Hay una narrativa sobre las zonas rurales que es para consumo urbano. Está bien que sea así. Nunca se puede más que pintar una sociabilidad, "reflejarla", desde cualquier intuición artística, no sólo es un imposible (en el sentido de una búsqueda) sino que además, sería, muy aburrido. El realismo social intentó, en la literatura, algo así. Décadas y lugares atrás, de un mundo que ya no existe. La ciencia, en cambio, tiene esa pretensión de captura, con las salvedades del caso, que bien explica la epistemología.
Ahora, en buena hora, se ponen en cuestionamiento las tesis freudianas. La "herida narcisita" que "al hombre" como tipo ideal, le propinó la aparición del psicoanálisis: nuestras actitudes y pensamientos, no son la fusión de lo real y lo imaginario, no son la transfusión de una racionalidad depositada en la cosa.
Ya había, desde los orígenes del campo específico de la filosofía, estos planteos. Pero Freud, con el rescate de lo irracional como parte de las motivaciones, dificulta el pensamiento científico. Aunque con pretensiones científicas.
Esta canción de Teresa Parodi la escuché en una peña, hace muchos años, en la ciudad de Buenos Aires. Donde puede escucharse el mejor folklore regional. El menos conservador. Donde vienen a parar los hijos de los dueños de la tierra. A estudiar. Y se quedan. O vuelven, a ocupar las gobernaciones, las intendencias, las principales posiciones empresarias. En la República de Palermo, en Córdoba, la capital gorila "del interior", en Rosario, la ciudad que disimula la envidia con una sutileza tan urbana; la pampa húmeda, la geografía cerealera, es la que manda en el país. Produce no sólo la cultura que está de espaldas "al interior", mirando el Río de la Plata como extrañando los míticos barcos de donde nunca bajaron. Pensando si no fue todo un error. Una gran equivocación. Si elabuelo judío no hubiera hecho mejor quedándose en Rusia. Si lo alemanes del volga, si los tanos de una Italia que no existía, si los catalanes que acá se hicieron gallegos, apodados con cariño, no debieron...
Hace un tiempo ya, varios años (no estaba todavía el kirchnerismo) dije en una charla que no creía que "el campo" exista. Que esa mitificación del próspero y buenudo campesino medio de la pampa húmeda, aislado de las urbanidades, con poncho, guitarra y una pava junto al fuego, que eso, no existe. Es una invención. Lo dije en un centro cultural donde los que escuchaban no habían pisado jamás ese mítico campo -yo tampoco, puesto que no existe- aunque estoy seguro de que la mayoría de mis amigos porteños, si fuera a Concepción del Uruguay, durante 3 semanas, al tercer día grita desesperado que no aguanta más el campo.
En Concepción del Uruguay se fundó la patria, en 1815. Ahí se declaró la independencia nacional, con delegados del Oriente (actual Uruguay), Corrientes, Misiones, Entre Ríos, Santa Fe y parte de Córdoba. Un año después, en la Casita de Tucumán -ese lugar del centro de San Miguel donde venden alfajores- sin diputados del Oriente y de Entre Ríos, se volvió a declarar la Independencia. Ahora se conmemora con feriado y Te Deum.
Fuera de la zona cerealera se van construyendo mitos, profundamente urbanos. De la República de Palermo. Por ejemplo, el Humahuaca. Leer a Eduardo Galeano y viajar a Jujuy como mochilero es una experiencia, "alternativa", que ningún joven de la Patria de Caballito debe privarse.
Lástima que ya no existe la literatura argentina, la regional, que se inventó en Buenos Aires, paralelo al invento europeo de la literatura latinoamericana, por que en el sur, ese lugar del desarraigo, podría erigirse un redituable mito de indígenas crudos.
Rubén Patagonia -me gustaba escucharlo en la Fiesta Nacional del Mate, en Paraná (después se volvió muy caro y dejaron-dejamos- de llevarlo. Y en la Trastienda, las entradas están muy caras)- daría la talla para esta movida turística.
Mis amigos, saben de mi obsesión por la historia, y por cruzar las clases sociales -después de todo, me formé en el marxismo: me divierte mucho decir esto, que es casi nada hoy en día y a mi edad- con las tragedias y avatares de la distribución desigual de la riqueza, la distribución espacial. La geografía radical exploró estos caminos para desnaturalizar las fronteras latinoamericanas. Había, en la intelectualidad de izquierda, una mirada sobre esto. Que tenía su correlato en pensar el país. Ahora, me parece, eso ya no existe.
Las escuelas y hospitales públicos porteños no se caen a pedazos: son los mejores del país. No es necesario ganar ninguna intendencia para erradicar villas, menos en territorio federal, pero en todo caso, bien vendría hacerlo en todo el país.
De tanto pasar tango, en las radios, la gente termina por creerse que es una música propia. Original. De acá. Con el folklore pasa algo parecido. Pero tiene su correlato en fenómenos políticos que necesitaron inventar un país, unificarlo. Tanto como la tanguería, alocadamente impostada, de las milongas porteñas del sur, expresan esa necesidad de quedar intermedio entre la necesidad de ser "parte del mundo" y dar la espalda al país. Sobreactuaciones. Chiquilinadas. Firuletes de gente que toma mucha merca. O papusa.
De hecho, si uno anda con ganas y sale con Patucho, puede cruzarse con chicos que toman verdaderamente en serio al tango. Que lo bailan bien.
En Montevideo pasa algo parecido, con las murgas. Con los afroamericanos. Acá, a falta de afroamericanos (hay, pero venden rolojes...quieren pagar la pensión, en vez de decorar nuestros mitos históricos) tenemos esa búsqueda desesperada de encontrarse una identidad. El carnaval -que si siguen insistiendo, quizás hasta lo pongan de moda- ese maravilloso invento estatal, seguramente (ahora que es feriado) sea motivo de tesis re locas de estudiantes de antropología. Y conecte con el osopandismo, nuestra amargada falta de afros posta (no éstos que venden relojes...) y el indigenismo que tapa la indigencia.
Algo, al tango, debe reconocérsele. Dos cosas: 1) No se dignan -como en el folklore de Palermo, que representa las provincias argentinas, donde esa música no se escucha- a crear canciones nuevas. Porque Gardel canta cada día mejor. Eso está bien. Sería pueril que se escucharan los buenos tangos de ahora en desmedro del aburrimiento de lo que ya era grasa en los años 40: no habría significaciones rimbombantes ni esta nadería que permite impostar una identidad histórica.
2) No tiene, el tango (como el folklore, sobre todo el que habla de los peces, las flores y los bichos) pretensiones de realismo social. Más bien, en este punto, se toma el pelo.
Las viejas ideas federales, según mi criterio, tienen aún la potencia para captar y trazar un diseño, un horizonte de país posible. Generalmente, cuando digo estas cosas, nadie me da bola. Lo cual, por cierto, está muy bien.
Ahora, la cuestión federal, pongámoslo en mayúsculas: la Cuestión Federal, latente en el devenir del país (y a mi juicio, modalidad de integración regional y afrontar el reto globalizador, pero bue...) cuando no se cruza con variables sociales y productivas, no sirve para un carajo. Para una ontología del ser porteño, del ser del interior... Naaa. El nacionalismo que fue deviniendo con la primera y segunda guerra "mundial" entró por ahí y se fue, en la mayoría de los casos, al carajo. Al antisemitismo, al elitismo oligárquico, al revisionismo de derechas.
Hay una novela, de Enrique Medina, se llama Transparente. Estuve toda la tarde en librerías de usados, buscándola. Para un trabajo que tengo que hacer. Adaptar una obra de teatro. Llevarla a los años en que transcurre la de Medina. Bueno, no la encontré, todavía. Había una librería en la que compraba esas ediciones de Galerna, cuando venía a Bs As: ya no existe más.
La vida cotidiana es imposible de narrar. La historia, el arte, incluso la ciencia, pueden dotar una imagen, como una huella fonética, desde la cual imaginar esa cotidianidad en tiempos que no vivimos. Pero también en tiempos que vivimos.
Ahora, me parece que hay que tener un sano escepticismo con esas cosas.
En la novela que nombré, de Enrique Medina, hay un secreto genial: uno siente que puede escribir eso mismo. Que es simple. Es una pura ilusión del lector, más que nada, del lector, pendejo y atrevido, que yo fui. Otro gran escritor argentino, dice sobre esta novela:
El relato de "Transparente" corresponde a la gente que más quiere Medina, los humildes, y el hallazgo es la figura central, su procedencia rural, es decir la criatura del interior sin preparación para la vida y sin preparación escolar, en quien se insertan los estigmas de la ciudad: atropello, explotación, desconsideración... Sea como empleada en la casa de familia, sea como obrera en el taller o la fábrica. No es sin embargo –al menos no lo es explícitamente- una protesta social. Esta queda a cargo del lector, quien podrá asumirla o no, según su conciencia, aunque de ningún modo podrá negar que lo acosa y lo muerde; porque Medina no acude a lo panfletario ni a demagogia alguna. Simplemente, narra. No recurre tampoco a un lenguaje objetable, quizás esto lo aleja del cuadro de los duros, pero lo instala en el de una pureza que condice con el título del libro. Para éste conviene notar que el título, elegido sabiamente, si bien puede participar del significado de las palabras diáfano, lúcido, translúcido, hialino, cristalino, sin ser todas sinónimos, se comunican su sentido y caracteres, que son, de otra parte, los del relato todo, redondeando la condición ejemplar de esta obra que avanza y quedará en la narrativa sin necesidad de la intriga, ni ningún golpe bajo que sacuda el erotismo del lector. Su claridad y pureza, que la hace sumamente transitable, aparte las virtudes líricas de su prosa y esa admirable serie de fotografías de época en sepia tomadas de un archivo o colección de los años 30, la colocan cómoda y legítimamente en lugar de privilegio entre la producción de los autores argentinos que constituyen de todos modos, con Medina sin duda, lo mejor de la hornada que "llegó", paradójicamente con los años más impiadosos de la vida civil Argentina.
ANTONIO DI BENEDETTO, Buenos Aires, 1985
En estos días, se cuecen discusiones ideológicas, recubiertas de tácticas electorales. Se cuecen discusiones centrales para la formación política, para el compromiso social, para una mirada, integral (pero abierta) sobre el país. Es un debate profundo, es apasionante.
Se cruza, sabiamente, inteligentemente, con el proceso político "concreto". Con los requerimientos del día a día. Con el calendario de disputa. Con las reglas del juego institucionales. Con las previsibles desmesuras y rencores. Con las necesarias diatribas. Con respetos inéditos, difíciles de encontrar en las discusiones apasionadas. Se debate, se complejiza, en conjunto con la formación de un nuevo conglomerado -necesariamente caótico, difícil, creativo- político, cultural, que da esperanzas hacia el futuro.
Es decir, tengo una mirada positiva.
Pasa que no me sale expresarla muy bien.
uy! hay mucho (contenido) en este post y también "marco" por lo que veo
ResponderBorrar"En estos días, se cuecen discusiones ideológicas...que da esperanzas hacia el futuro."
esto no tiene "me gusta" ah! es el +1, no?
Lucas, muy interesante. Podés conseguir una copia de Transparente usada a menos de 15 pesos en El Hablador (una librería de usados en Belgrano. Av. Cabildo 2280, local 7). Llamá para que te la guarden, 4783-4804 o info@libreria-elhablador.com.ar . Mucha suerte con eso!
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