El realismo periférico vuelve, con prestigio, porque tiene formato progresista. De ese realismo periférico que, con poca astucia, quedó instalado en el recuerdo como "relaciones carnales" con los EEUU a este realismo periférico que exalta a Brasil, sin fisuras, como modalidad -ilusoria- de ingreso al BIRC, pasaron algunos años (no tantos) y una crisis demoledora. Una disputa entre devaluacionistas y dolarizadores que Duhalde zanjó, logrando superar a Chacho Alvarez, Meijide y De La Rúa en cuanto a transferencia reaccionaria de ingresos.
"El mundo", tal como lo entendía el realismo periférico de los 90, está en otra de sus crisis cíclicas. Y las recetas para contrarrestarla son parecidas: una guerra por acá, una invasión allá, un reacomodamiento de divisas, algunas medidas fitosanitarias, barreras comerciales, credo librecambista, ajustes en algún país que, en la etapa, juegue de pariente pobre. Les tocó el turno a las "socialdemocracias", cruelmente. Como si el hundimiento miserable de la Tercera Vía, esa modalidad progresista de la criminalidad estatal, no fuera suficiente. España, Portugal e Irlanda son los encargados de salvar el capitalismo financiero.
Es novedoso, en cambio, el surgimiento del BIRC. Que anticipa un mundo por venir tristemente horrible. Con el capitalismo autoritario de China, con la mafia comandando el capital de Rusia, con el racismo estructural como polea del "crecimiento" en India y Brasil. Qué mundo horrible. Corea del Sur puede sumarse a la modalidad China, Sudáfrica está más cerca del racismo estructural.
Las zonas de gravitación de cada uno de los integrantes del BIRC están en tensión, cunden los pequeños imperialismos. Que tienen, como manto de piedad, el beneficio de la duda, al lado de las carnicerías progresistas que promueve la vieja Europa y los nuevos Estados Unidos. El caso, por ejemplo, de China en África. Si uno mira las guerras "civiles" que promueve Francia, China pasa casi por humanitaria. En África. O, junto a Rusia, en Medio Oriente. O India con sus fronteras, mamita.
En cambio lo que sucede en sudamérica es algo distinto. Un proceso progresivamente inverso. No suficientemente subrayado. En sudamérica se da un proceso, inverso a como se razona, de manera convincente, mayoritariamente, en nuestro país. El desenvolvimiento del proceso está morigerando la crueldad de la política exterior tradicional de Brasil. Gran mérito de Lula, también. Ojo, pero sin exagerar. Que en Paraguay, Bolivia, Colombia, no viven eufóricos el lulismo, eh. Corazón.
¿Porqué ese seguidismo incauto que contradice el propio desarrollo de la situación sudamericana-original, al interior del BIRC, y original, en el tablero mundial- en un contexto donde las condiciones de intercambio mundial son, relativamente, ejem, favorables?
Es raro.
"El mundo", tal como lo entendía el realismo periférico de los 90, está en otra de sus crisis cíclicas. Y las recetas para contrarrestarla son parecidas: una guerra por acá, una invasión allá, un reacomodamiento de divisas, algunas medidas fitosanitarias, barreras comerciales, credo librecambista, ajustes en algún país que, en la etapa, juegue de pariente pobre. Les tocó el turno a las "socialdemocracias", cruelmente. Como si el hundimiento miserable de la Tercera Vía, esa modalidad progresista de la criminalidad estatal, no fuera suficiente. España, Portugal e Irlanda son los encargados de salvar el capitalismo financiero.
Es novedoso, en cambio, el surgimiento del BIRC. Que anticipa un mundo por venir tristemente horrible. Con el capitalismo autoritario de China, con la mafia comandando el capital de Rusia, con el racismo estructural como polea del "crecimiento" en India y Brasil. Qué mundo horrible. Corea del Sur puede sumarse a la modalidad China, Sudáfrica está más cerca del racismo estructural.
Las zonas de gravitación de cada uno de los integrantes del BIRC están en tensión, cunden los pequeños imperialismos. Que tienen, como manto de piedad, el beneficio de la duda, al lado de las carnicerías progresistas que promueve la vieja Europa y los nuevos Estados Unidos. El caso, por ejemplo, de China en África. Si uno mira las guerras "civiles" que promueve Francia, China pasa casi por humanitaria. En África. O, junto a Rusia, en Medio Oriente. O India con sus fronteras, mamita.
En cambio lo que sucede en sudamérica es algo distinto. Un proceso progresivamente inverso. No suficientemente subrayado. En sudamérica se da un proceso, inverso a como se razona, de manera convincente, mayoritariamente, en nuestro país. El desenvolvimiento del proceso está morigerando la crueldad de la política exterior tradicional de Brasil. Gran mérito de Lula, también. Ojo, pero sin exagerar. Que en Paraguay, Bolivia, Colombia, no viven eufóricos el lulismo, eh. Corazón.
¿Porqué ese seguidismo incauto que contradice el propio desarrollo de la situación sudamericana-original, al interior del BIRC, y original, en el tablero mundial- en un contexto donde las condiciones de intercambio mundial son, relativamente, ejem, favorables?
Es raro.
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