sábado, enero 02, 2010
La Derecha
En los últimos años me he dedicado a estudiar el pensamiento de la derecha. No por cuestiones laborales, periodísticas, de mera curiosidad, personales, ni siquiera por cuestiones políticas. Por cuestiones, por decirlo de algún modo, literarias (quitando la pomposidad asociada a ese término).
Hay una derecha vulgar, torpe, dicharachera, un neoconservadurismo profundamente violento, que pide diálogo a los hachazos y consenso escupiéndote la cara. No me interesa qué piensa esa derecha, es la antipolítica, que tiene, también, sus manifestaciones por izquierda.
Voy a otra cosa.
La mayoría de los escritores y las novelas que me gustan, son de gente de derechas. Sobre los escritores de derechas nunca faltan reinterpretaciones -algunas interesantes, otras absurdas (éstas, las absurdas, son hegemónicas en las academias de ciencias sociales, se me hace)- pero indagar en los presupuestos conservadores es un inquietante ejercicio. Es muy interesante intentar comprender a la derecha. Más sí, uno, se considera de izquierda.
Decirse de izquierda, hoy, a mí, me da algo de verguenza. De pudor, y de bronca. Mas no importa tanto porque la mayoría de los que se dicen de izquierda, si me conocieran, me considerarían de derecha, o funcional a la derecha, o soberanamente tonto y usado y equivocado. Pasemos eso por alto.
Es inquietante comenzar un razonmiento dándole la derecha a la derecha.
Acabo de escribirlo, ayer: una nota que arranca suponiendo que éste no es un país económicamente viable. Es inquietante, interesante, buscar comprender ese pensamiento.
Parto en unos días hacia Formosa y de ahí a Asunción del Paraguay. ¿Acaso cuando gobernaba Fernando De La Rúa (el hombre de la Tercera Vía y la Internacional Socialista) y Chacho Alvarez (el hombre al que no se le conoció jamás una propuesta para combatir la pobreza, más que vaguedades de derecha) no jodían los economistas neoconservadores pidiendo, más o menos, suprimir las provincias del norte, las provincias "inviables"? ¿Tanta agua bajo el puente pasó desde que Lanata se indignaba de los salarios -casi un 10% de lo que él cobra de publicidades estatales- de no sé qué Legislatura provincial del bárbaro norte argentino?
De un tiempito a esta parte, lo que fui elaborando para consumo de mi conciencia -de lo que me queda de conciencia: hasta en eso dejé de ser "progresista": me asumo como ser humano y bravío pecador- fue perdiendo las etiquetas. Da algo de verguenza, me da algo de verguenza, decirme de izquierda, y decirme, también, federal.
En mi formación política, en mi brevísima formación académica, en mi experiencia laboral, nunca tuve oportunidad de estudiar a la derecha.
Así que podía discutir sobre las industrias culturales, destrozar el cuadro emisor-receptor, contar la revolución rusa, aseverar cuál era la tasa de ganancia decreciente del capital industrial en las postrimetrías de la revolución libertadora, pero entender a Manrique me resultaba imposible. O a Menem, o a De La Rúa. O el devenir familiar de Federico Pinedo.
Porque al no entender la derecha, uno no entiende el sentido común, las causas probables, los miedos profundos. La razón de ser de los poderes fácticos. El sentido común.
Antes creía que con Simone de Beauvoir y Gramsci esos saberes estaban saldados. Pues, que no.
En fin, he comido tantas cosas sofisticadamente ricas ayer, y tomé tantas burbujas de colores y uvas añejadas en maderos con aromas frutales sutilmente sensuales que me merezco una hamburguesa grasienta de las que venden en la plaza de las banderas, acá a la vuelta. Con cerveza Santa Fe. Para después volver acá, al departamento, y mirar el último show de los Midachi.
Qué tanto divagar con boludeces.
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Estimado Lucas, creo ,a esta altura de la soiree, que la cosa por una cuestion de sensibilidad
ResponderBorraro de mirada digamos.
Uno tiene una sensibilidad de "izquierda" si lo indignan pavada tales como muertes evitables,niños en la calle, ancianos tirados a su suerte,vidas al cuete,uno tiene una mirada de
"izquierda " si no acepta sin discusión o alguna lectura critica a lo que los escribas aceptados consagran como verdades evidentes
En definitiva uno es de izquierda sino deglute amablemente las zonceras o hijoputeces de la Argentina concheta
Lo demas no importa nada
Buen 2010
Lucas: Yo he divagado de izquierda en izquierda desde mi mas tierna edad.
ResponderBorrarHasta que decidí que podía desarrollar boludeces interpretativas del universo sin ayuda externa.Y como la derecha me acusa logicamente de izquierda, y la izquierda, logicamente, de derechista, finalmente me declaré izquierdista de ultraderecha con ciertos dejos de derechista de ultraizquierda. Bienvenido a mi movimiento
¿Te parece buena forma de empezar el año? Tu crítica es muy dura para 1º de enero, che...
ResponderBorrar..........pero es así.... el progresismo, Sociales, creían en la escuela de Frankfurt y Sausure, mientras nos llegaban los cables de fibra óptica. Soñaban con el mayo francés y no veían el cordobazo, ni el 17 de Octubre. Decían que el poder se había vuelto inmaterial mientras privatizaban el petroleo. Analizaban como los obispos las etiquetas y las declaraciones de otra facción del progresismo y no veían como prendía el discurso de derecha.
Más allá de que no estemos de acuerdo con su ideas ni valores, el desafío es respetar a esa (centro) derecha que reivindica la política
ResponderBorrarJustamente pensaba en escritores como Vargas Llosa o el mismo Aguinis en Argentina, representantes del pensamiento de la derecha internacional, que escriben muy buenas novelas pero, cuando se meten en pensamiento politico, naufragan como si condujeran un bote salvavidas contra el iceberg que hundio al Titanic.
ResponderBorrarNo se si se tratara de ese fanatismo por lo inmediatico y mediatico que tiene la derecha: usar y darle aire a personas ya reconocidas como divulgadoras.
Saludos.