Hacia el 2011

Tras las elecciones legislativas del 28 de junio, se dieron varios hechos políticos más o menos imprevistos:

1) La salida de la crisis internacional más dura desde el colapso de 1930.
2) Los aumentos salariales, jubilatorios y la universalización de las asignaciones familiares  volvieron a poner al consumo como motor del crecimiento, con una inflación preocupante pero no descontrolada.
3) No se dieron fugas masivas -ni menores- dentro del Frente para la Victoria, ni dentro del peronismo que acompaña a Kirchner.
4) Gobernadores oficialistas derrotados en sus provincias, lograron recuperar la iniciativa.
5) Entre los gobernadores oficialistas, en ninguna provincia hay conflictos políticos de magnitud tras las elecciones.
6) El peronismo de derecha se quedó sin candidatos de alcance nacional, Reutemann desdibujado y Duhalde como espasmódico y esporádico columnista televisivo.
7) La formación más organizada de derecha -desde el retorno democrático- del PRO, se rompió en dos pedazos: una mitad de la empresa para Macri y la otra mitad de las acciones para De Narvaez.
8) Ningún peronista se sumó a lo que quiera armar Macri.
9) El Acuerdo del Club Social se rompió en varios pedazos: por un lado Cobos, por otro Stolbizer, por otro el hijo de Alfonsín, por otro lado Carrió, por otro lado Binner.
10) El Acuerdo del Club Social antes del 28 de junio tenía liderazgos distritales sólidos, hoy cada liderazgo televisivo es discutido en su región: en Santa Fe, se están resquebrajando las relaciones entre radicales con el socialismo, se apartó la Coalición Cínica del gobierno, el ARI y el SI están afuera, al igual que el partido de Martín Sabatella y el Partido Comunista. Al interior del socialismo, recrudeció la pelea entre Giustiniani y Binner. En Mendoza, Cobos enfrenta a Fayad a la pérdida, y aparece asomando Sanzs. En Punta del Este, el liderazgo de Carrió es discutido por la estructura orgánica del radicalismo, y se desdibuja su candidatura a presidente. En Buenos Aires, el hijo de Alfonsín rompió los acuerdos con la gente de Carrió y con Margarita Stolbizer. En Misiones, Río Negro, Santiago del Estero y Corrientes, el radicalismo sigue dentro de la estructura kirchnerista.
11) Al interior del Acuerdo del Club Social, los que no ganan las elecciones conducen: Gerardo Morales y Carrió.
12) Al interior del mundo sindical, el despiste de De Genaro se suma al despiste de Luis Barrionuevo: el duhaldismo está en problemas; Yaski será seguramente reelecto en la CTA y Moyano conserva intacto su poder al interior de la CGT.
13) El mundo del capital no se encolumnó detrás de la cruzada alocada de Clarín, más aún, incluso Techint ya no presenta las mismas ganas de dar una batalla.
14) El impacto de la asunción de la centroderecha en Chile y Uruguay todavía no es nítido: por un lado, el trágico terremoto en Chile dejó en bolas a Piñeira con su idea de achicar el estado para agrandar la Nación, y las boludeces que dice Mujica sólo pueden ser tomadas en serio en este período de gracia. Dentro de un año ya se lo comenzará a ver como un viejito gagá que anda diciendo giladas.
15) El eventual trriunfo de Serra en Brasil ya no es tan seguro.
16) La inviabilidad política de plantear un cogobienro desde el Congreso está haciendo sentir las esquirlas en el mamarracho vicepresidencial, en la UCR y en el peronismo de derecha. 


En este cuadro, es esperable que sean las corporaciones, que viven insultando a sus ineficaces legisladores, quienes se pongan al frente de la batalla. El jefe de la secta católica, Jorge Bergoglio, y las empresas comunicacionales, en primer lugar.
Pero la verdadera disputa con el capital no pasa por lo que diga un encubridor de pedófilos o el CEO de Clarín sobre la dictadura militar, en esos terrenos, la sociedad está madura para no dejarse arrastrar de las narices. La verdadera disputa con el capital pasa por "amigos" como la Cámara de Alimentos, y el rol de las centrales empresarias de ir colocando al frente de sus gremios a lobystas para que pasilleen con los sobres de la felicidad: Funes de Rioja y Jaime Campos. Porque el principal frente de batalla es la inflación.

Un aumento del precio del arroz y del aceite -no de la carne- es un golpe demoledor para el gobierno, no así lo que diga Julio Blank, que prontamente comenzará a gritar en cámara con un chaleco de fuerza que Kirchner es puto, diabólico, terrorista, ladrón; y para variar nadie le dará bola. Pero cuando el arroz y el aceite se van por las nubes, comienzan los problemas.
Con el 40% de los trabajadores sometidos por las patronales a condiciones ilegales de trabajo, y en el actual mapa de desigualdades regionales, es imposible sostener una estrategia de contención basada en paritarias y aumentos con movilidad en jubilaciones (aún si se incluyera la movilidad de las asignaciones y planes sociales).
Sin controlar los precios con eficacia, no con bramidos para asustar al abuelito de Heidi, la disputa lanzada desde las patronales para la apropiación del dinero de los más pobres, tiene toda la chance de neutralizar los efectos positivos de esos intentos redistributivos.