¿Cristina Kirchner 2011?

El Comité Central de la derecha argentina -el Grupo Clarín, integrante de la Asociación Empresaria Argentina que nuclea a los principales grupos económicos con intereses extranjeros- ha decidido actuar bajo emoción violenta, y sus brotes esquizoides pueden configurar un nuevo escenario político.
Es que, a menor representatividad electoral, moral e intelectual, mayor intolerancia y crispación. La contundente derrota del partido político opositor, Clarín, por amplísimos margenes en la discusión legislativa por la ley de medios, lo ha llevado a una desopilante alianza donde inventa y exalta a los dirigentes políticos más estúpidos del campo opositor. Gerardo Morales es un ejemplo: un cínico que tiene la imperiosa necesidad de borrar el disco rígido de su historia política año tras año, incluyendo sus actitudes violentas como rebajar las jubilaciones un 13% con de La Rúa y Chacho Alvarez y agredir sistemáticamente y durante muchos años a Milagro Sala ("la prostituta" le decía, antes de convertirse en este mártir de las causas corporativas) y su ridícula postulación junto a Lavagna a la presidencia. Todos hechos que lo tuvieron de ejecutor de tareas menores, acorde a su evidente mediocridad intelectual.
El Partido de derechas Clarín, al evacuar esa cloaca de pus y diatribas panfletarias, puede, insisto, reconfigurar el escenario político.
Al optar por los sectores más sadacos de la derecha, como Morales, incide en la interna de ese espacio y lleva a Carrió a competir con el tonto de Morales-con bronca, porque ella fue pionera en decir boludeces cargadas de odio- y descoloca a los más sensatos de ese espacio, que son los que tienen votos, representatividad y experiencia de gestión. Cobos, aunque su escala moral empieza en él y termina en él, tiene como estrategia discursiva plantear que la negación de los Kirchner implica la negación del conflicto político, así que no puede verse cómodo si quiere ser alternativa al lado de Carrió y Morales, u otros personajes menores de Clarín. Ni hablar Hermes Binner, que compite con Reutemaan en expresarse con claridad sin decir nada, pero sabe que cuenta con cierto prestigio, fundamentalmente en el progresismo porteño.
Los sectores de la oligarquía, también sacados porque quieren como Clarín un país atendido por sus propios dueños (son tan incapaces los empleados...) sellan también esta alianza opositora con un radicalismo ya a la deriva de las corporaciones, sin ética, sin principios, volcado a la derecha y discutiendo si el ex segundo de Cristina o el ex segundo de Lavagna debe liderarlos para renovar los contratos legislativos.
El problema es que los que ganaron elecciones en el campo opositor -no es el caso de Morales, ni de Carrió, ni de De Angelli, ni de Ernestina Herrera de Noble, ni de Techin, ni de Carrió- son relegados porque, teniendo como incentivos llegar a la presidencia en el 2011, no quieren sumarse a la comparsa de impresentables como los ejecutivos desplazados de repsol, los de Clarín, los de las AFJP, los de la UCR.
Macri no puede decir: "yo me cagó más en los derechos humanos de Carrió, de hecho, tengo patotas que cagan a palos a los linyeras en la ciudad de Buenos Aires. Y los liyeras no salen en Clarín victimizándose como Morales" porque necesita que los porteños sigan creyendo que el problema son los intendentes del conurbano y el feudalismo del interior. De Narvaez no puede acusar a Kirchner de fascista porque desconoce la existencia de categorías políticas, y su intuición lo lleva a creer que esa acusación podría llevarle diputados propios al campo del kirchnerismo. Es como si Jorge Altamira acusase de izquierdista obcecado a Patricio Etchegaray, o la revista Cabildo confesara que Van Der Koy  le está robando lectores.
Ni hablar de Colombi en Corrientes, del Movimiento Popular Neuquino, de Reutemaaan -que fue dos veces gobernador- de los radicales santacruceños, de Das Neves, de Busti, de brizuela del Moral.
Pero, si un sector importante de la oposición se radicaliza y persiste en los brotes psicóticos contra el resto de la oposición, el tercio más disciplinado políticamente de la escena nacional puede resultar un claro competidor de cara al 2011. Esto lo ha demostrado Macri, que con una legislatura porteña disciplinada, ha logrado reírse de las bravatas de la Asamblea de pequeñas y Medianas Empresas Progresistas, que discuten la progresisvidad de los Kirchner por aliarse a los feudales del interior mientras los grupos de tareas arrasan las calles porteñas.
Por suerte, la incivilidad y atraso social, político e ideiológico que viven los porteños, no ha llegado todavía a las calles donde me muevo. En Entre Ríos -gobierna el kirchnerista Urribarri- en Santa Fe -gobierna el socialista Binner- en Corrientes -gobiernan unos primos que hacen de las instituciones una interna radical; no hay paptotas del gobierno que barran con los linyeras que duermen, dolorosamente, en las calles. Sí hay gente durmiendo en las calles. Y hay que terminar con eso. No con los métodos de Macri.

La radicalización de un sector de la oposición puede reconfigurar el escenario político Ellos no son tontos, saben que es así, pero apuestan a que Cristina Kirchner no termine el mandato.