Por Julia Mengolini
Las “Latinos”
Qué difícil es lograr cierta elegancia con el mote “latino” tatuado en la frente. Que no se me malinterprete. Claro que no soy racista, ni clasista, ni xenófoba, se imaginarán que no sólo soy latina yo misma sino que soy más latinoamericanista que el UNASUR y que Juan Palomino. Pero los latinos no logran elegancia por una cuestión estructural casi imposible de saldar: tienen un algo de wannabes. ¿Por qué no se quedaron haciendo teleseries en sus respectivos países? Porque querían “triunfar” como si sinónimo de eso fuera irse al país del norte. Me embola que sean tan cipayos, nada más grasa que un cipayo o gusano, teléfono para Eva Mendes.
Además, no se dan cuenta que para los yanquis, los latinos somos como mascotas. Por empezar, no distinguen nuestros países. Para ellos, no sólo es lo mismo Guatemala que Costa Rica, que Brasil, sino que si se les aparece una Rumana, le mandan “latina” también. Somos “latinos”, sin distinción, una gran subespecie pintoresca de la raza humana a la que además obligan a hablar en inglés, y los someten a hablar con esos acentos espantosos, capaces de sacarle el sex appeal a la mismísima Penelope. (Nota: Escena de alta comedia: Penélope le dice al personaje que encarna Nicolás Cage en La mandolina del Capitán Corelli: “Yu zinc yu cancaman tern mai joluar upsaidaun? Traducción: You think you can come and turn my whole world up side down?)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario