jueves, abril 21, 2011

Oh, los jóvenes de los años setenta...esos arrojados idealistas, cuánto se los extraña por acá, no?


Entre Tomás que se burla con altura de Martín Caparrós y Ceferino Beato que quiere rescatar -para los otros, claro: para el estado y los estatistas, je- la pobreza franciscana de un Galimberti, uno al final no sabe si sentarse en el sillón y reírse: dejen de currar con los setenta, se nota mucho.
 En fin...no simplifiquemos las cosas: Montoneros no era Mario Firmenich, obvio que no. Firmenich era uno más, y ahí dentro cada uno valía lo mismo que el otro, en esa asamblea horizontal y democrática, rizomática y tierna, ay, dios, Comandante, ja.

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