viernes, julio 25, 2014

De las escuelas rurales donde fui feliz a Palermo, donde a veces, quiero suicidarme




Dejé la bicicleta en la puerta de una panadería, que todavía está, venden el mejor pan, de Paraná y, te diría -mi abuela coincide con esto, es casi en lo único que coincidimos- el mejor pan del país. Le hice los mandados a mi abuela. Era domingo, de mañana. Volví a casa por otro camino, aunque era la misma distancia. Tenía esa rutina: iba por calle Urquiza, hasta avenida Ramírez, y volvía por 25 de mayo y doblaba en Perón. Leía el diario mientras mi abuela hacía tostadas. La inflación iba bajando. En la calle yo escuchaba que el país mejoraba, en el noticiero, que para dentro de pocos meses, el país iba a estar bien. Mi vieja, en cambio, decía que eso era verso. Que planeaban vender todo el país y que a los docentes los estaban haciendo mierda. Yo tenía 13 años y corría el año 91. No corría, a esa edad, el año, los años van caminando. Yo corría en bicicleta, pero los años eran tan lentos que, como hasta me gustaba ir a la escuela, los fines de semana tardaban un montón. Un montón en llegar y un montón en irse.
Después subí a mi cuarto, puse el casette de Ignacio Copani y saqué del bolsillo la carta de Ileana. Me senté en un escritorio que ya no está en la casa de mi vieja. No sé qué se hizo de ese escritorio, ni de esas cartas, ni siquiera, del pibe que fui. La contesté, pero antes releeí por novena vez la caligrafía dibujada, femenina, infantil, en tinta rosada, de Ileana, y contesté con páginas y páginas. Que doblé en cuatro y guardé en el bolsillo de mi jeans. La carta de Ileana la archivé en una caja de zapatos.
A la siesta salí a caminar por la costanera y volví a la tardecita. Leí una novela policial, de noche escuché un programa de música que me encantaba, en una radio que tampoco ya existe. Estaba en la peatonal y dos años después iba a tener mi programa en esa radio, pero en ese momento no lo sabía. Tampoco sabía muchas cosas.
A la mañana del lúnes fui en la bicicleta hasta la panadería. Con las hojas de papel dobladas en el bolsillo de atrás del pantalón. Leí el diario. River, Newell`s Old Boys, Estudiantes de La Plata, Belgrano de Paraná.
Después me tomé el colectivo y viajé hasta la ciudad de San Benito, a la escuela.
Había polvo, siempre, en la avenida principal, un polvo caluroso y amarillo, cuando esa ciudad eran dos cuadras asfaltadas a cada costado de las cuatro cuadras de la avenida principal y única, y los árboles tenían las hojas marrones, después calles de brosa, después los campos.
Me había tomado el colectivo más temprano y no abrí el libro que estaba leyendo durante el camino. Miré por la ventanilla todo el tiempo, con un brazo afuera, y el viento que no me despeinaba el gel del jopo. Llegué temprano y no me crucé al bar a jugar al metegol, primero entré a la escuela, pintada toda de blanco,  saludé a la preceptora -que me miró, medio extrañada, era el primero en llegar y el que venía desde más lejos- y entré al aula. El aula, si hoy la viera, no sería tan inmeeensaa, toda luz y techos lejos.Un pizarrón que vigilaba mudo nuestros futuros asustados.
Había algo maternal en el sol del patio de la escuela. Pero yo tenía miedo, aveces. De no encajar. De que no me entiendan. De ser distinto a los otros chicos. A mis amigos. Y compañeros. De fracasar.
Llegaba, ese miedo, como un rayo en un cielo sereno. Aunque la mayoría del tiempo la escuela rural donde hice primer año me hacía sentir protegido, parte de una primavera eterna. Una sensación tan simple y linda que nunca puedo, cuando trato de acordarme, definir. Capaz que porque se quedó ahí, para siempre. Esa sensación de flores en el pecho. Ese pibe que fui.
Pegué con cinta la carta debajo del pupitre de Ileana, como ella había hecho conmigo. Salí, con las manos en los bolsillos. Me crucé al bar, jugué unos partidos de metegol, atajé mal, pensaba en otra cosa.
Perdimos 7 a 0. Cuando perdías así, no sólo era por la ficha, debías dos fichas y encima tenías que esperar dos turnos para volver a jugar.
Perdimos 7 a 0 y me senté en una silla que daba a la ventana, una ventana altísima, sin rejas, con unas cortinas corridas y pesadas, porque nunca las limpiaron. Las paredes del bar eran de adobe, que conserva mejor el clima. Pasaron los minutos. Una polvareda, el colectivo pasó delante de la escuela. Tardó, lo juro, un montón en frenar en la esquina. Y bajaban chicos y chicas con delantal. Tan despacito, como en cámara lenta, hasta que última, pequeñita, con dos trenzas rubias, casi sin tetas, aunque era más grande que yo -cuatro meses, una bocha- venía Ileana con una mochila rosada de Minnie.
Miró para el bar (las chicas no iban al metegol) y me vio en la ventana. Bajó la cabeza, pero dio dos pasos por la vereda de enfrente, volvió a subir la cabeza y me saludó, tímida, con la mano. Le devolví el saludo.  me vio, pasaba un carro, a caballo, del viejo que vendía ollas de barro.
-¿Paga con tarjeta, señor Carrasco?
-.No, no tengo tarjeta. Me separé. ¿Cuánto es?
-Son dos ginebras, los cigarrillos y los fideos. Ah, la crema de leche.
-Esperá. Me olvidé la plata.
-Me lo paga mañana, no hay problema.
-Hasta luego.
-Adiós, señor....
Subo por el ascensor. Se está haciendo de noche.
Guardo algunas cosas en la heladera, otras en el armario. Tomo los remedios. Leo algunos mails, le doy de comer al perro y abro las cortinas. Preparo el mate. Me tiro en el sillón.
Siempre me acuerdo de cómo me gastaban en la primaria, iba a un colegio católico, con mis zapatillas baratas. Me gastaban porque se me veía el dedo gordo del pie por el agujero.
Se me pasó el agua del mate. Chilla, graciosa, la pava. Lechuza a gas y presentismo. Mañanate tengo que entrar la ropa del balcón. Hay pronóstico de lluvia.




8 comentarios:

  1. Voy a marcar un pequeño "error". El mejor pan que se fabrica en toda la provincia de Entre Ríos lo comí en Viale. Panificadora Gabio se llama y hacen un pan que es una delicia.
    Abrazo hermano
    @enridesalta

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  2. Conozco esa panadería. Viale queda lejísimos de Paraná, pero una vez, con 11 años, con un amigo, Pablo, nos fuimos en bici. Tardamos un día entero, pero nos trajo de vuelta, despues de varias pinchaduras, un chofer de colectivo que nos vio ala noche, solos, en la ruta. Ja.

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  3. Mi estimado Lucas su mirada al pasado me conmueve, ese es ud. si le sirve de algo, creo que los que como a ud y a otros que conozco les gusta el quilombo solo es para proteger ese niño enamorado que llevan dentro. Ojala las mujeres algun dia podamos comprender a los hombres como ud. sin juzgarlos.

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  4. Que buen texto... me hizzo escribir esto...saludos!!

    -El punto-

    Ileana, la carta, un '91 ya perdido, se fue, se sonroja te mira.Se va. No pasa nada, se va.
    No es mucho; o es que el tiempo no sostiene,y pasa tanto,nos pasa tanto, que hay veces preferimos dormir a tantas cosas que porque nos pasan , pasan nomás.Tu aula,simple,por pasada, pareciera que vaciara en un tiempo lo que no pasó, y que nunca fue.Mi aula, donde ya no estoy, y el tiempo mató lo que no fue, o fue tanto? el tiempo es un hombre con sentado y con hambre.
    Nunca es. No es .La panadería la mejor, no?,tu panadería una más o la mejor quizás.
    No es y es tanto que nos quedamos aletargados, y el tiempo no pasa o se nos pasa,o pareciera que no pasa nada pasándose ;él austero se graba en ese vacío de cosas, que nunca son, que preferimos que se esfumen en la timidez, de Ileana, que no le pasa nada; y por eso la timidez, por eso no le pasa nada, o demasiadas cosas?
    El nudo, el conflicto no son nunca, por eso la timidez, porque se va, o porque siempre es, pareciera que no fuera, la vida es el nudo, suerte que nos gusta, entonces el tiempo, no es nunca fue, para ser.
    Siempre.

    En un día no pasa nada, o tantas cosas.O quizás, nada.Y me hago un mate por eso.

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  5. le metí ahi un "con" demás porque lo escribi sin corregir, como se nota...

    pero me gusto la idea...nunca pasa nada...ese es el punto.

    El nudo, todos los dias, el "no pasa".No lo niegues..
    Eso es tiempo, la timidez de Iliana, que para que el tiempo desaparezca ella un día no se va a ir.
    (como un "bocas del tiempo de Galeano, pero para mí al revez)
    Nosé si se entendió la idea...
    (mejor sigamos mateando :P)

    saludos!!

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  6. Mientras vos le escribías a Ileana, yo nacía.
    Que lindo niño sos!

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  7. Como leí de no sé quién "De vez en cuando la infancia nos manda una postal que dice ¿te acordás?" Mónica

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  8. "...el aula......algo mío se quedó ahí, lo sé..."

    La infancia es el solo país, como una lluvia primera/ de la que nunca, enteramente, nos secamos. Juan José Saer

    Me gustó lo que escribiste! pero, el final?.No lo entiendo.

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