Cristina y Kirchner

La bronca los puede y continúan las tapas contra "Cristina". El radicalismo, alquilado a las corporaciones, todavía no tomó nota de este giro y sigue contando el cuento de la solapa: "Kirchner, detrás de las cortinas, ordenó comerse los chicos crudos".
En un par de semanas, los gerentes de la ex ONG radical, ya hablarán de Cristina. Pende la espada de Chantocles sobre los lavagnistas Sanz y Morales: ahora que tienen gobernadores y candidato presidencial, si bajan en imagen e intención de voto, esos mismos expulsados de por vida se volverán al CONFE o a la próxima Concertación que venga.
Cristina.
Creo que es, en el Grupo Clarín, un giro en cierto modo psicológico y en parte un reacomodamiento al nuevo escenario.
Los tránsfugas en diputados y el senado del kirchnerismo fueron los que permitieron la gesta revolucionaria de los contratos al Grupo A. Pero el kirchnerismo es claramente la primera minoría. Lo que, en suma, lo pone en posición de manejar la agenda.Aunque no de ganar.
El peronismo disidente no remonta y esa es la clave del proceso político, bueno, eso y la conducción estratégica (a la que la derecha es funcional) de Claudio Lozano, diputado de Fuerza Porteña.
El vicepresidente opositor que balbucea sobre la calidad institucional está en una cuenta regresiva: si las elecciones fueran hoy, arrasa. Pero no son hoy. Y desde su situación simbólica de detonador de la institucionalidad, siempre es un riesgo, aunque la prensa resulte tan condescendiente con el maratónico consensualista, en el fondo, siempre está el riesgo de que "la gente se de cuenta". Cualquier militante histórico del radicalismo se sonroja un poco ante el cinismo de este consumado traidor.
Pero, el caso es que Clarín nota el empantanamiento legislativo, y la ejecutividad que desplegará, necesariamente y sin mayores costos, Cristina.  Y atacan ahí. Racionalmente.
Pero, también hay elementos psicológicos: Cristina es, para los principales grupos económicos, una mina muy jodida.
Clarín tenía en el freezer a la Asociación Empresaria Argentina que vicepreside, creada para diferenciarse de la, entonces oficialista, UIA.
Con Néstor Kirchner tenían una exelente relación. Y todos los desaguisados fueron posibles. La estafa de Clarín a los jubilados a través de las AFJP, la más famosa fusión de dos empresas oligopólicas de cable, la cuantiosa publicidad para el Grupo pero también para los quioscos de sus periodistas estrellas en los canales de cable del Grupo.
Lindos tiempos. Oh, cierto que estaba la indefinición del Triple Play, y que había algunos funcionarios indeseables para las corporaciones, pero en general, la cosa marchaba. Siempre es preferible un estúpido como De La Rúa y un empleado como Chacho Alvarez, pero la gente andaba quisquillosa y menos masoquista, así que mirando a Chávez y viendo que todo podía ser peor, mansa y oportunamente, Clarín se plegó "a los nuevos vientos de américa del sur".
El fútbol, las AFJP, la Ley de Medios, la no fusión del cable, los límites a fibertel, la nueva norma del triple play,  sucedieron bajo el gobierno de Cristina. También la humillación a sus socios, la Mesa de Enlace: esa cosa de darles previsibilidad en los precios exportables y hacer que las multinacionales exportadoras paguen impuestos, no, ni el troskismo toleraría una afrenta así.
A esa sumatoria se debe la joya periodística de la tapa de días atrás: "Cristina necesita más plata y lanzó otra moratoria". Quedará, esa tapa, en los anales de la verguenza y el apriete, vendido cínicamente como periodismo independiente.
El caso es que este giro les puede salir mal.
Con el cuento de Kirchner como sargento instructor en la colimba, en cierto modo erosionaban a Cristina y por partida doble tapaban un eventual candidato del mismo espacio. Un Kirchner lloroso y con los ojos abiertos, aburrido en la Cámara de Diputados escuchando a Pinky, crea un nuevo escenario: como no puede polarizar porque se pierde, mejor callarse.
Y los dardos de la oligarquía afectada (más moralmente, y mirá el quilombo que se armó, que económicamente) por los avances democráticos de los últimos años, seguramente tendrán que apuntar a Cristina.
Pero, los efectos, les pueden salir mal.
La única posibilidad que tiene el kirchnerismo de continuar, por lo menos al frente del liderazgo de la mayor parte del peronismo -con todo lo que eso significa- más allá de 2011 es con una Cristina represtigiada. Esa continuidad de liderazgo, módica o no, implica, la defensa contundente de lo hecho.
¿Es eso posible?
Lula y Bachelet lograron represtigiarse, eso sí, cuando ya no tenían reelección y cuando está claro que a sus continuadores no los vota ni la primera minoría. Lo que, pone en riesgo sus avances, habrá que ver.En el caso de Chile, incluso, la única posibilidad de la centroderechista Concertación radica en que el derechista Piñeira es altamente impresentable. No en méritos propios.
¿Lo puede lograr Cristina?
Hoy, yo lo veo más que difícil, al borde de lo imposible.
Pero con un escenario muy complejo. Sobretodo, porque el peronismo que les gusta a los disidente, que es tan honesto que es conducido por Rodríguez Saá, Menem, Romero y Duhalde, no repunta, y está muy cerquita, ahí nomás, a tres despachos, de Néstor Kirchner. Como diría Michetti, re fea la actitud.
La joda de no cobrarle a los ricos impuestos que hace Schiaretti en Córdoba termina en los bonos, o el salvataje de Nación. Pagando deudas a la provincia que vienen desde Menem y De La Rúa.
¿Y acaso Schiaretti es querido por los cordobeses? No.
Ahí está la llave del proceso legislativo. Más parecido al mundo real que a  "Educación Cívica 1. Por Julio Cobos. 14 páginas, con ilustraciones. Viene con la revista Genios"

"Cristina se enfiestó y organizó un recital en la Casa Rosada" puede ser mañana, si les place, un titular del partido Clarín. Ok. Pero, si al lado ponen: "Duhalde propone defender la república consensuando, Cobos promete mayor calidad institucional, Macri asegura que hay que escuchar a la gente",  la preferirán, los pibes de mi barrio, a Cristina,  o votarán en blanco. Y más tarde o más temprano, cuando el compañero Abel Posse sea el flamante ministro de educación, la extrañarán, a Cristina, la enfiestada.
Ah, y estarán enojados con Clarín.