“Vinieron por mí”
Por Marcelo Helfgot
Un día fue el campo, otro la Justicia, cada tanto los opositores. El uso del aparato estatal por parte de los Kirchner para hostigar a quien no piensa igual va creciendo en prepotencia. “Hoy es Clarín, mañana somos todos”, reflexionó ayer el jefe del bloque macrista, Federico Pinedo, un diputado respetado desde todo el espectro ideológico del Parlamento. Frases similares comenzaron a inundar las redes sociales y las charlas de café. Todas inspiradas en un poema cuya autoría suele atribuirse erróneamente a Bertold Brecht. Fue el pastor alemán Martín Niemoeller el que patentó la indiferencia de los que nada dijeron cuando se llevaban a comunistas, judíos, sindicalistas y católicos, porque no lo eran. “Luego vinieron por mí, pero ya no quedaba nadie a quien decir nada”, concluía en su lamento. Tan actual.
Cada tanto hacen este uso de las palabras. Cada tanto se plantean a sí mismos en un lugar de víctima, porque no toleran la contrastación de argumentos, que los obliga a situarse en un lugar de ciudadano. Los que fueron perseguidos, dicen, ahora nos persiguen, revanchistas. Buscar equipararse con las víctimas, en esta época donde las víctimas dejan de sólo serlo porque recobran el valor de su militancia, sigue teniendo olor a cola de paja.
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