sábado, octubre 01, 2011

Troskópolis

Vovíamos de La Pampa con Patucho y el hermano, y un caos en el tránsito, más tirando a Autopistas del Sur, me impidió llegar a 678 (resulta que había una procesión por la virgen de Luján, que aunque sea de Luján, no es Agustina, porque no es virgen, bah, no sé) hacia Buenos Aires, al Cantón de Chacarita, plan uno. No funcionó. Horas a paso de hombre en Luján.  Lujan es hoy conocido por su basílica, una tontería escultural que uno tiende a querer. Como las cosas, ya inútiles, que se guardan en los sótanos. Pero Luján fue algo así -historia olvidada- como la capital de la provincia de Buenos Aires, en la década del 20, siglo 10, Doña. Ahí el general Alvear sostuvo sus batallones y lindo quilombo, para la época, armó. Se metían, con frecuencia, en esas escaramuzas inconclusas -dadas por saldadas erróneamente- con frecuencia caudillos de Santa Fe, alguna vez Don Pancho Ramírez.
Antes habíamos pasado por un pueblito de nombre Asamblea. El nombre es curioso. Y en la larga espera, Patucho inventaba la etimología del pueblito, y sus posibles proyecciones, al modo de Brasilia, en cierto sentido, La Plata: ciudades inventadas de la nada, desde arriba, nacidas al calor de la ambición iluminista, de la pretenciosidad de los arquitectos, del elitismo administrativo, contraste de ese espacio -La Matanza-nacido al calor de la destrucción creativa:


Un lugar en el mundo (Troskópolis)

Un día como hoy pero de 1973, en plena primavera y con el Movimiento brutalmente convulsionado por el intensivo devenir de los acontecimientos, vuelve a reflotarse aquel gran proyecto de crear un Estado Peronista en la ciudad de La Matanza, y junto a él, aggiornados los compañeros a los tiempos que corren, una nueva iniciativa para enfrentar la problemática que implica la cada vez más difícil convivencia con el troskismo vernáculo.

Una nueva comisión, esta vez bipartita, en un ensayo inédito de convivencia política, reúne en una oscura oficina del Congreso de la Nación a 4 cuadros del neuroperonismo y 4 del troskismo capitalino. El objetivo común: generar un Estado Troskista en territorio argentino. El objetivo peronista: demostrar que la utopía troska es imposible. El objetivo trosko: derrotar definitivamente al bonapartismo peronacho y hacer la revolución.

Los hombres cranean durante horas tratando de tomar la primera decisión, la más importante: dónde se va a establecer el Estado Troskista. Deciden, tras haber fumado 26 paquetes de 43/70, por el pueblo Asamblea, en Pcia. de Buenos Aires. El lugar es elegido estrictamente en función de que comparte su nombre con la institución política troskista por excelencia.

El experimento se concreta. Asamblea promete ser un paraíso troskista: cada dirigente tiene derecho a tener dos o tres obreros a quienes dirigir, las asambleas se hacen todo el tiempo en todas las esquinas, Asignación Universal de Centros para que todo niño tenga un centro de estudiantes para presidir, Programa Más y Mejor Megáfono para que la militante que usualmente usa el megáfono arriba del camioncito en las marchas luzca su belleza y compromiso revolucionario, en las peluquerías reemplazan las revistas Caras por la lectura oligatoria de "La Revolución Permanente", se mejora la consigna "un Estudiante, un Voto" por "Un habitante, una Fracción", la sede de la intendencia es convertida en una Facultad de Sociología, su órgano de gobierno, un consejo directivo de 16 integrantes, está conformado por 16 monobloques.

Todo marcha bien por algunos meses aunque pronto se empiezan a percibir los primeros problemas. Una profunda depresión invade a gran parte de los habitantes. La causa: no hay ni un peronista al que echarle la culpa de que la revolución todavía no se hizo.

Éxodo masivo, de vuelta a la capital, para transitar nuevamente el duro y ominoso camino de la proscripción. Es decir, de la falta de votos.


Sigue acá. 

1 comentario:

  1. Siempre son tan increíbles y descriptivos los estados troskos que no puedo parar de reír, me siento empepado!!!

    El indio de Barracas

    ResponderBorrar