martes, noviembre 16, 2010
El perro familiar
La foto es de Fede Murcia.
Yo vivía en una casa de techos altísimos, una casa vieja. Capaz que si ahora, que no tengo cuatro años, la veo, los techos sigan siendo tan altos, después de estos departamentos de soltero y las casas de alquiler. Quién sabe. En mi habitación había un ropero viejo y grande, que cuando me apagaban la luz, parecía un fantasma, un monstruo, una bestia diabólica. Tenían que venir a prenderme la luz, para que recuerde que es solamente un mueble, de madera vencida.
Más que aplausos, Mendieta, le cortaron la ruta al gobierno; y está bien. Cuando íbamos de camino, tan al borde de caerse, del cerro a la nada, cortada la...ruta? calle? ni ripio tenía, cortada al filo del calor, contra el precipicio, cuando íbamos de camino me imaginaba, de puro hinchapelotas, a quién le cortaron la ruta: no pasa, por ahí, un alma. Excepto un alma maligna, un fantasma, como el perro familiar. El perro familiar es una leyenda, inventada por los patrones, sin beneficio de inventario. El perro familiar -nada fácil para antropólogos influidos por los estudios culturales- es un monstruo que ataca a los paisanos que no quieren trabajar. La escuelita primaria parecía un centro de salud. Cuando se construyó, hace poco, la escuela de verdad, un edificio digno, con todas las comodidades, en Río Nío, en los cerros, cortaron a calle de tierra, para pedir una escuela secundaria.
En la vieja escuela primaria se hizo la secundaria y un centro de salud. Hay, al frente, una ambulancia. Yo sé lo que significa una ambulancia en parajes así: la diferencia entre la vida y una muerte absurda.
El director de la escuela secundaria -que entre abril y mayo por las lluvias, no puede llegar hasta ahí- es el que organizó, con el gobierno de Tucumán, que nosotros lleguemos ahí. No hay teléfono de línea (sólo uno semi público) y el pibe flogger que tiene un celular se sube hasta los árboles para mandar un mensaje de texto. Esa cosa tan común para pelearse con tu novia, en la ciudad.
Si hubiera vivido ahí la infancia, entre los cerros y la fiereza de la yunga virgen mi papá no habría podido prenderme la luz. Para mostrarme que la montaña es inofensiva. Que el río es un río. Que la selva tiene ternura. Los pollos caminan por el patio de la escuela, se cuelan por el alambrado, el campo es ese lugar donde los pollos se pasean vivos, decía Cortázar, pero el campo que yo conozco, es tan otro. Hay un vacío, lo compartimos con Mendieta. Venimos de hablar de, no sé si lo que sabemos, pero más o menos, qué se yo, en San Miguel En 10 días lleva el gobierno provincial, internet a esa escuela, construida por el gobierno de Cristina Kirchner. Entonces, nosotros, ahí. Hablando de eso. Ojo: nosotros pedimos estar ahí. Pero, de camino, las casas al costado dela nada, las casas nuevas, dignas, pero no sé, hay otro mundo. Entonces de camino le digo a Mendieta, de qué hablamos. Con él hemos viajado a varios lados, no preparamos una charla, más o menos, siempre, zafamos. Es lindo, además, lo reconozco, pelearse, discutir, sacarse fotos, con gente que te quiere o te detesta o tiene sus (más racionales) razones para que les chupes un huevo. Pero uno va a escenarios conocidos.
El sol es como la lengua de un lagarto gigante: pegajosa, asquerosa, molesta, turbia. Y yo no paro de tomar vino. Va llegando la gente al baile. Desde Los Duraznos, una localidad lejana pero la más próxima, de los alrededores, vienen las madres, algunos (menos y valiosos) padres. Los pibes, un sábado, de uniforme escolar. Tienen remeras y pantalones.
Cuando yo tenía 13 años fui a primer año de la escuela de San Benito, una ciudad que, en ese entonces, era un paraje lleno de polvo, de viento y de mucho calor. Habían impuesto un uniforme: camisa blanca y pantalón azúl. Protesté. Era pendejo, pero protestaba. Mi vieja, en ese entonces subdirectora, a cargo del turno tarde donde yo iba, me explicó que lo hacían -contra todas las normas de época- porque de ese modo había menos discriminación entre los muy ricos y los muy pobres. En esos lugares hay esas diferencias. O se miden, se palpan, así. La cosa, apra mi vieja, era simple: si ponés uniforme, los más pobres vienen siempre con la misma y cuidada y apreciada camisa, y los más ricos, no pueden lucirse con las camisas de marca, cambiadas todos los días. Las madres pobres lavan y planchan religiosamente, todas las noches, la camisa de la escuela. Los chicos no juegan al fútbol con sus únicos zapatos.
No, no me convenció.
Hasta que un día.
Ví a un amigo, una tarde que había llovido, después de caminar las cuadras asfaltadas, sacarse los zapatos, ponerse una bolsa en cada pie, arremangarse los pantalones y caminar largo. Muy largo. Hasta su casa.
Los pibes en Tucumán estaban sentados en un pequeño anfiteatro, todos peinados, con las remeras bien limpias, pantalones de escuela. Un sábado a la tarde. Respetuosos. Esperando ver, a la mina que conocen, del único canal que llega, a un par de televisores. Yo les dije que Julia les iba a mandar saludos. Lo hizo. No pudo llegar por la reprogramación de los vuelos.
Las mujeres nos servían asado y chancho y empanadas. Mendieta me escuchaba, mis dudas sobre cómo hablarles a los pibes. Cuando yo tenía 10 años bailé por primera vez con tantas chicas, bajo los árboles, al lado de los corrales de los chanchos, en la escuela agrotécnica donde trabajaba mi vieja. Las chicas -unas viejas de mierda de como 16 años- me sacaban a bailar. Sólo estaban chicas internadas. Pura cumbia y folclore. Focos pintados. Vendían, para recaudar para un viaje de estudios -hasta Concepción del Uruguay- tortas fritas y buñuelos, en la fiesta.
La hija del director de la escuela, que viaja los 70 kilómetros por día, tiene 17 años. Me mandó una carta por la muerte de Néstor. La publiqué acá. Se sienta en un rincón a leer Santa Evita. Hay una sala de computación. Voy recorriendo, solo, con un vaso en la mano.
Las razones por las que yo quise tener estas ideas políticas, a veces, con el fragor de la lucha política, con tantas frustraciones y heridas, se me olvidan. Otras, pocas, las recuerdo, me hacen sentir un poco menos torpe. No sé si todos sentirán lo mismo. A mí me pasa.
Hay veces que me da verguenza.
Los chicos y chicas están expectantes, hay docentes que los acompañan. UDI me gasta por las cosas que digo. Sé que estoy tomando demasiado vino. Podría ser más presentable. Las mujeres en la cocina me acercan un vaso a escondidas. El delegado comunal se siente contento. Le pregunto a Lorena, que es sensible y no me miente, si estoy ya diciendo pavadas. A veces siento que no sé qué decir.
Que quiero ayudar y me sale mal.
Va cayendo el sol. Nos vamos.
Aldo nos muestra las casas nuevas, las pavimentaciones, lo que falta.
Yo fui con mi vieja a un viaje de estudios, era re chiquito, de esa escuela agrotécnica. Me parecían distancias enormes. Era hasta ahí nomás. Se recibían de 5 año las viejas, pero me caían muy bien. Me querían. Me sentaban en la falda, me alzaban, me cantaban canciones con la guitarra. Íbamos en un colectivo del estado, dormíamos en cuarteles con camas cuchetas, comíamos en conventos de monjas, haciendo guisos. Mi vieja les pidió a las que tenían para el boliche, que no vayan sino iban todas las chicas. Pero se decidió que no. Las que se quedaron, tocaban la guitarra en un patio del regimiento. Mi vieja me dejó estar despierto hasta las 2 de la mañana, yo estaba re contento. Me sentía un adulto. Conocí un mundo que era fascinante, el de los adultos.
11 años después fui a Bariloche con mi curso de 5 año. Nunca me aburrí tanto. Esa mersa.
Las chicas eran felices.
Seguramente, la vida real luego las hizo mierda. Bienvenidas al materialismo dialéctico.
Quise decirles a los pibes que cuando llegue internet todos teníamos mayores posibilidades, junto a los docentes piolas, de luchar por lo que uno quiere ser. Sabía que estaba mintiendo. Pero quería transmitir esperanzas, voluntad, garra. Que el mundo, ese inmenso, se abre para todos. Que todos, pero todos, eh, los sueños de la adolescencia merecen ser luchados, que no hay que rendirse.
Capaz que exageré.
Pero si alguno se salva y sigue este camino, entonces me entenderá.
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¡Muy buen texto Lucas!
ResponderBorrarhttp://cosaspoliticas.blogspot.com/
a mi asustaba cruzar por el patio...ese suelo "como de vidrio". La mami era Secretaria(es casi lo mismo que la Subdirectora) pero no tan de adorno. Saludos Luqcas. Un Abrazo CUidate. JOakito
ResponderBorrarYo lo cargo porque lo quiero, Carrasco, no me haga poner sensiblero, mire...
ResponderBorrarAh! El perro familiar! Hace 15 años, aqui en la zona sur del gran bs.as., escribí una letra sobre él. Hoy algunos changos tucumanos que hacen heavy la mantienen vigente. La pueden encontrar en las primeras entradas de mi blog. Aqui les dejo la primer estrofa, para no aburrirlos: Maldito patrón del ingenio, tienes un pacto sangriento; más grande la zafra será, si a tus obreros logras condenar. Saludos!
ResponderBorrarMuy bueno tu texto. No te hacía apelando a terminología marxista. Me alegra eso. También que incites a salvarse, aunque yo lo pensaría a la inversa, al no salvarse. Será porque la idea de salvación siempre la interpreté al revés: el que se salva es el que tiene para comer todos los días y que poco le importa lo que pasa a su alrededor, el que pudo exiliarse durante la dictadura, el que puede tirar una moneda pero jamás donará su accionar, etc. Y los otros, los que no se salvan, son los que tienen poco y nada, pero se las juegan por el de al lado, se meten en política porque quieren cambiar el mundo (o el país, o la reión, para empezar) de verdad, y no para enriquecerse, sino para que el que está durmiendo en la vereda tenga un techo y el qu hace una semana que no come tenga para alimentarse cada día.
ResponderBorrarPero es sólo un viro interpretativo del significante de cada uno, entiendo que apuntamos a lo mismo.
(¿por esta zona tan particular no vas a andar, no? Ja)
Cariños.
Que bueno leerte asi...
ResponderBorrarSeguir dos o tres relatos a la vez y saber que es uno mismo, que es tan palapable tan `de todos´
Tambien me aburrí terriblemente en Bariloche, creí que era una rareza...
Abrazo Lucas
Andrea desde Corral de Bustos
Que linda imagen de esos rincones de la Patria, gracias por la "foto"!
ResponderBorrarQue lindo Lucas, me haces emocionar, como mierda hacés para escribir así.
ResponderBorrarValió la pena Lucas, seguro que valió la pena!
ResponderBorrarY nadie se olvidará de esa tarde en Tucumán: el delegado comunal y el director de la escuela estaban contentos. Los chicos y los profes se rieron un rato y tuvieron un sábado distinto. Seguro que algo de lo escucharon les servirá.
Abrazo grande
Carajo Lucas. Dan ganas de insultarte loco. No podés escribir así.
ResponderBorrarHermano, un orgullo y un placer compartir todo eso con vos, con Aldo, con UDI, con Lorena, con Mendieta, con javier, y con todos los compañeros q están haciendo allá, nada más y nada menos, que su deber.
Un privilegio que espero vuelva a repetirse.
Nos estamos viendo cualquier aventura de estas.
Estas loco nene...mamita...yo que estuve casado con una tucumana y anduve tanto por allá...agarraste justo la vibración...justo...es eso.
ResponderBorrarCon respecto a las esperanzas, si hay cierto vitalismo en la sangre adelante entonces esta muy bien, alguno toma la posta Y SE SALVA.
Con respecto a lo que dice Sol aca arriba, yo siempre lo creí un materilista dialectico a Carrasco, también un beatnik.
Muy bueno Lucas.
ResponderBorrarCasualmente escribi un cuento sobre "el perro familiar".
http://www.dentrodelperro.com/2008/03/el-perro-familiar.html
Saludos.