Marcos Aguinis

Ayer le decía a una amiga, que los tres principales intelectuales de la oposición son Juan José Sebreli, Rosendo Fraga y Jorge Asís.

Me parecen, además, lo más lúcido que tiene la derecha.

En el caso de Sebreli, aunque es antipolítico -lo cual le resta difusión masiva- es sincero y ataca al corazón profundo de las ideas que detesta: el populismo que encuentra en la democracia agonal, de las reelecturas de Carl Smith por parte de Chantal Mouffe principal pero no solamente; y el posmodernismo en su versión, digamos, izquierdista. En estos últimos dardos, coincide conceptualmente, por ejemplo, con tipos como José Pablo Feinman (aunque, por supuesto, desde distintas perspectivas y con muy distintos arribos; lo que quiero señalar es que los dos flancos principales de la crítica de Sebreli son a su vez duros antagonistas; espero se entienda).

A Rosendo Fraga es más fácil entenderlo. Un tipo inteligente, claro, práctico: entendió que ya no medía bien apoyar a asesinos seriales como jefe de estado, y ahora es propagandista en programas de cable de Hermes, el bueno de Hermes Binner. Incluso, Fraga le encuentra trazos socialdemócratas a la Colisión Cívica, lo que revela que es un hombre de prolífica imaginación. Pero, en mi caso, siempre me siento a escucharlo: es un hombre, a mi juicio, brillante.

Y Jorge Asís es el más indigerible para las clases medias altas que consumen intelectuales de pacotilla; y por eso mismo, el trío que nombré no les cae bien; proque no son de pacotilla.

A Fraga, cuando habla de Binner, da como cierta desconfianza. Ni hablar de Sebrelli, que le pegó a los Anchorena y reivindicó a Evita, allá lejos y hace tiempo, cuando era sartreano. Y Jorge Asís, que pega donde hay que pegar y crea conceptos originales, no se le perdona su pasado izquierdista pero sobretodo su reinvindicación de los arrabales; porque Asís es inteligente.

No es el caso de Marcos Aguinis, que respira odio y es fácil darse cuenta que un hombre perverso y completamente ignorante. Se podría hacer un diccionario de las burradas de Aguinis, a las cuales suma esas perversidades nelsoncastristas de diagnósticos médicos por TV (ante el silencio de las comunidades profesionales respectivas que deberían quitarles el ejercicio de la profesión, por peligrosos y, sobretodo, para preservarse: denigran demasiado ramas de la medicina, pero bue...) al uso de sus odios y amores.

Un modo de entender la brutal tilinguería del medio pelo es preguntar por sus ídolos "culturales".

Marcos Aguinis, es la versión -mucho más pequeña- de Victoria Ocampo, de Ezequiel Martínez Estrada, de Bioy Casares. Pero sin talento. La caricatura, solamente. Los rasgos provocadores de Borges, y poco más.

Seguramente quiere ser eso; qué duda cabe.

Pero me parece que es más interesante tomar en serio a tipos más profundos, como Sebreli, Asís, Fraga.

Lástima que, la pobre república, la pobre patria mía; no pueda pagarse un abogado mejor. Quizás ni siquiera sean culpable, pero quién no las condenaría si el alegato parte de un enano que arranca diciendo: necesito que mi defendida sea culpable, porque a esta altura, no voy a cambiar el libreto.