domingo, octubre 09, 2011

Asesinos



Interesante artículo de Julio Burdman donde se pregunta porqué no hay asesinos seriales en Argentina (a diferencia, por ejemplo, de EEUU):


También se responsabiliza a fenómenos macro, muchas veces internacionales, de lo ilícito, como “la trata de blancas” o “el narcotráfico”. Hasta los propios medios de comunicación pueden ser señalados como corresponsables, como sucedió en el “caso Candela”. La combinación de todos estos causales es “la inseguridad”, que luego se vuelve objeto de debate conceptual: mano dura versus garantismo, con sus variantes
intermedias.
Es habitual, sobre todo cuando el caso se sale de las páginas policiales y ocupa las
primeras planas, que el hecho periodístico se componga de la víctima y las razones sociológicas de su destino. En este proceso se pierde el victimario y la historia individual del criminal. Para la opinión pública, el delincuente rara vez tiene nombre y rostro. Y cuando lo tiene, es poco frecuente que tenga historia.
LA COMPARACION CON EE.UU.
Nuestra cultura de cronistas policiales con alma de sociólogos difiere notablemente del periodismo policial en Estados Unidos, uno de los países pioneros del género. Allí, el psycho-killer y sus patológicas razones son el centro alrededor del cual suele girar la historia. El identikit, la identificación del rostro del delincuente, la narración de su
historia y sus motivos personales cumplen una función similar a la de nuestros relatos
sociales.
Hasta que estos elementos no están reunidos, la historia no está contada. Recuérdese
el sufrimiento de Truman Capote, personificado por Philip Seymour Hoffman en el film de 2005, porque el asesino protagonista de “A sangre fría” no terminaba de contarle por qué había masacrado a una familia. La historia del “malo” con sobrenombre (“El Chacal”) y un perfil psicológico mediatizado que adquiere vida propia es, también, tema preferido de novelas y películas.

Acá se puede leer completo. 

Hay una película, Historia Americana X,  recomendable para trabajar en las escuelas secundarias. una película que es un alegato -a la manera y formato yanqui-contra el racismo, sobre todo entre pibes.
Si no la vio, acá puede verla online -véala y después vuelve, porque voy a contar el final- y más o menos está claro que, en un relato argentino (por ejemplo, el libro de Ricardo Piglia, Plata Quemada, llevada al cine por Marcelo Piñeyro) las dos víctimas del blanco asesino, los dos negros, hubieran tenido vida, emociones, historias, contexto, entidad, en suma. En la película en cuestión, no sólo importan tres carajos quién y quiénes eran esos negros cruelmente asesinados, sino que en la conversión cuasi religiosa del lado del bien (y a pesar de pasar por la universidad del nazismo y el delito: las cárceles yanquis) al pobre "le" matan al hermano, blanco, de quien sí sabemos toda su triste historia. La narrativa de una víctima. Pero, en tanto, es consecuencia de haber formado parte de los victimarios. Un alegato moral. En fin. Eso, buenas noches.

2 comentarios:

  1. ay, estimado Lucas...cuantos asesinos seriales nos cruzamos por la calle.
    Vestidos de azul y con patas negras

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  2. Querido y muy estimado Luquitas:

    coincido con el que me precedió...

    ¿Asesinos seriales? ¿Querés que

    empecemos con los 'chicos' de la

    Marina que bombardearon a las

    masas inermes en Plaza de Mayo

    en el 55' y que jamás fueron

    juzgados?

    Es que eran chicos... ¡TAN BIEN!

    ¿No?

    Así se 'hacen' los seriales:

    cagando negritos patassucias.

    Va el consabido abrazo cumpa y

    militante,

    Aníbal

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