Si me preguntaran por el nombre de un cineasta que sintetice el espíritu de esta época, un director plenamente instalado en el siglo XXI, no dudaría en mencionar al tailandés Apichatpong Weerasethakul. Sé que la mayor parte de las veces que digo esto consigo miradas azoradas, porque parece un chiste que el nombre de un artista insoslayable sea tan extraño y difícil de pronunciar. ¿Hace falta que la vanguardia suene tan raro? Lo primero que hay que hacer es aprender a deletrearlo, yo mismo tuve que hacerlo (a ver:A-pi-chat…); pero ¿valdrá la pena? Respuesta: sí, definitivamente. Hay otros cineastas importantes de este tiempo que se apellidan Costa, Alonso, Rodrigues o Martin. Pero se da el caso de que el que hoy está en la primera línea de la vanguardia cinematográfica y que goza de un amplio consenso crítico, el que mencionan con respeto incluso sus propios colegas de la misma generación, es Apichatpong. El hecho de que nuestro director provenga de Tailandia nos provee del toque exótico que el mismo título de esta sección requiere. ¿Quién ha visto algo de cine tailandés? No es que tal cine no existiera, por el contrario, ha existido una industria muy prolífica pero con algunas características que la hacen de difícil acceso: por un lado, los tailandeses desarrollaron un sistema de películas industriales a imagen y semejanza del de Hollywood, con películas de género y estrellas populares, pero totalmente orientado al gusto del público local y difícil de asimilar fuera de ese contexto; por otro, los tailandeses no se mostraron muy proclives a conservar su cine como un patrimonio cultural, de modo que es poco lo que se conserva y no precisamente lo más interesante. Por último, quizá esto tenga algo que ver con una historia política turbulenta, con sostenidas intervenciones militares, continuas persecuciones políticas y la consiguiente censura de las expresiones artísticas. El propio Apichatpong nos contó, en un reportaje concedido a Pablo Ratto para revista La otra: “En Tailandia gobierna una dictadura militar, pero además toda la vida social, no sólo el gobierno, está regida por los militares. Y el uniforme militar representa un símbolo de ascenso social". Este dato parece explicar también que en varias de sus películas personajes de condición marginal vayan vestidos con uniforme militar.
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