lunes, febrero 08, 2010

El poder no enferma



1) El rey se siente triste, desanimado, y aunque en los cuentos de hadas no se utiliza esta palabra, estresado. Debe ser estresante, cuanto menos, ser rey. Asoma la cabeza a la ventana. El pequeño rey (su padre acaba de morir) mira las muchedumbres de súbitos en el mercado. Los ve reír, abrazarse, hablarse. No tienen tantos problemas como él.
El rey sueña con ser Robin Hood, y por esas cosas del azar, queda, un día, perdido y lo confunden con un hijo de un siervo de la gleba, mientras un mendigo ocupa su lugar de rey. A él lo cagan a palos, queda desnutrido, humillado y ridiculizado. El mendigo, en cambio, pasa flor de joda rodeado de putas, manjares y unas flores raras que le traen desde la China. Se las fuma a todas.
Pasan los años, el verdadero rey muere de tuberculosis, el rey impostor se sofistica y las orgías incluyen africanas, las flores de la China se beben como infusión y cuando se aburre conquista tierras vecinas.

2) ¿Porqué habría de enfermar el poder? ¿Cuál combinación psicológica llevaría a eso? ¿Porqué un Presidente que se preparó toda la vida para ser Presidente una vez que cumple su sueño, debería enfermarse de felicidad, de emoción, de esperanzas, de frutración?

3) Hay concejales que sufren el poder, presidentes de comisiones vecinales, médicos que no aguantan a socios del consultorio y toman pastillas antidepresivas, hay de todo en la viña del señor. Pero de las tantas clasificaciones posibles, hay seres humanos que disfrutan el poder y otros que lo padecen. Hay compañeros de oficina que quieren ascender, no por la guita sino para ser jefes. Y otros que quieren ganar más guita pero trabajar y tener menos responsabilidades.

4) Los que no quieren ser pobres y sueñan con ser ricos, frecuentemente matizan como quijotada sus frustraciones personales, sus ideales más perversos, su envidia.

5) ¿Qué mueve al concejal a querer ser intendente, al empresario que ya ni sabe qué guita tiene a querer acumular más, al sacerdote a llenar su iglesia, a la maestra a que todos sus alumnos "triunfen"? ¿Porqué a priori el poder está mal, si es algo que sentimos, nos atraviesa, a cada rato, en cada lugar, en cada momento?

6) ¿Se puede ser tan boludo de creer que el poder enferma? No, lo que enferma, de verdad, es la pobreza. Los que duermen en la calle tienen más stress que un cónsul, y se amuchonan en hospitales cuando sangran, no aguantan el dolor o están a punto de morir. Debe ser bastante feo no tener un familiar al lado, una botella de un buen vino, el dinero para medicamentos y una operación seria.

7) Lo único que nos iguala es la muerte. El poder es un modo -de tantos- de trascenderla, de suponer que algo dejamos en el torrente de la historia. Hay quienes se suponen insignificantes siendo gobernadores o presidiendo la Asociación Empresaria o la CGT, porque s ecomparan, siempre hay, con otro que tiene más poder.
Hay quienes mueren con la sensación de una obra hecha: un hijo recibido, la casita a la mujer, una vida módica aunque instensa. Hay quien grabó un disco, quien hizo un programa de televisión, quien muere de amor.
¿Desde dónde, desde la tele, pueden saberse la actitud tan íntima ante la finitud, de cualquier persona?

8) El poder no enferma. Enferma la falta de poder. Enferma la pobreza, la soledad, la desesperación. Entiendo que hay gente que crea que el poder enferma, y entiendo que crea que tiene un tono épico esa creencia, algún valor moral positivo. Yo prefiero la política a la victimología: soñar con un horizonte que achique, para todos, lo que verdaderamente enferma.

9) La mayoría de los argentinos no consigue un tratamiento médico como Sandro, no tiene el afecto, si se quiene de un 30% (un 30%!!!!!) de los argentinos como Kirchner, la benevolencia judicial para con la Hiena Barrios, la posibilidad de adoptar como Ernestina Noble. La mayoría de los argentinos muere en nichos apilados en paredes grises, en hospitales públicos de más de diez camas, sufre por falta de prótesis, nunca conoció a un psicólogo, no tiene contador propio y recurre a agobiados defensores oficiales. Se morirá sin probar la radicheta y el rabanito, sin conocer europa, sin viajar en avión, sin ponerse corbata, sin haberse ido jamás de vacaciones.

10) No, el poder no enferma a los que lo ejercen. Suele, el poder, enfermar a quienes no lo ejercen.

7 comentarios:

  1. Lucas cualquiera que este en lista de espera, tiene tanto lugar como Sandro. Empezar a joder con la lista de los transplantes es caer muy bajo.

    El poder enferma, el poder economico enferma. La falacia es de Nelson Castro equiparando Poder con Gobiernos.

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  2. Si no preguntale a Magnetto que se está muriendo porque se está quedando sin poder.

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  3. AH, SOBRE EL LIBRO DE CASTRO, QUE PELOTUDO IMPORTANTE EH.

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  4. El poder enferma.

    Pero lo que mata, lo que mata es la humedá viejo. Y por eso sí que nadie hace nada.

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  5. El poder siempre va acompañado de una descarga placentera y es muy subjetivo. Alguien se puede sentir poderoso pisando un insecto o conduciendo un auto. Coincido con Lucas en relación al discurso de Nelson Castro, ya que atribuye e interpreta el padecer o el daño corporal como consecuencia de la ambición de poder. Nada más errado.Enferma mucho más la marginalidad y la pobreza.
    Con tal de joder el tipo mete púa mezcla sus conocimientos médicos con su periodismo, perfil de escritor y sabelotodo. Nelson Castro es un enfermo de poder megalomaníaco y sabe muy bien como utilizarlo en su tarea mercenaria.

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  6. usted tambien en el lameculismo? ay, pobre Nestor, si se nos muere ahora no va a poder afanarse todo hasta el 2011 !

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  7. A Lucas en general no le gustan los discursos de Cristina, no le pareció bien que hablara de la carne de cerdo ni que anduviera en cuatriciclo, criticó a 678. El es un hipercrítico, aún de lo que apoya en última instancia Algunos piensan que es un provocador, por ejemplo, te pecha para que te caigas en un charco y para que hagas ejercicio aeróbico mientras recuperas la posición. Ese Lucas hipercrítico ahora escribe esta pavada, infinitamente banal y hasta pretensiosa. Y yo no salgo de mi asombro. Ojalá fuera tan comprensivo y concesivo con otros como lo es consigo mismo

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