Abel Fernandez en su blog:
De “Proyecto X” y otros expedientes
febrero 19, 2012
Hemos leído en los diarios (opositores) en estos días que la difusión que tomó el “Proyecto X”, una base de datos de la Gendarmería con minuciosa información sobre gente investigada por esa fuerza, causó un enorme revuelo político que incluyó acusaciones al Gobierno de “espionaje ilegal” y un pedido masivo de la oposición para que la ministra de Seguridad dé explicaciones en el Congreso.
La existencia del “Proyecto X” habría sido informada por el jefe de la Gendarmería Nacional, Héctor Schenone, en una causa judicial. Es un registro con datos reunidos por gendarmes (según Schenone, siempre con conocimiento de la Justicia) sobre personas presuntamente investigadas por delitos. Tiene un altísimo nivel de detalle de cada uno. Incluye rubros tales como “teléfono”, “otros medios de comunicación”, “transporte” y “recursos financieros”.
También hemos leído en los diarios - oficialistas, y en algunos blogs del palo – que en noviembre del año pasado, Página/12 publicó la denuncia sobre las presuntas actividades de espionaje que habría realizado Gendarmería. Y los demás medios prácticamente no le dieron importancia al tema. Ahora Clarín, La Nación, TN y Radio Mitre lo convirtieron repentinamente en un best seller.
Ahora, si uno entraba en cualquier momento a la página institucional de la Gendarmería Nacional Argentina, aquí, podía enterarse que es “una Fuerza de Seguridad, de naturaleza Militar con características de Fuerza Intermedia, que cumple su misión y sus funciones en el marco de la Seguridad Interior, Defensa Nacional y apoyo a la Política Exterior“. Ah, y que tiene una Unidad Especial de Inteligencia.
Es más, en ese supermercado del conocimiento que es Wikipedia, hay desde octubre de 2010 una entrada que – sin entrar en detalles, tampoco la pavada – dice que Inteligencia de la Gendarmería Nacional Argentina es su servicio de inteligencia, parte de la Secretaría de Inteligencia.
Sobre el tema del “Proyecto X” en sí, ya se pronunciaron voces tan autorizadas como la ministra Nilda Garré, Ricardo Gil Lavedra, Horacio Verbitsky (que aprovecha para pegarle a Aníbal Fernández), y también, claro, los blogs troskos. Todos previsibles, me parece, y por lo tanto remito a los links para los que se interesen. Quiero reflexionar, en forma deshilvanada, sobre el tema de la así llamada “inteligencia interior”.
Las actitudes frente a ese tema son … complejas, como casi todo en la política real. Para una franja importante y numerosa de nuestros compatriotas, los que pueden identificarse en forma difusa como ”izquierda”, “centro-izquierda”, “progresismo”, despierta un rechazo profundo, por motivos que surgen de la historia reciente, por ideología y también, en el caso de la “Ley Antiterrorista” – que suscitó cuestionamientos parecidos a los del Proyecto X - por convicciones antiimperialistas y hostilidad a las políticas de los EE.UU. e Israel.
En cambio, otra porción, también muy numerosa, de los argentinos, que el otro sector dice que son de derecha y que se consideran a sí mismos de “centro derecha” o “centro”, no muestran la misma sensibilidad en el asunto. Para mencionar un ejemplo, Mauricio Macri fue denunciado por realizar tareas de inteligencia y escuchas ilegales, y eso no afectó en nada sus excelentes resultados en las elecciones porteñas.
Pero sucede que una parte muy importante de los dirigentes, militantes y votantes del progresismo apoyan decididamente al gobierno nacional. Son parte, y no menor, de la coalición oficialista. Mientras que el núcleo más visible, y audible, de los opositores más fervientes pueden calificarse como de centro-derecha sin grave injusticia.
Entonces vemos que los medios hostiles al gobierno – el espacio más importante que tiene la oposición – dan generosa cabida a todas las protestas que la izquierda se siente impulsada a hacer. De la misma forma que hacen eco al cuestionamiento a la megaminería, que en otras circunstancias no obtuvo la misma repercusión.
Y los hombres y mujeres del oficialismo … tratan de ignorarlo, o sarasean, o – lo más discutible – toman posturas principistas ajenas a las políticas concretas de su gobierno. Porque Argentina tiene obligaciones internacionales, formales y públicas, que la obligan a colaborar en la “lucha antiterrorista”, tal como está planteada en el mundo actual. Sin dejar de tomar en cuenta el hecho que sus propios organismos judiciales han acusado – sin demasiadas pruebas conocidas, es cierto – a hombres vinculados al gobierno de Irán de complicidad en un atentado terrorista grave en nuestro suelo.
Todo esto hace necesario que el gobierno y sus organismos de seguridad realicen tareas de inteligencia interior. En la que aceptan, es bastante conocido y no ha sido desmentido por nadie, la colaboración de organismos de seguridad de EE.UU. e Israel. Autoridades muy importantes de ambos países han reconocido públicamente la colaboración argentina.
Esto resulta incómodo a muchos progres, y confieso que no me entusiasma a mí, que considero que no se nos ha perdido nada en Medio Oriente, excepto mercados. Pero es una adaptación necesaria a la realidad global, que comparten la mayoría de los países latinoamericanos, incluído Brasil (Las únicas excepciones abiertas son Cuba y Venezuela, y no pondría las manos en el fuego en ninguno de los dos casos).
Además, tengo que decir que en la actitud de rechazo de ambas Izquierdas, la oficialista y la opositora, encuentro un romanticismo irresponsable. No veo ningún argentino dispuesto a inmolarse en atentados suicidas, pero si una fuerte tendencia a negar que existen, porque el terrorismo es solamente lo que hacen los Malos, los ya señalados EE.UU. e Israel, e Inglaterra y Francia…
No voy a negar que sean Malos. Pero recomiendo actualizar la lección que nos impartió George Canning: los países en serio no son ni Buenos ni Malos; tienen intereses y se defienden. Imitémoslos.
Por supuesto, lo vinculado a las (hipotéticas) amenazas internacionales es solo una parte, menor, de la inteligencia interior. Sobre el resto, lamentablemente, la hipocresía es total.
La izquierda opositora se aferra a lo que hoy son fantasías de persecución. La “criminalización de la protesta social” que la amenaza no tiene que ver con organismos de seguridad en que oscuros represores elaboran listas de posibles subversivos, sino con infracciones o delitos que se cometen en el transcurso de luchas gremiales o sociales, ya sea por camioneros, delegados de Kraft o del subte, o manifestantes contra las retenciones o la minería o las pasteras.
Por cuáles se interesan los jueces, y con qué ejecutividad avanzan las causas… no tiene que ver con organismos de seguridad y sí con la política. Y lo saben perfectamente. Los organismos de inteligencia reunieron más información condenatoria sobre José Pedraza que sobre el “Pollo” Sobrero.
En las fuerzas políticas con representación parlamentaria, la hipocresía es aún más consciente. El oficialismo tiene claro que su gobierno requiere tener la información que no se publica; Néstor Kirchner no se molestaba en ocultarlo. Y la oposición lo utiliza para pegarle al gobierno, pero no se le ocurre renunciar a la posibilidad de usar nuevamente los organismos de inteligencia si otra vez llegara al poder. Saben que sirven a todos los gobiernos.
Para el ciudadano de a pie, todo este asunto estimula la paranoia que ayudó al éxito de series como “Los expedientes X”: desde el poder, hay maniobras secretas para joderlo. Y algo de justificación tiene.
Mi opinión: La legislación que hace a la seguridad, y la inteligencia, interior en nuestro país es perfectible, sin duda, pero razonablemente apropiada, y respetuosa de los derechos de las personas. Lo que nos falta es la supervisión civil, es decir, política, de los organismos de seguridad e inteligencia, que está prevista en una Comisión del Congreso, que es como si no existiera.
Como oficialista, tengo claro que no puedo pedir al oficialismo, a éste o a ninguno, que se controle a sí mismo… si no hay una exigencia política persistente y firme desde la oposición, que tenga respaldo en la sociedad. Las circunstancias actuales, un oficialismo con un sector incómodo con el asunto, serían propicias para avanzar… si la oposición toma su tarea y a sí misma en serio. Me resulta difícil ser optimista.
“ARTICULO 2°— A los fines de la presente ley y de las actividades reguladas por la misma, se entenderá por:
Link originalLa existencia del “Proyecto X” habría sido informada por el jefe de la Gendarmería Nacional, Héctor Schenone, en una causa judicial. Es un registro con datos reunidos por gendarmes (según Schenone, siempre con conocimiento de la Justicia) sobre personas presuntamente investigadas por delitos. Tiene un altísimo nivel de detalle de cada uno. Incluye rubros tales como “teléfono”, “otros medios de comunicación”, “transporte” y “recursos financieros”.
También hemos leído en los diarios - oficialistas, y en algunos blogs del palo – que en noviembre del año pasado, Página/12 publicó la denuncia sobre las presuntas actividades de espionaje que habría realizado Gendarmería. Y los demás medios prácticamente no le dieron importancia al tema. Ahora Clarín, La Nación, TN y Radio Mitre lo convirtieron repentinamente en un best seller.
Ahora, si uno entraba en cualquier momento a la página institucional de la Gendarmería Nacional Argentina, aquí, podía enterarse que es “una Fuerza de Seguridad, de naturaleza Militar con características de Fuerza Intermedia, que cumple su misión y sus funciones en el marco de la Seguridad Interior, Defensa Nacional y apoyo a la Política Exterior“. Ah, y que tiene una Unidad Especial de Inteligencia.
Es más, en ese supermercado del conocimiento que es Wikipedia, hay desde octubre de 2010 una entrada que – sin entrar en detalles, tampoco la pavada – dice que Inteligencia de la Gendarmería Nacional Argentina es su servicio de inteligencia, parte de la Secretaría de Inteligencia.
Sobre el tema del “Proyecto X” en sí, ya se pronunciaron voces tan autorizadas como la ministra Nilda Garré, Ricardo Gil Lavedra, Horacio Verbitsky (que aprovecha para pegarle a Aníbal Fernández), y también, claro, los blogs troskos. Todos previsibles, me parece, y por lo tanto remito a los links para los que se interesen. Quiero reflexionar, en forma deshilvanada, sobre el tema de la así llamada “inteligencia interior”.
Las actitudes frente a ese tema son … complejas, como casi todo en la política real. Para una franja importante y numerosa de nuestros compatriotas, los que pueden identificarse en forma difusa como ”izquierda”, “centro-izquierda”, “progresismo”, despierta un rechazo profundo, por motivos que surgen de la historia reciente, por ideología y también, en el caso de la “Ley Antiterrorista” – que suscitó cuestionamientos parecidos a los del Proyecto X - por convicciones antiimperialistas y hostilidad a las políticas de los EE.UU. e Israel.
En cambio, otra porción, también muy numerosa, de los argentinos, que el otro sector dice que son de derecha y que se consideran a sí mismos de “centro derecha” o “centro”, no muestran la misma sensibilidad en el asunto. Para mencionar un ejemplo, Mauricio Macri fue denunciado por realizar tareas de inteligencia y escuchas ilegales, y eso no afectó en nada sus excelentes resultados en las elecciones porteñas.
Pero sucede que una parte muy importante de los dirigentes, militantes y votantes del progresismo apoyan decididamente al gobierno nacional. Son parte, y no menor, de la coalición oficialista. Mientras que el núcleo más visible, y audible, de los opositores más fervientes pueden calificarse como de centro-derecha sin grave injusticia.
Entonces vemos que los medios hostiles al gobierno – el espacio más importante que tiene la oposición – dan generosa cabida a todas las protestas que la izquierda se siente impulsada a hacer. De la misma forma que hacen eco al cuestionamiento a la megaminería, que en otras circunstancias no obtuvo la misma repercusión.
Y los hombres y mujeres del oficialismo … tratan de ignorarlo, o sarasean, o – lo más discutible – toman posturas principistas ajenas a las políticas concretas de su gobierno. Porque Argentina tiene obligaciones internacionales, formales y públicas, que la obligan a colaborar en la “lucha antiterrorista”, tal como está planteada en el mundo actual. Sin dejar de tomar en cuenta el hecho que sus propios organismos judiciales han acusado – sin demasiadas pruebas conocidas, es cierto – a hombres vinculados al gobierno de Irán de complicidad en un atentado terrorista grave en nuestro suelo.
Todo esto hace necesario que el gobierno y sus organismos de seguridad realicen tareas de inteligencia interior. En la que aceptan, es bastante conocido y no ha sido desmentido por nadie, la colaboración de organismos de seguridad de EE.UU. e Israel. Autoridades muy importantes de ambos países han reconocido públicamente la colaboración argentina.
Esto resulta incómodo a muchos progres, y confieso que no me entusiasma a mí, que considero que no se nos ha perdido nada en Medio Oriente, excepto mercados. Pero es una adaptación necesaria a la realidad global, que comparten la mayoría de los países latinoamericanos, incluído Brasil (Las únicas excepciones abiertas son Cuba y Venezuela, y no pondría las manos en el fuego en ninguno de los dos casos).
Además, tengo que decir que en la actitud de rechazo de ambas Izquierdas, la oficialista y la opositora, encuentro un romanticismo irresponsable. No veo ningún argentino dispuesto a inmolarse en atentados suicidas, pero si una fuerte tendencia a negar que existen, porque el terrorismo es solamente lo que hacen los Malos, los ya señalados EE.UU. e Israel, e Inglaterra y Francia…
No voy a negar que sean Malos. Pero recomiendo actualizar la lección que nos impartió George Canning: los países en serio no son ni Buenos ni Malos; tienen intereses y se defienden. Imitémoslos.
Por supuesto, lo vinculado a las (hipotéticas) amenazas internacionales es solo una parte, menor, de la inteligencia interior. Sobre el resto, lamentablemente, la hipocresía es total.
La izquierda opositora se aferra a lo que hoy son fantasías de persecución. La “criminalización de la protesta social” que la amenaza no tiene que ver con organismos de seguridad en que oscuros represores elaboran listas de posibles subversivos, sino con infracciones o delitos que se cometen en el transcurso de luchas gremiales o sociales, ya sea por camioneros, delegados de Kraft o del subte, o manifestantes contra las retenciones o la minería o las pasteras.
Por cuáles se interesan los jueces, y con qué ejecutividad avanzan las causas… no tiene que ver con organismos de seguridad y sí con la política. Y lo saben perfectamente. Los organismos de inteligencia reunieron más información condenatoria sobre José Pedraza que sobre el “Pollo” Sobrero.
En las fuerzas políticas con representación parlamentaria, la hipocresía es aún más consciente. El oficialismo tiene claro que su gobierno requiere tener la información que no se publica; Néstor Kirchner no se molestaba en ocultarlo. Y la oposición lo utiliza para pegarle al gobierno, pero no se le ocurre renunciar a la posibilidad de usar nuevamente los organismos de inteligencia si otra vez llegara al poder. Saben que sirven a todos los gobiernos.
Para el ciudadano de a pie, todo este asunto estimula la paranoia que ayudó al éxito de series como “Los expedientes X”: desde el poder, hay maniobras secretas para joderlo. Y algo de justificación tiene.
Mi opinión: La legislación que hace a la seguridad, y la inteligencia, interior en nuestro país es perfectible, sin duda, pero razonablemente apropiada, y respetuosa de los derechos de las personas. Lo que nos falta es la supervisión civil, es decir, política, de los organismos de seguridad e inteligencia, que está prevista en una Comisión del Congreso, que es como si no existiera.
Como oficialista, tengo claro que no puedo pedir al oficialismo, a éste o a ninguno, que se controle a sí mismo… si no hay una exigencia política persistente y firme desde la oposición, que tenga respaldo en la sociedad. Las circunstancias actuales, un oficialismo con un sector incómodo con el asunto, serían propicias para avanzar… si la oposición toma su tarea y a sí misma en serio. Me resulta difícil ser optimista.
ADENDA:
A pedido de un amable comentarista, agrego el link a la ley 25.520 de Inteligencia Nacional (curioso nombre), y copio los artículos más significativos:“ARTICULO 2°— A los fines de la presente ley y de las actividades reguladas por la misma, se entenderá por:
1. Inteligencia Nacional a la actividad consistente en la obtención, reunión, sistematización y análisis de la información específica referida a los hechos, amenazas, riesgos y conflictos que afecten la seguridad exterior e interior de la Nación.
2. Contrainteligencia a la actividad propia del campo de la inteligencia que se realiza con el propósito de evitar actividades de inteligencia de actores que representen amenazas o riesgos para la seguridad del Estado Nacional.
3. Inteligencia Criminal a la parte de la Inteligencia referida a las actividades criminales específicas que, por su naturaleza, magnitud, consecuencias previsibles, peligrosidad o modalidades, afecten la libertad, la vida, el patrimonio de los habitantes, sus derechos y garantías y las instituciones del sistema representativo, republicano y federal que establece la Constitución Nacional.
ARTICULO 4°— Ningún organismo de inteligencia podrá:
1. Realizar tareas represivas, poseer facultades compulsivas, cumplir, por sí, funciones policiales ni de investigación criminal, salvo ante requerimiento específico realizado por autoridad judicial competente en el marco de una causa concreta sometida a su jurisdicción, o que se encuentre, para ello, autorizado por ley.
2. Obtener información, producir inteligencia o almacenar datos sobre personas, por el solo hecho de su raza, fe religiosa, acciones privadas, u opinión política, o de adhesión o pertenencia a organizaciones partidarias, sociales, sindicales, comunitarias, cooperativas, asistenciales, culturales o laborales, así como por la actividad lícita que desarrollen en cualquier esfera de acción.
3. Influir de cualquier modo en la situación institucional, política, militar, policial, social y económica del país, en su política exterior, en la vida interna de los partidos políticos legalmente constituidos, en la opinión pública, en personas, en medios de difusión o en asociaciones o agrupaciones legales de cualquier tipo.
4. Revelar o divulgar cualquier tipo de información adquirida en ejercicio de sus funciones relativa a cualquier habitante o a personas jurídicas, ya sean públicas o privadas, salvo que mediare orden o dispensa judicial.
ARTICULO 5°— Las comunicaciones telefónicas, postales, de telégrafo o facsímil o cualquier otro sistema de envío de objetos o transmisión de imágenes, voces o paquetes de datos, así como cualquier tipo de información, archivos, registros y/o documentos privados o de entrada o lectura no autorizada o no accesible al público, son inviolables en todo el ámbito de la República Argentina, excepto cuando mediare orden o dispensa judicial en sentido contrario“
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