La constitución es, acá y en cualquier país, un conjunto de aspiraciones que cristalizan los cauces para dirimir las relaciones de fuerza. A excepción de la prestigiosísima corte suprema de pollo, que interpreta la constitución a partir de las tablas de moisés y los saberes ocultos para el común de los mortales, con la excepción, claro, de los artículos que controlan la impunidad judicial o cuando ofenden al señor Magnetto o cuando, por ejemplo, revelan que son inconstitucionales todos los procesos judiciales que se llevan adelante, dado que no existen los jurados estipulados por la constitución; a excepción de esos pequeños detalles -bueno, la constitución tampoco puede aplicarse toooooooda- los intérpretes de la constitución, sus señorías, son como una agencia de publicidad de sí mismos -ahora asociados con el reaccionario Consejo Publicitario Argentino, para sus campañas de autopromoción- y entonces opinan, sobre cualquier boludez que no les atañe, como limpiar el riachuelo y reformas constitucionales.En fin.
En Ecuador, Rafael Correa invirtió un montón de energía para sancionar una constitución nueva, a costo de no tocar el punto nodal de su política: la dolarización. Evo Morales, en Bolivia, invirtió sus primeras energías políticas en el fetichismo constitucional para lograr....nada. Bue, los delirios de ese simpático vicepresidente hoy, son la moneda de disputa política con que están esmerilando el gobierno, la derecha y sus siempre serviles ultraizquierdistas (sí que más serios que los nuestros). Hugo Chávez plasmó un conjunto de aspiraciones en la nueva constitución que sirvió para....
Cuando Alfonsín y Menem pactaron los cambios constitucionales, el transero radical agregó un montón de clausulas que hacen al "parlamentarismo", último grito de la moda en el campo de los zombies alienados.
Ninguna de esas cláusulas se aplicó, ni con Menem ni con Chacho Álvarez ni con De La Rúa (señora, cuando Alfonsín fue presidente, antes de la reforma constitucional, tampoco se aplicaron las cláusulas "parlamentaristas" de nuestra constitución) ni con elgobierno de Duhalde, que surgió de un contubernio (Duhalde, Alfonsín y Chacho Álvarez; o Sociedad Rural, Techint y Clarín, respectivamente; o sea, un contubernio "parlamentario". El gobierno de Duhalde fue el que menos respetó al "parlamento", señora, ¿sabía?). Sí se aplicaron las cláusulas que interesaban a Menem y Alfonsín: la reelección y eliminación del colegio electoral (ambas de carácter progresista) y las que interesaban a Alfonsín: el intendente porteño y el tercer senador (ambas de carácter regresivo). Cada cual se quedó con lo suyo: Menem con más poder, a costa de hacer mierda el peronismo, Alfonsín con más poder, a costa de hacer mierda el radicalismo. Todos contentos.
Las reformas constitucionales en Bolivia, Ecuador y Venezuela fueron plasmadas con otras relaciones de fuerza y de manera más participativa. Pero, no dejan de ser un conjunto de aspiraciones. ¿La inversión de tantas energías políticas en un conjunto de aspiraciones, tiene correlato con lo obtenido, o era mejor invertir esas energías en la obtención de derechos y conquistas (que ninguna constitución frenaba del todo) y consolidar el cambio en las relaciones de fuerza? Pregunta contrafáctica, ya está. Pero, un buen análisis de lo ocurrido, sirve de lección.
Por mi falta de humildad me resulta inevitable decirlo: yo leí la constitución, es muy aburrida y pretenciosa. Y un periodista no debería leer jamás la constitución ni estudiarla: después resulta inevitable volverse cínico ante tanto chantapufi que invoca la constitución a su antojo.
Y en cierta medida, está bien. Es parte de la lucha política.
Pero, señora, la empanada tucumana no lleva papa, ésa es la salteña. Y es horrible, la empanada salteña. Señora. Lo dice la constitución. En serio. Me lo contó un constitucionalista.
¿Que la papa y la empanada no figura en la constitución? Cómo que no, está al lado de las atribuciones del Parlamento, señora.
En Ecuador, Rafael Correa invirtió un montón de energía para sancionar una constitución nueva, a costo de no tocar el punto nodal de su política: la dolarización. Evo Morales, en Bolivia, invirtió sus primeras energías políticas en el fetichismo constitucional para lograr....nada. Bue, los delirios de ese simpático vicepresidente hoy, son la moneda de disputa política con que están esmerilando el gobierno, la derecha y sus siempre serviles ultraizquierdistas (sí que más serios que los nuestros). Hugo Chávez plasmó un conjunto de aspiraciones en la nueva constitución que sirvió para....
Cuando Alfonsín y Menem pactaron los cambios constitucionales, el transero radical agregó un montón de clausulas que hacen al "parlamentarismo", último grito de la moda en el campo de los zombies alienados.
Ninguna de esas cláusulas se aplicó, ni con Menem ni con Chacho Álvarez ni con De La Rúa (señora, cuando Alfonsín fue presidente, antes de la reforma constitucional, tampoco se aplicaron las cláusulas "parlamentaristas" de nuestra constitución) ni con elgobierno de Duhalde, que surgió de un contubernio (Duhalde, Alfonsín y Chacho Álvarez; o Sociedad Rural, Techint y Clarín, respectivamente; o sea, un contubernio "parlamentario". El gobierno de Duhalde fue el que menos respetó al "parlamento", señora, ¿sabía?). Sí se aplicaron las cláusulas que interesaban a Menem y Alfonsín: la reelección y eliminación del colegio electoral (ambas de carácter progresista) y las que interesaban a Alfonsín: el intendente porteño y el tercer senador (ambas de carácter regresivo). Cada cual se quedó con lo suyo: Menem con más poder, a costa de hacer mierda el peronismo, Alfonsín con más poder, a costa de hacer mierda el radicalismo. Todos contentos.
Las reformas constitucionales en Bolivia, Ecuador y Venezuela fueron plasmadas con otras relaciones de fuerza y de manera más participativa. Pero, no dejan de ser un conjunto de aspiraciones. ¿La inversión de tantas energías políticas en un conjunto de aspiraciones, tiene correlato con lo obtenido, o era mejor invertir esas energías en la obtención de derechos y conquistas (que ninguna constitución frenaba del todo) y consolidar el cambio en las relaciones de fuerza? Pregunta contrafáctica, ya está. Pero, un buen análisis de lo ocurrido, sirve de lección.
Por mi falta de humildad me resulta inevitable decirlo: yo leí la constitución, es muy aburrida y pretenciosa. Y un periodista no debería leer jamás la constitución ni estudiarla: después resulta inevitable volverse cínico ante tanto chantapufi que invoca la constitución a su antojo.
Y en cierta medida, está bien. Es parte de la lucha política.
Pero, señora, la empanada tucumana no lleva papa, ésa es la salteña. Y es horrible, la empanada salteña. Señora. Lo dice la constitución. En serio. Me lo contó un constitucionalista.
¿Que la papa y la empanada no figura en la constitución? Cómo que no, está al lado de las atribuciones del Parlamento, señora.
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