Rossi, ahí puede andar la cosa, eh.

Ahora sí: El chivito tiene denominación de origen

Integrantes del Comité de Denominación de Origen del Chivito Criollo del Norte Neuquino recibieron ayer, de manos de funcionarios del ministerio de Agricultura de la Nación, la certificación que reconoce, protege y promociona al chivito criollo del norte neuquino mediante el sello distintivo de Denominación de Origen. 

En el marco de sexta edición de la Fiesta Nacional del Chivito productores integrantes del Comité de Denominación de Origen recibieron la certificación recientemente aprobada por el gobierno nacional. Estuvieron presentes el intendente Carlos Lator y funcionarios de la subsecretaría de Agricultura Familiar Delegación Neuquén y del INTA. 

Listo, según informa el diario Catamarca Rural el Chivito es del norte neuquino, no se discute más. Ya pueden elegir a la Reina Nacional del Chivo, toda divina con olor a chivo. Ya sé que son trámites distintos -las fiestas nacionales y la denominación de origen, pero generalmente van de la mano- Como la reina nacional del mate, surgida de la fiesta nacional del mate (basta de poner todo con mayúsculas, fea esa costumbre) que se hace en Paraná, donde hay, a la entrada -como le mostraba días atrás al Conu y antes a Florencia- un mate gigante, voluptuosamente feo. 

En Concordia está la fiesta nacional de la boga, que no es una minita surgida de la facultad de Derecho de Santa Fe, sino pescado de río que se hace, generalmente, a la parrilla. Está la fiesta nacional de la tonada (éstos sí la hicieron bien) en Tunuyán, Mendoza; ciudad que tiene, bastante en las afueras, un "Manzano Histórico" pero no es el Chupete Manzano. Está la fiesta nacional del sol y la familia, en San Bernardo, donde van a veranear las pendejas conchetas; y en Villa Mercedes, la fiesta nacional....de la calle angosta! Ja, tremendo. Pero es verdad. Hay una canción -que se canta en la zona- que se llama "calle angosta,de una vereda sola" Está la gloriosa fiesta nacional de la frutilla, adonde iba de chiquito, en Coronda, provincia de Santa Fe (si mal no recuerdo, una prima segunda participó de uno de esos concursos, tengo ese recuerdo, de que la piba resultó una gran promesa familiar, la joya, digamos, de la familia). Ahí todos hacen unos alfajores, del tamaño de una torta, de masa crujiente, rellenos de mermeladas -caseras- de frutilla y cubiertos con una crema, fina, blanca, que no sé cómo se llama. La fiesta nacional de la soja, en Arequito, cierra, casi siempre, Soledad. En Famaillá, Tucumán -estaría bueno ir, no?- la fiesta nacional de la empanada, vamos, Aldo. En Villa General Belgrano, Córdoba, la fiesta de la masa vienesa. 

Pero la mejor, además de la fiesta de las colectividades de mi infancia, en Rosario, es la fiesta nacional de la cerveza, disputada entre santafesinos (pero no recuerdo dónde es, nunca fui, ¿San Carlos? a esa ciudad fui con la escuela) y entrerrianos, de Crespo. Y la de Crespo es gloriosa. Las colonias alemanas de la zona, por un día, se vuelven menos conservadoras y estrictas, y hasta es posible que alguna de esas rubias con cutis blanca y pecas rojas haga el amor con un novio que conoce hace apenas 1 año. Ha pasado. Pero durante la fiesta de la cerveza, donde todo se perdona.

Cuando yo funde una ciudad voy a disputar la certificación de la Fiesta Nacional (así con mayúsculas) del Raro.