viernes, agosto 20, 2010

Las mujeres me tienen podrido.





Recién en la cola del cajero automático (el único cajero disponible en esta ciudad, y es del credicoop, dios mío, cómo detesto al credicoop) una vieja le decía a otra que la cosa es como en la propaganda del pajarito que te taladra la cabeza. Ay, Julia, cuánto te quise, hija de puta, ni bola me diste. Me reí, largo, así como medio descarado, las viejas me miraron, raro. ¿No vendrá este extranjero a robarnos? Guarda con las salideras. Pero una vieja me dijo que anoche me vio en el informativo.Qué bien que habla, señor. Agregó. Vieja boluda. Yo tenía 13 años y Julia 11, ahora que lo pienso, debés tener 30 años, te conservás bien, y la llamaba por teléfono y hablaba largo rato, horas. Pero ella no sabía quién era yo. Hacía furor la novela Una Voz En el Teléfono, había una canción, de esas grasas que me gustan, del Paz Martínez. Tengo 300 mails sin leer. Medio planeta quiere comunicarse conmigo: decidí no tener más celular ni leer los mails ni atender el teléfono, tá? Bueno, entonces, una vez, le dije que era yo, me confundió, la zorra, con mi hermano. Sí, una porquería la mina. Y una vez, entonces, quedamos en ir a una fiesta en la escuela Sarmiento. De 8 a 12 de la noche, la fiesta, vendían panchos.  Me preparé, nervioso, para la noche célebre y consagratoria. Betta, querido, te has ido sin mí. Me arrepentí, voy para Bs As, cuando leas esto, sentite culpable, je. Igual, te veía muy de novio. Entonces, peinado y con gomina, fui, y di vueltas, la juné, primero, de lejos. Se escuchaba Yazimel, no sé si se escribe así, era petisito, pero Julia, más baja, y ay, cómo te quería, el mundo no alcanzaba para regalarte toda mi cursilería. En fin. Un fiasco. Pasaste, abrazada con tu amiga, ¿quién era tu amiga?, estaba buena, también, pero yo sólo tenía ojos para vos, y bue, pasaste y me dijiste, con esa boca y esos labios, me dijiste, Hola. Me dijiste Hola. Bien, medida, tanteando el asunto. Y Carrasco, que en ese momento era Carrasquito, te dijo, contundente, nada. Ni una puta palabra me salió. Qué pajero, por dios, ni siquiera te devolví el hola, ni ahí un cómo te va, galán y convencido, nada. Qué boludo. Ahora, bue, las chicas me adoran y me odian y me cago de risa, pero escuchame una cosa, Julia: a vos no te herí, ni te defraudé, no te desilusioné ni te llené de rencores, ni hola te dije, nunca un beso, todo bien, pero ni hola te dije. Por eso me gusta acordarme de vos. Ni me odiás, ni me querés, ni me registras. Vos, Julia, sabelo, sos una masa. Casi al nivel de Agustina.

4 comentarios:

  1. Es cierto que le hicieron un escrache en Firmat y lo amenazon con milanesas de soja? Le expreso mi solidaridad, desde ya.

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  2. ya te dije, me sos indiferente, no te odio. eso sí, ese macherío que tenés es de nabo supremo. que te escriban poesías, las mujeres así son las que merecen estar con vos.

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  3. Mmm, recurre a Julia, Carrasco ,y es un recurso más para seguir amuchando. Dice un cuento de la mexicana: mi tía se enamoró como se enamoran todas las mujeres inteligentes: como una idiota....
    amores de intelectuales, complicados, para amenizar la vida.

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