- Había en Jerusalén dos carpinterías, la de Víctor De Gennaro y la de José de Nazaret. Se comentaba en el barrio que el mejor carpintero era, por el tiempo que se tomaba para arreglar cada zapato, Víctor De Gennaro. "Sí, estás dos años para que te arregle la suela, pero queda pipí cucú", decían las señoras cuando baldeaban las veredas. Se rumoreaba, también, que Víctor, a pesar de sus casi treinta años, aún no había concretado con su mujer porque "aún no era el momento de la Central". Es por ello que el Espíritu Santo descendió de los Cielos y se apareció en los sueños de Víctor para encomendarle una tarea celestial que marcaría la Historia de la Humanidad: "Víctor, hijo de la CTA, no temas recibir a tu mujer, porque lo que ha sido
engendrado en ella es del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo; y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". Cuando Víctor despertó del sueño, besó en la frente a su mujer y caminó hasta el Monte Sinaí, donde pidió audiencia con el Espíritu Santo. Aparecióse el Santo, y díjole Víctor: "¿Le parece?, yo creo que todavía no es el momento para que yo sea padre, hay mucho para construir, unos zapatos por arreglar. Pero enfrente de casa hay un carpintero muy bueno, José se llama. Pregúntele a él que seguro se prende".
La historia universal del degenarismo sigue acá, en el blog de Tomás.
¡Gracias Luquitas!, un abrazo.
ResponderBorrarTal cual, es como un vareador que jamas va a montar un caballo en carrera
ResponderBorrar¡Jaaa jajaja!
ResponderBorrar¡Tremendo!