miércoles, diciembre 08, 2010
Vuelvo a casa, con fuertes críticas al gobierno
Al lado del río, cuando atardece, no es tan triste. Si es el río Paraná. En un bar, de la peatonal, le cuento al Conu que acá hice la secundaria y buena parte de mi vida. Pasé por esas calles, esas escuelas.Y la que va por allá, fue novia mía. Está, ahora baqueteada, un poco fea. Como nosotros. Una vez me fui a vivir, enamorado, a Montevideo. Un día me pegó una patada. La seguí queriendo, a la distancia, un buen tiempo. Volví, entonces, a calle Corrientes, esquina con Urquiza. Caminando, para el lado del río, Paraná. Siempre vuelvo. En esta ciudad, no me quieren. Entre tanta gente que me quiere. De esta ciudad. Donde hacés cola, para cobrar un cheque, de tres horas, tomando mate, en el banco nación. Que cierra a la una. Y todos a dormir la siesta. Si alguien te llama, por teléfono, es un porteño, irrespetuoso. Ninguna de mis tres ex novias fue a la charla. Habla Sebastián. Desde hace un tiempo vengo pensando en el sentido de las cosas, de la vida. Te ponés así de pelotudo, no sé qué me pasa. Me sigue todo chupando un huevo, pero, no sé. Voy por rutas nuevas, entre la soja, hablando de lo mismo. Dos veces por semana. Como el sexo en matrimonio. Qué tal, chicos. Ahora hablo de quien se murió. Y van pibes. Hoy, no, ayer, ya, estaba esa pendejada de cuadros de 15 años, con remeras de HIJOS, los nietos. Chicos, son una masa. Aunque eran los años 90, cuando yo tenía su edad, era igual de loco. Organizaba marchas, leía sobre el Che Guevara, armaba quilombos, estaba enamorado de Cortázar. Cuando terminó la charla, estaban afuera, los pibes, en la banquina. Los fui a saludar. "Perdoná que no me pare" me dijo la hija de Lucy, desde su silla de ruedas. Yo la conocí cuando fueron a la tribuna de 678, una vez. Como tus viejos son intelectuales, vos debés leer mucho, y esto, capaz. Tenés sentido del humor, pendeja. Cuando tengas mis 32 te vas a cagar de risa. De todo esto. Que vivimos con pasión y alegría. Cuando yo tenía 15, la militancia era una cosa sufrida. Al pedo. Pero sufrida. Cómo han cambiado, para bien, las cosas. La próxima te mando en la bajada del parque Urquiza, para probar, en una de esas, tu silla de ruedas, es voladora. Y te vas a recorrer las nubes y el sol y te sentás en el ala de un avión. Camino a la india, escala en Londres. Perdoná, que no me pare. Para saludarte.
Se hacen las 9 de la mañana. Un boludo toca el timbre. En unas horas salgo para el sur.
Escribí una canción para Anabel Cherubito, quiero que la cante Zambayonny, cuando lo vea, esta semana. Pero, escuchame, me dice Martín -saludos a Los Furtivos- que está 59 pesos tu disco, eh. Ponete las pilas. Eso es mucha plata en Entre Ríos. Vos sos la vida.
Tomábamos whisky con la casa de gobierno rodeada, con José. Unico, me acuerdo, diputado que estaba contra la oligarquía. Sonaban, alrededor, los cacerolazos. Nos reíamos. De Angelli decía las más brutas y salvajes injurias, para luego, con la venia del Grupo Clarín, pedir disculpas.
En pleno recinto, lleno de fascistas de la Federación Agraria, les dijo, cuando nos quería, la derecha, correr por izquierda, en la cara del Aldo Riquísimo, De Angelli, "los únicos pobres que conocen son sus peones en la estancia". Chiflaban, los garcas. Un estadio en contra. Como Rosario Central descendiendo.
"Bueno, pido disculpas", remató. El que tocaba el timbre era un testículo de jehová.
Nadie le creyó. Obvio.
Había, el grueso de la dirigencia política, vendido al banco hipotecario sus convicciones. Los gordos de Cáceres -feos, sucios y malos- impidieron que los blanquitos, refinados, alemanes con doble ciudadanía, chetones con peinados en gel de la Sociedad Rural, me caguen a piñas. Esa vez. Cómo nos reímos. El cuero curtido. El mito del gaucho, el milico, el cura. Perdón por no tragarlo. Cuando vuelvo a mi ciudad. Perdón por no creerlo. Por esta cosa, ridícula, de cagarme en la oligarquía. Y el obispo. De reírme de los cultísimos bananas porteños que no cazan una ni con una liebre amordazada en el paredón, que no citan ni una mina de buenas tetas pero cuántas, doctor, cuántas citas de autores re grosos que yo no sé ni escribir -a falta de francés- el apellido, perdón por seguir creyendo, a las trompadas, que existe la oligarquía. Perdón por ser violento, desaliñado, este mamarracho.
Cuando camino por la peatonal, se ve el río, Paraná.
Y todo me chupa un huevo.
Los barcos llenos de soja van soltando amarras, en China. Nuestros chanchos mueren cruelmente, en un país que fabrica alimentos -si llueve- para 300 millones de chanchos. Un despropósito. Me tomo el ascensor. Subo. Mirando al río de la plata. Saludos a María Seoane.
Ja.
Me han humillado.
Si estuviera en silla de ruedas, haría ese chiste: "perdón que no me pare".
Se me acabó la yerba, me tomo un café.
No estoy en silla de ruedas, pero debo tener algo, porque esta piba me hizo ese chiste. A mí. Debo ser simpático para los pibes. Je. Ya me la creo. Me voy a dormir. Te tiro, pendeja, una: "hoy me levanté y salí a correr por la costanera, con fuertes críticas al gobierno".
Todo debe ser con fuertes críticas al gobierno.
Hasta el café que se me enfrió.
Por escribir esta boludez.
Y, ciertamente, reírme, solo. Una gran carcajada, que escuchan las persianas. A veces extraño a mi ex. Cuando me divierto así, solo.
Me voy a dormir.
Con fuertes críticas al gobierno.
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Entendì un poco màs de la mitad del artìculo y me interesó. no me quiero imaginar como me sentiría si lo entiendo del todo. Sobre todo me gusta esto de no molestarse tanto por encontrar congurencias en las palabras, me da la sensación y te veo escribiendo casi sin pensar, es deir, tu cerebro conectado directamente al teclado. Maravilloso Lucas! soy un clase ´75. Abrazo viejo
ResponderBorrarNo puedo evitar senialar que en la letra de Zamba (video de la nota) se seniala "un pelotudo en la cornisa" Afloja con los ataques crispados a Luis Majul
ResponderBorrarLucas, me llega como un cross directo a la pera tu nota. Será por el comentario de la hija de Lucy, no lo se. También el tema de Zamba, puede ser. Será por identificarme con tus contradicciones, que se yo, ya me perdí en la mezcla del gancia despues de almorzar y emocionarme con tus palabras. Abrazo y gracias
ResponderBorrarDiego de casi cincuenta.
Si, si, ahora están re lindas las barrancas del río Paraná.
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