Nada de esto puede hacerse sin la complicidad de tribunales, nada, nada. El problema principal no es la policía, ése es el verso de los charlatanes de tribunales (que ofician de fuentes para el periodismo): ellos nunca tienen nada que ver, ellos "combaten la corrupción". No, no, no es así.“La relación se va generando naturalmente en el barrio. Los chicos están muchas veces en el delito –sostiene el secretario de una fiscalía–. Están en el robo mínimo, los vecinos los denuncian, viene la policía, lo identifica, pero tiene una actitud condescendiente. ‘Te perdono la vida y hacé lo que yo te digo’, es el pacto. A veces consiste en sacarle una parte de lo robado, otras en el pago con paco, con pastillas o drogas. Si no quieren, empieza el hostigamiento. Los levantan una vez, en averiguación de antecedentes, muchas veces, sin que eso signifique delito alguno, pero en la mente del chico ya está en manos ajenas.”
Es vapor lo de la "responsabilidad estatal", eso lo puede decir el partido obrero. Es menor la injerencia de los punteros políticos en la delincuencia (queda bien decir lo contrario, pero es verso, y además, hace poco y nada por la seguridad minar la poca organización social existente en donde el estado sólo está presente a través de vecinos policías o, el corazón del delito, que son los tribunales) y es muy alta la del poder judicial.
A ver, es sencillito: en los barrios populares viven oficiales y subsoficiales de la cana, y menores que delinquen y otros con laburos de mierda y la mayoría buscando un porvenir.
Ninguno de ellos conoce a quién venderle un plasma, una notebook, ruedas de una 4x4. Necesitan una conexión. Esa conexión, siempre, es provista po el tándem de policías de alta graduación en complicidad con funcionarios de tribunales.
Los pibes, de pendejos, ingresan por alguna boludez a la comisaría, en complicidad con tribunales y bajo su exclusiva responsabilidad: ahí dentro hacen un curso intensivo de delincuencia. Aprenden, a los golpes. No tanto o solamente los de la cana. Sino, los de los otros pibes.
En la medida en que no se ataque al corazón de la cadena, tribunales, las cosas seguirán más o menos dependiendo de la economía, del largo plazo, de la posibilidad de reconstruír el estado.
Y seguirá reproduciéndose la espiral de violencia que generan los tribunales al embrutecer a la policía, al sistema penal, a los pobres y a los jóvenes pobres. Mientras, ellos, hablan con la prensa y cuentan la realidad, como si estuvieran siendo meros observadores.
¿Vale poner, como en la nota, a UN juez, uno sólo, que denuncia a la policía (jamás a la complicidad de la casi totalidad del sistema judicial que, evidentemente, es cómplice por omisión cuanto menos) contra toda la policía? Ese discurso, me parece, aún con buenas, muy buenas intenciones, se queda a mitad de camino.
La policía no va a cambiar en la medida en que no cambien los tribunales.
Los policías son reclutados de los sectores populares, conviven con la violencia que reproducen y potencian, pero, son muy pero muy conscientes de que pueden pagar sus delitos. No son tan boludos. Los policías van presoso, los jueces, solamente si son cómplices del atentado terrorista más grave de nuestra historia. Y no van a cárceles comunes, esas inhumanas, violentas, esos campos de concentración.
Los funcionarios de tribunales provienen de los sectores medios altos de la sociedad. Son muy conscientes de que jamás pagarán por ningún delito que cometan, de hecho, no consideran, por ejemplo, que sea un delito arruinarle la vida a miles y miles de jóvenes. Ni ahí. ¿Tener procesado y en la cárcel durante años a un jóven por 10 porros, no es un inmoral, inhumano, cruel y degradante; no es de hijo de puta? ¿Nadie pagará por haber fabricado de ese pibe que fumaba porro a un delincuente? ¿Nadie se hará responsable por la violencia social que genera? Pues que no. A lo sumo, algún milico que se contagió de la podredumbre. Algún milico que sigue la cadena vertical de la policía: en tribunales, no hay cadena vertical, hay impunidad.
Suponer que los tribunales miran y tratan de arbitrar en la violencia es un error: el sistema penal está podrido, de pies a cabeza, pero para cambiarlo, hay que empezar por la cabeza.
¿No sería más correcto que un policía gane lo que un juez y que un juez lo que un policía? ¿No sería correcto que se elijan los comisarios y los jueces?
El problema de la reproducción estatal de la violencia social es claramente de clase, marcadamente de clase, preponderantemente de clase. No entre clases altísimas y bajísimas, sino en el único lugar estatal donde los sectores medios bajos y medios altos se cruzan: en el sistema penal.
Las familias policial y judicial son compiten y se protejen y así sostienen y reproducen el avance del estado policial y negocio del delito. Nunca se separan. Ver en el caso Bulacio cómo un tradicional representante de la familia judicial Pablo Argibay Molina defiende ad infinitum al comisario Espósito que mas le hubiera valido cumplir condena. Bien dicho Lucas, eso de que las dos agencias del estado se abisagran en el sistema carcelario para perfeccionarse.
ResponderBorrarInspirado!
ResponderBorrarRecién lo leo. Me gustó mucho!
ResponderBorrarPresentar lo que pasa en el choreo suburbano nunca lo había visto hasta ahora
Puedo añadir de mi coleto:
¿No es llamativo que de los actores del proceso nunca se haya escuchado un auto-reproche a su papel en la represión?
¿Será posible que se haya juzgado y hasta condenado a milicos, y nunca a un miembro del poder judicial? Recuerdo que es el poder del estado que tiene a cargo la defensa de los derechos constitucionales ¿Qué juraron defender, el Billiken?
¿Cómo puede ser que las investigaciones hechas por inútiles, cuando no cómplices, como los casos de Cabezas, Morales y Carrasco, por citar aquellas donde finalmente hubo condenados pese a la investigación, nunca se lleven puesto al fiscal, cuando hay policías que son exonerados? También cabe aclarar que la policía depende formalmente de los fiscales para investigar.
Pero presentar lo que pasa en el choreo suburbano nunca lo había visto hasta ahora