jueves, diciembre 15, 2011

Alzamendiiiiiiiiiiiiiiiii



Mujer de Olé

MIÉRCOLES 14 DE DICIEMBRE DE 2011


DE RIVER Y SUS MEJORES MOMENTOS

En el peor momento de la historia de River se cumplen 25 años del día más glorioso. El 14 de diciembre de 1986 derrotó al Steaua Bucarest de Rumania por 1 a 0 con gol de Antonio Alzamendi y levantó la Copa Intercontinental. Aquel día el River que dirigía Héctor "el Bambino" Veira, formó con Pumpido; Gordillo, Nelson Gutiérrez, Ruggeri, Montenegro; Héctor Enrique, Gallego, Alonso, Alzamendi; Funes y Alfaro(Sperandio). Por su parte, el Steaua lo hizo con Stingaciu; Iovan, Belodedici, Bumbescu, Barbulescu (Majearu); Weisembacher, Balan, Stoica, Marius Lacatus; Piturca y Balint. Aquel día, hace 25 años, River se consagraba como el mejor equipo del mundo por primera y única vez en su historia.

Pero no me interesa hablar de la actualidad de River ni hacer periodismo del morbo, que por estos días hay bastante en relación a la situación del millonario que ha perdido la categoría, también por primera vez en su historia, sino simplemente recordar con cariño al hincha gallina más querido por Mujer de Olé bajo el Brazo. A mi abuelo José, o Pepe como todos le decíamos, el padre de mi mamá. Mi abuelo murió ese mismo día, esa misma noche en realidad a la edad de 74 años y de modo medio inexplicable. No estaba mal, ni enfermo, sí desde hacía un año largo no caminaba, se había caído un par de veces y luego de dos operaciones de cadera, el miedo a una nueva intervención más el doloroso post lo hicieron decidir quedarse por el resto de sus días en una cama en su dormitorio. Mi abuelo era realmente fanático mal de River (o bien, según como se mire) y de Perón y Evita, peronista furioso. Eran dos temas que lo perdían, y se medía a diario en discusiones con cualquiera para defender sus colores, los políticos y los deportivos. Pero también fue un ejemplo inclaudicable de dignidad, el más impresionante que tuve en mi vida y lo llevo en mi alma como guía.

Había venido de su Entre Ríos natal a los 13 años, casi un pibe, a trabajar para ayudar a su familia, a sus hermanos y hermanas. Fue albañil, y en los años cuarenta entró a trabajar en el Ministerio de Agricultura, donde se jubiló varias décadas más tarde. Amaba su trabajo porque, entre otras cosas, le permitió criar a sus cinco hijas (sí cinco!!!) y encima solo sin una compañera a su lado, porque quedó viudo a los 37 años y nunca más volvió a formar pareja; también aprender a leer de grande en el sindicato porque había dejado la escuela a los 8 años para trabajar en el campo; comprarse más tarde una casa para descansar en ella con sus nietos, porque nos adoraba, pero con una sola condición, que fuéramos hinchas de River. Pobre abuelo, se fue sin saber que sólo dos de nosotros cumplía con la consigna, el resto nos repartíamos entre Boca y Huracán, aunque a él le decíamos que éramos de River. Creo que él siempre lo supo pero le encantaba el juego y lo jugaba con un compromiso militante.

El 14 de diciembre de 1986 se fue para siempre, y aunque les resulte extraño yo lo que más recuerdo de ese día, es que en su lecho de muerte estaba con una sonrisa encantadora en su rostro sereno. No nos daba impresión ni mucho menos tocarlo o besarlo, estar cerca suyo, parecía dormido y feliz, feliz para toda la eternidad. Estoy convencida, siempre lo estuve, de que esa felicidad era por la Copa Intercontinental de su amado River Plate, ojalá así haya sido verdaderamente. Porque si de todos modos iba a irse, qué mejor que luego de una gran emoción vivida con el equipo de sus amores.

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