadista, difícilmente pueda discutirse esta parte oscura de los actuales demócratas. Mucho peleó, durante muchos años, por esto, Osvaldo Bayer, y los sucesivos presidentes del radicalismo se negaron a una autocrítica. Hoy, Bayer integra, recientemente, Carta Abierta. Vueltas de la vida y de la historia.
Contra su voluntad (si es que una década puede tener algo así como una voluntad), o por la lucidez de ciertos dirigentes, la Década Infame tuvo que poner coto a ese país imaginario de la oligarquía.
Sin embargo, el relato cultural "del campo" continuaba a pesar del inminente y forzado proceso de industrialización, como legitimación del "fraude patriótico". La patria, claro, no eran todos.
Es Evita quien rompe este relato. Sus crudos discursos contra la oligarquía, y sobretodo, su falta de ascendiente entre las familias tradicionales de la Sociedad Rural, su proveniencia del mundo denigrado para la época del teatro de revistas y la radio, sus vestimentas de lujo, la relación con el Coronel Perón (que para los cánones conservadores de la época fueron un escándalo) y, por supuesto, la política económica que a través del IAPI orientaba excedentes de exportaciones agrarias hacia la industria liviana, confluyeron para que, especialmente Evita, fuera particularmente detestada por todo ese sector social que hoy como ayer junta confundidos con millonarios para decir "yo estoy con el campo".
Los fantasmas de la historia resurgen. O bien, Hugo Biolcatti es un fantasma, que atraviesa la historia.
Detrás de muchos, sucesivos, homenajes a Evita, no se verá a alguna de la dirigencia peronista pidiendo que Cristina Kirchner se acerque a los trabajadores, a las mujeres solteras, a los humildes de este país. Se le pedirá, solapadamente, que retroceda, en nombre de las buenas normas de conducta, ahora conmovedoramente llamadas "diálogo", "tregua" y otras palabras por el estilo.
Qué lejos estaría Evita de estos planteos.
Qué lejos estaría de esos que ahora claman por el "diálogo".
Con todas sus desmesuras, es probable que las múltiples facetas que representó Evita, se vayan diluyendo detrás de una construcción de su imagen en una fachada de oligarca: Evita era buenita con los pobres. Puro chamuyo. Esos pobres, dejaron de ser pobres, por Evita y por Perón. Por la política económica, más importante que la (muy necesaria) política social.
Los que, con toda razón, cuestionaron las formas autoritarias, las limitaciones, la represión y chatura cultural del peronismo, deberían en cambio reflexionar sobre qué sintieron, sienten y sentirán (en la medida que los gobiernos sucesorios ni se acerquen a lo que sucedió, para los trabajadores y los pobres, el peronismo) sobre Evita y sobre Perón. Como figuras de su tiempo, seguramente, pero también (y es mi interpretación) como figuras que desbordaron su tiempo, que lo hicieron reventar, que tuvieron un costado maldito que, en buena hora, significó la patria de la felicidad para muchos compatriotas hasta entonces, fuera de cualquiera de los subsistemas que suman lo que llamamos sociedad.
Lucas, te parece que está bien subsidiar a la empresa de Bush ? Que encima que va a contaminar todo no va a dejar plata en el país. Te parece bien ponerse del lado de una empresa macabra? Por eso lo criticás a Bonasso? La vez que hace algo bien.
ResponderBorrarEvita es, hoy más que nunca, el faro que ilumina por dónde navegar, en este naufragio que todavía sufrimos, saliendo del neoliberalismo que todavía padecemos, poco a poco, por este lado...
ResponderBorrarabrazo
Me preguntaba que diría Evita si veía, como vi ayer en el noticiero del canal 2 (canal local) de Concepción del Uruguay, a Mario López de Uatre, junto a Juan Orrico, de la Sociedad Rural reclamando al gobierno nacional por la eliminación de las retenciones, tirando frases como: "si a nuestros empleadores les va mal, a nosotros también".
ResponderBorrarSaludos,
Veleté
Cuidado Biolcatti, que te pueden envenenar la champaña...
ResponderBorrarEvita fue es y seguira siendo el hecho maldito del país burgues.
ResponderBorrarY sí Lucas..la politica economica es la politica social!!
No hay una sola grabación de Evita hablando de las palomas y las flores. Cuando uno mira ese pedacito de la Cabalgata del Circo, no es Evita la que habla ni la que actúa. Ella es el discurso confrontativo, fuerte, dolorido, siempre dolorido, siempre. Es impresionante cada vez la miro con mayor independencia y cada vez me quedo más absorta trantando de pensar de dónde salió esta mujer con esa conciencia de clase espontánea y con esa actitud de firmeza confrontativa. Ella interrumpió el discurso, tenés razón. Ella lo partió al medio y dejó una cicatriz que no se absorbe en la piel de ningún oligarca. Ya lo ves al Biolcatti ese, la tiene que convocar, no tiene más remedio, ella se metió y no sale.
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