martes, septiembre 14, 2010

Pacto de Olivos 2

Por Raúl Degrossi

1. La sanción de una ley de coparticipación federal que requiere ser aprobada en forma unánime por todas las legislaturas provinciales, algo absolutamente imposible de conseguir (aunque pensándolo bien, mejor así, porque si prosperaran las propuestas de "federalismo fiscal" de los alimentadores de chanchos chinos, 10 provincias por lo menos desaparecerían).




2. La prohibición de la delegación legislativa en el Ejecutivo, regulada de un modo tan espantoso que no sólo desconoció más de 100 años de funcionamiento práctico del aparato estatal (respondiendo a necesidades concretas), sino que pretende que, por ejemplo, las "materias determinadas de administración" como dice el artículo 76, no son propias del Presidente sino del Congreso, un oxímoron jurídico digamos.



3. La posibilidad del veto parcial de las leyes (un acierto), redactado de un modo tan confuso que da lugar a discusiones delirantes como la suscitada cuando Cristina vetó la reforma jurídica.



4. El modelo de control de la Auditoría General de la Nación, convalidatorio de la depredación menemista de organismos de control más eficaces como el Tribunal de Cuentas, y consagratorio del reparto de cargos entre los partidos para seguir manteniendo quioscos eternos en nichos recónditos del Estado.



5. El Jefe de Gabinete (todo bien con Aníbal que hace llegar a tiempo los cheques a los cumpas blogueros, pero no me jodan), en tanto se entienda que esa figura (como la pensaba Alfonsín) apunta a introducir de camulina el parlamentarismo como injerto en nuestro sistema presidencialista, o forzar una cohabitación política al estilo de Chirac y Miterrand en Francia, un absoluto y total disparate que sólo podía caber en la cabeza del papá de Ricardito.



2 comentarios:

  1. A este engendro le llaman "presidencialismo atenuado", no sabes si es un sistema político o un yogur

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  2. Interesante. Habría muchas más propuestas. Por ejemplo democratizar el propio parlamento y hacer que todas las leyes, no solo la de coparticipación, necesariamente tengan que se aprobadas por todas las legislaturas provinciales. Es más, la Constitución del 94 fue sabia en ésto: habría que hacer un referendum nacional vinculante por cada ley. Qué digo ley! por cada uno de los proyectos aprobados en el Congreso. Porque en definitiva, hay que estar muy, pero muy seguros de lograr el tan ansiado consenso. no?

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