En Artepolítica están haciendo un concurso, le llaman "polla" (ya por el nombre y por su compulsión a los juegos, estoy seguro que la ideó Mendieta) llamado "Elige tu propio gabinete". El asunto tiene hasta reglamenta, puntaje y todo tan especificado que, apuesto, lo redactó, apuesto, Tomás, por su sofisticado empeño por reírse de las pasiones inútiles.
Leí varias, no todas porque son una bocha (y porque, como pasa siempre con los comentarios en internet, cuando hay muchos, uno sólo lee, si es que los lee, a quienes conoce, así sea sólo de nombre) y son muy entretenidas. Pero el punto más interesante es la cantidad de nuevos ministerios que, con toda seriedad, se puesta que se van a crear. Se apuesta, que se entienda: no es información. Esto es kirchnerismo, y nadie se entera nada hasta que Cristina lo decida. Y está bien que sea así (días pasados, con un amigo nos reíamos por lo complicado que es ahora hacer periodismo sin primicias. Bueno, ahora, desde el, digamos, 2009. Estoy muy mordaz últimamente, je. Volviendo: los que la tienen jodida son los periodistas de economía, y ni te digo los analistas financieros de los bancos. Podría escribir sobre eso. Estuve en un asado con gente del ambiente de las finanzas y los bancos, toda esa gente estúpida y aburrida: escuché, de verdad, las cosas más desopilantes. Deberia ya cerrar el paréntesis, pero te cuento ésto: en determinado momento, yo ya estaba aburrido, en la concha de la lora, una quinta en San Isidro, y me quería ir, y alguien me tenía que llevar, porque yo no tengo auto. Mi amigo, el que me había llevado ahí, no se quería ir todavía, por un asunto de polleras. Entonces, pensé el plan: le arruino el asado. A los tres minutos ya estaba, yo, con las piernas cruzadas, acariciándome la barba -mi gesto de desdén y soberbia por excelencia- diciéndole a un gerente de una de esas cadenas de bancos minoristas que estafan, bah, prestan plata a jubilados, que el análisis que estaba haciendo basado en rumores para explicar la suba de las tasas de los depósitos en pesos era una boludez total. Se lo decía como quien le aconseja que se ponga un parripollo. El tipo me miró la camisa de saldo, el zapatófono de celular, esas miradas de putañero que ante un hombre te sacan el costo, y se quedó callado. Me envalentoné y seguí. Iba unos buenos 15 minutos hablando, ya me había entusiasmado, hasta que me percaté que me estaban escuchando con atención. Mierda, pensé. Algo malo debo estar haciendo. O no, capaz que viven en una burbuja tan cerrada cierta gente...Y entonces al rato estaba respondiendo preguntas, como quien cuenta con un saber especial, íntimo y absoluto o acceso directo a las fuentes de Luis Majul, respondiendo obviedades como que no se iban a expropiar los bancos, no se iba a decapitar a los niños menores de 5 años ni, por ahora, entrar en guerra con Uruguay para incautar las cajas de seguridad. Por ahora. Muy lindo todo. ¿En qué estaba? No me acuerdo. Cierro el paréntesis)
Me llama la atención que se espere, en el mundo cultural del kirchnerismo, con entusiasmo la creación de nuevos ministerios. A mí ni me va ni me viene. Digamos, habla de un trasfondo de que se espera que el estado amplía sus facultades y funciones. Que utilice instrumentos específicos (aunque en el manejo real del estado no sea taaaaaaaan así: por ejemplo, la secretaría de lucha contra el narcotráfico, puede ser una subdirección o un ministerio y no cambia mucho). Que, claro, mande señales políticas (hacia ahí se orientan, creo, los que sueñan con un "ministerio de la juventud"). Como cuando se creó un ministerio de agricultura. O de Seguridad. O de Industria. O, más claramente, de Tecnología. ¿En qué andará Lino Barañao? Hace como 3 días que no sé nada de él. Bueno. En fin.
La exaltación de los ministerios. Me causa un poco de ternura. Entre otras cosas, porque el juego político y presupuestario lo define Cristina. Y está bien que sea así. Pero, también, porque es una versión muy porteña del asunto. Porque, ponele, un ministerio como el de Seguridad, bah, no, ése es un asunto municipal, pero otro ministerio que sea de verdad, como el de Agricultura, que es el ministerio de la Pampa Húmeda, expande sus oficinas y recursos pero trabaja, básicamente, con las estructuras provinciales. Dónde, los ministros, con sus más y sus menos, los pone la oligarquía. Perdón, la frase "los pone" puede llevar a confusión. La oligarquía nunca pone, siempre saca. En Santa Fe, por ejemplo, no paga un peso, tampoco en Córdoba, ni La Pampa (que es una parte patagonia, tá, pero...). En Entre Ríos y Buenos Aires, alguito. Pero andá a hacerles actualizar por inflación el inmobiliario rural. El chanta de Alfredo Leuco, que bolsillea a los brutos millonarios de la Pampa Húmeda (dejen de tirar su plata pagándole conferencias a este hombre: le erró en todos los pronósticos jajaja) te habla que la inflación está por las nubes. Bueno, a ver, armemos un comité de notables: Alfredo Leuco, Francisco Olivera, Cachada Cachanoski y Marcelo Boddeli; ¿Cuánto es la inflación anual? ¿835%? Bueno, esa cifra entonces actualizamos el inmobiliario rural....Ah, no? ¿Cuánto es la inflación anual entonces? ¿0,000000000001? Ah. Ok.
Es como si a los porteños de Palermo, Recoleta y Barrio Binner les dijeran que van a pagar impuestos por el valor real de su propiedad. Salen a incendiar el Indec sino mide como inflación un 0,0000000000000000000000000000001 acumulados en los últimos 75 años. Pero claro, si desde que el Gran Pellegrini solucionó el tema, ya no hay más inflación.
¿Qué hace un ministro de educación, por ejemplo? ¿O el de salud? Coordina con las provincias, y coordina con los partidos provinciales que gobiernan las provincias.
Hay que ser justos, el estado está llegando, gracias al kirchnerismo, al país. Ya no son tan fantasmas esos dos ministerios. Ahora, tampoco son como eran antes de Menem. Falta mucho. Y no sé si es posible reconstruir un estado nacional así como así. Hay otro punto, más denso y complejo, que es que no hay partidos políticos nacionales. Excepto el kirchnerismo. Y más complejo todavía: la crisis política y militar del capitalismo, llamada "crisis financiera internacional" y como factor inconexo "primavera árabe" y como otro factor inconexo "guerra contra el terrorismo", está haciendo retroceder los estados nacionales. Quien lea las cosas de otra manera, a mi juicio, siempre modesto, más que modesto, soy la humildad en persona, a mi juicio se equivoca. Hay que ver qué pasa, corazones.
Volviendo al ministerialismo. Hay lugares recónditos de la patria, donde el estado volvió a llegar. Rutas. Alguna escuela, la asignación universal, y las jubilaciones. Las jubilaciones universales es una medida de poco impacto en las grandes ciudades, y por tanto, con poco brillo y conocimiento. Pero una de las mejores y más dignas medidas del kirchnerismo. Bueno, ahí está llegando el estado. Y ni las jubilaciones universales ni las asignaciones universales tienen, por ejemplo, un ministerio. Aerolíneas dependerá de algún ministerio, no sé. Pero llega. El Correo, está en todos lados. El Banco Nación, aunque no sea un banco popular con políticas progresistas, está en todos lados. La Afip, también.
El Inadi, el Ministerio de la Verdad, abrió durante la etapa kirchnerista sucursales en todas las provincias.
La secretaría de transporte, sin dejar de ser secretaría, amplió sus facultades vecinales.
El estado es algo gris, la administración, algo aburrido, pero es lo único que hay para encauzar los conflictos sociales.
El Ministerio de Desarrollo Social, durante el kirchnerismo, abrió cantidades de centros de referencia para poder hacer política social "en el territorio". Esas son las cosas que sirven. Medidas en resultados. Pero también, en llegada.
Recuperar las capacidades estatales, en un contexto adverso, no es fácil, señor. La sintonía fina, que se reclama con voz engolonada de quienes conocen poco y nada la llegada del estado real adonde se necesita, es ésto, corazón. Que se puedan empadronar millones de jubilados y niños, cobrando en el Banco Nación. Se hizo sin crear ministerios.
Por mí, que se creen todos los ministerios que hagan falta, si es que hacen falta. Pero yendo al núcleo del asunto: crear ministerios es descentralizar (igual, esto es kirchnerismo: los cantos de sirena del Banco Mundial sobre cómo conducir el estado, tienen menos cabida que Carrasco en un campamento de mormones). Hay que mirar los resultados, del sobrevalorado descentramiento. Hay que mirar los resultados de la centralización: fijate Diego Bossio, un pibe de mi edad, al que no invitaría jamás a una de la peña de los jueves (no me lo imagino con la corbata de vincha y bailando El bombón asesino con Lorena García), el quilombo que armó en la puna jujeña, en los pueblos alejados de Río Negro, en la selva misionera, en las villas de Rosario, en el monte entrerriano. Donde no había estado. Donde no está el ministerio de agricultura. Donde están las jubilaciones y las asignaciones.
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