lunes, octubre 24, 2011

Perro que ladra no muerde, pero rompe las pelotas.



El rencoroso discurso de la Naranja Mesiánica, rodeada de fanáticos de su secta en vías de extinción, trasciende la mera distinción de que se trata de una persona de baja moral, poco aprecio por las instituciones y un gran desprecio por la república. Al igual que Duhalde tras las primarias, esconde el parecer de un ínfima minoría que siente un notable asco por el funcionamiento del estado de derecho. Revela la derrota del discurso del Grupo Clarin en sus extremos más ridículos (majulizados, digamos) y la impotencia por haberse tomado seriamente. Pero, también una lógica excesivamente estúpida. Peligrosa, como cualquier cosa que sea excesivamente estúpida.
La marginalidad al que proceso electoral sometió a Carrió le impidió, a la vez, salir del microclima de odio y se autoproclamó un pase a la resistencia al régimen.
La Causa Radical fue la bandera de Alem, pero principalmente de Yrigoyen, en los inicios del radicalismo, cuando peleaba, con las armas e intentos de asalto revolucionario al estado, contra lo que denominaba "el régimen". Carrió, ciertamente, no debería, con esa gordura, resistirse a ningún régimen, pero su planteo, delirante, pero peligroso, no puede dejar de estremecer: el origen violento del radicalismo implicaba aliarse con Mitre y sectores que, por peleas interburguesas -si se me permite la licencia poética- tenían interés en la reconstitución del sistema político, caminando hacia una democracia restringida pero de avanzada para la época y la situación. La lucha de la causa contra el régimen presuponía, además, que en elecciones libres y masculinas, el radicalismo vencería. Y esa presuposición, si bien era historia contrafáctica, tenía en el clima de la época -finales del siglo 19- un consenso que abarcaba sectores de las élites terratenientes dominantes, aliadas en su mayoría al gobierno.
Si uno entronca este pensamiento tosco de Carrió con sus denuncias psicóticas de que hubo fraude (lo mismo dijo en el 2007), de que este gobierno es como Kadafi y sus planteos mesiánicos de que la soberanía popular no alcanza la luz que ella y Majul sí ven en el más allá, el discurso cierra redondo como estrategia, más allá de la táctica de querer quedarse con la familia radical, que migró masivamente hacia el kirchnerismo y en menor medida al duhaldismo y al conservadurismo popular de Binner.
La causa radical originaria, comandada por sectores de la oligarquía -como Mitre, a partir de que a Roca lo sucediera su cuñado Juárez Celman; Francisco Barroetaveña, Juan B Justo, etc- marginados de la misma constitución que apoyaron, le daba en esa constitución (la de 1853) los fundamentos para alzarse en armas. Sería injusto reducir ese proceso, además, a un alzamiento en armas. Y menos apartarse de cómo se despliega luego, con el liderazgo de Alem, del tío de Yrigoyen y sobre todo de éste último.
Pero el pensamiento situado al que Carrió remite es decodificado de esta manera: el alzamiento en armas es válido por el nepotismo y la marginación de las mayorías.
Claro, sí, obvio: este pensamiento está altamente alienado. Pero el caso es que la irresponsable diputada lo dice a boca de jarro, como ex vocera del principal monopolio comunicacional y como conductora cultural de lo que hasta semanas fue el Grupo A.
Por suerte en las refortalecidas instituciones más democráticas -los poderes electivos- prima la leche de la clemencia ante la mala leche de la demencia.

1 comentario:

  1. Todo vale contra la voluntad popular, que siempre está equivocada porque no me vota... el fraude patriótico, llamar a los "salvadores de la patria" que están en os cuarteles, la evasión sojera patriótica, la fuga de divisas patriótica... en fin...

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