El debate sobre los minerales contra el norte Argentino -no casualmente el más pobre y golpeado- se pone cada día más entretenido. Por que, al contrario de lo que piensan los que usufructúan de este debate, despedaza a la derecha aún más. Y, de paso, cuando se acaben las dudas al interior del kirchnerismo (¿usted conoce al secretario de minería, señora? está ahí desde hace muuuucho, y sin embargo. Pero las vacilaciones actuales del kirchnerismo tienen que ver con su impronta; los sureños son industrialistas, los bonaerenses, ni la más puta idea de nada, sólo subsidian vacas, los porteños, son ecologistas, o sea, en términos prácticos, progresistas de la soja) esto consolida al kirchnerismo como única fuerza política con un proyecto nacional y popular. Que incluye, horror de horrores, capitales trasnacionales, casi los mismos que tienen importancia vital en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, ni que hablar Brasil o Uruguay o menos que menos, Chile. Sé que Federico Pinedo quiere virar hacia un leninismo más exacerbado, pero bue, no hay condiciones, por ahora. Y el socialismo realmente existente no discute estas cosas, sino como cagar a palos y echar trabajadores en España, Portugal, Grecia, Irlanda, Alemania, Italia y Francia, países que se encargaron, ciertamente, de hacer mierda. Volvamos al punto. Qué divertido es que nos corran por izquierda!
Quitando el aspecto religioso ecológico, que es de sumo interés para la derecha urbana, en la lógica política real de las cosas, la discusión sobre los minerales aísla a Macri de la posibilidad de conformar un eje con los conservadores populares del norte. Macri, seguramente, lo entiende. Por eso, se debe sentir incómodo -además de por su profesión de ingeniero, analfabeto funcional, pero bue- con este tipo de debates radicalizados por las clases medias altas porteñas, sí que muy progresistas y temerosas de lo que suceda en Jujuy y Catamarca, tierra que desde ya, les importa mucho. Igual que a los columnistas sabihondos y finamente equilibrados.
¿Cómo articular una alianza de estos sectores, potencialmente arrojados a una derecha portuaria, con componentes de progresismo sojero como el de Binner, en un proyecto creíble de poder gobernar la argentina?
Los delirios místicos religiosos de un Pino Solanas se pagaron, en el país real, con no llegar al piso mínimo en las primarias. Es la única fuerza política (bueno, ya no existe, era) que planteaba extremos estúpidos y así les fue. Hoy proveen los intelectuales para el desbande de la Coalición Cínica y el binnerismo, otra ex fuerza política. Los intelectuales para decir esta serie de boludeces de la que difícilmente tengan retorno. Lo cual, por supuesto, no obliga al kirchnerismo a tomar posición, por cuanto, evidentemente, quiere dejar que sean los gobernadores los que enfrenten esta discusión y por otro lado, es más que factible que la alianza entre distintos sectores de la derecha se deshaga por sus propias contradicciones. O no. Habrá que ver. Por ahora, es una discusión inflada, que cuanto más se estire más gana el kirchnerismo. Por que a medida que se radicaliza el discurso opositor quedan más desfigurados los que tiene capacidad de hacer política -Binner, por ejemplo (no es menor que los más personalistas y pavotes de su aliancita hoy cobren más relevancia por que siguen la lógica exacerbada de Clarín. ¿Llegan juntos al año que viene en las elecciones? Lo dudo) o el nuevo radicalismo, el que tiene experiencia, que llega a Bs As a anoticiarse que tiene que bancar discusiones de tarados sobre las provincias que conocen por que gobernaron- pero por cierto, no hay que subestimar el poder religioso de esos discursos, por más que signifiquen la renuncia a gobernar, en sectores que no saben de dónde proviene la riqueza nacional. No hay que subestimarlo, ciertamente. Pero hay que recordar el escenario del 2009: el kirchnerismo se mantuvo en pie, aún derrotado, por sellitos que no resistieron la próxima elección con vida. Eso, considerando el peor escenario, es positivo. ¿Una derecha que no tenga como aliados a las empresas mineras? Puede ser, de última los municipios del norte viven de la coparticipación a la soja que se produce en la pampa húmeda (una medida distributiva de envergadura, a la que esta derecha naif, por cierto, se opuso) y de los aumentos de la injerencia del estado nacional en las políticas sociales tras décadas de neoliberalismo. ¿Pero qué sucedería si el kirchnerismo radicalizara la política fiscal con las mineras? Al otro día, se desarma el conglomerado opositor. Se aísla a los religiosos de los vacilantes y sobre todo, se deja con la brocha colgando al Grupo Clarín y a los partidos sojeros, que rápidamente se pondrán a la defensiva (reaccionan así, sobre todo Binner, cuando hay un amague de distribuir la riqueza, sale a esconderse abajo de la cama y negociar que no le toquen la oligarquía). Pero. ¿Es conveniente ésto, políticamente? Y, quizás, ahora, ya, no. Que sigan, que se entretengan, el tiempo les juega en contra. Pero económicamente, en tiempos de sintonía gruesa en diputados y sintonía fina en la sociedad, quizás, sí. Las dos variables no siempre van juntas, pero es lo que hay. Un escenario de discusión delirante, una guerra abierta de la derecha corporativa, las vacilaciones del kirchnerismo cuando le ponen la agenda, le llenan la cara de temas y se mezcla la biblia con el calefón. Lo de siempre. Nadie cambió mucho sus tácticas, todo sigue más o menos igual que antes de las elecciones. Donde el kirchnerismo les rompió el culo.
A diferencia de las oposiciones religiosas que enfrentan y enfrentaron Correa (Chávez no, por cuestiones singulares que no vienen, ahora, al caso) Evo y Lula, acá no hay un sujeto social que se desgaje de la alianza gobernante, en el norte, sí, quizás, en Palermo, donde hay minerales ya explotados. Y los sectores políticos del norte hoy vacilantes, con justa razón, adherirían de inmediato por su tradición industrialista a una radicalización fiscal con efectos distributivos concretos y palpables. Pero no hay, por ahora ni en este tema, factores étnicos, sí de clase -las minoritarias clases medias norteñas y sus ultraextractivas clases altas, tradicionalmente más reaccionarias que la media, son, obvio, ecologistas religiosos, pero nunca votaron al kirchnerismo ni lo harán- y el debate se complejiza con una radicalización fiscal, pero también y ni que hablar, con mayores controles ambientales (hablemos claro: con mayores costos y por ende menores dineros para el norte. Toda la religión ecológica es auditada por los puertos, qué tanto joder) para oligarquías provinciales conectadas con el puerto, de espíritu extractivista y esclavista, y ni que hablar de contaminar, queridos vineros, areneros, cultivadores, laneros, tabacaleros...¿ahora quieren cambiar de tema, ja?
En fin, todo muy divertido, señores.
Quitando el aspecto religioso ecológico, que es de sumo interés para la derecha urbana, en la lógica política real de las cosas, la discusión sobre los minerales aísla a Macri de la posibilidad de conformar un eje con los conservadores populares del norte. Macri, seguramente, lo entiende. Por eso, se debe sentir incómodo -además de por su profesión de ingeniero, analfabeto funcional, pero bue- con este tipo de debates radicalizados por las clases medias altas porteñas, sí que muy progresistas y temerosas de lo que suceda en Jujuy y Catamarca, tierra que desde ya, les importa mucho. Igual que a los columnistas sabihondos y finamente equilibrados.
¿Cómo articular una alianza de estos sectores, potencialmente arrojados a una derecha portuaria, con componentes de progresismo sojero como el de Binner, en un proyecto creíble de poder gobernar la argentina?
Los delirios místicos religiosos de un Pino Solanas se pagaron, en el país real, con no llegar al piso mínimo en las primarias. Es la única fuerza política (bueno, ya no existe, era) que planteaba extremos estúpidos y así les fue. Hoy proveen los intelectuales para el desbande de la Coalición Cínica y el binnerismo, otra ex fuerza política. Los intelectuales para decir esta serie de boludeces de la que difícilmente tengan retorno. Lo cual, por supuesto, no obliga al kirchnerismo a tomar posición, por cuanto, evidentemente, quiere dejar que sean los gobernadores los que enfrenten esta discusión y por otro lado, es más que factible que la alianza entre distintos sectores de la derecha se deshaga por sus propias contradicciones. O no. Habrá que ver. Por ahora, es una discusión inflada, que cuanto más se estire más gana el kirchnerismo. Por que a medida que se radicaliza el discurso opositor quedan más desfigurados los que tiene capacidad de hacer política -Binner, por ejemplo (no es menor que los más personalistas y pavotes de su aliancita hoy cobren más relevancia por que siguen la lógica exacerbada de Clarín. ¿Llegan juntos al año que viene en las elecciones? Lo dudo) o el nuevo radicalismo, el que tiene experiencia, que llega a Bs As a anoticiarse que tiene que bancar discusiones de tarados sobre las provincias que conocen por que gobernaron- pero por cierto, no hay que subestimar el poder religioso de esos discursos, por más que signifiquen la renuncia a gobernar, en sectores que no saben de dónde proviene la riqueza nacional. No hay que subestimarlo, ciertamente. Pero hay que recordar el escenario del 2009: el kirchnerismo se mantuvo en pie, aún derrotado, por sellitos que no resistieron la próxima elección con vida. Eso, considerando el peor escenario, es positivo. ¿Una derecha que no tenga como aliados a las empresas mineras? Puede ser, de última los municipios del norte viven de la coparticipación a la soja que se produce en la pampa húmeda (una medida distributiva de envergadura, a la que esta derecha naif, por cierto, se opuso) y de los aumentos de la injerencia del estado nacional en las políticas sociales tras décadas de neoliberalismo. ¿Pero qué sucedería si el kirchnerismo radicalizara la política fiscal con las mineras? Al otro día, se desarma el conglomerado opositor. Se aísla a los religiosos de los vacilantes y sobre todo, se deja con la brocha colgando al Grupo Clarín y a los partidos sojeros, que rápidamente se pondrán a la defensiva (reaccionan así, sobre todo Binner, cuando hay un amague de distribuir la riqueza, sale a esconderse abajo de la cama y negociar que no le toquen la oligarquía). Pero. ¿Es conveniente ésto, políticamente? Y, quizás, ahora, ya, no. Que sigan, que se entretengan, el tiempo les juega en contra. Pero económicamente, en tiempos de sintonía gruesa en diputados y sintonía fina en la sociedad, quizás, sí. Las dos variables no siempre van juntas, pero es lo que hay. Un escenario de discusión delirante, una guerra abierta de la derecha corporativa, las vacilaciones del kirchnerismo cuando le ponen la agenda, le llenan la cara de temas y se mezcla la biblia con el calefón. Lo de siempre. Nadie cambió mucho sus tácticas, todo sigue más o menos igual que antes de las elecciones. Donde el kirchnerismo les rompió el culo.
A diferencia de las oposiciones religiosas que enfrentan y enfrentaron Correa (Chávez no, por cuestiones singulares que no vienen, ahora, al caso) Evo y Lula, acá no hay un sujeto social que se desgaje de la alianza gobernante, en el norte, sí, quizás, en Palermo, donde hay minerales ya explotados. Y los sectores políticos del norte hoy vacilantes, con justa razón, adherirían de inmediato por su tradición industrialista a una radicalización fiscal con efectos distributivos concretos y palpables. Pero no hay, por ahora ni en este tema, factores étnicos, sí de clase -las minoritarias clases medias norteñas y sus ultraextractivas clases altas, tradicionalmente más reaccionarias que la media, son, obvio, ecologistas religiosos, pero nunca votaron al kirchnerismo ni lo harán- y el debate se complejiza con una radicalización fiscal, pero también y ni que hablar, con mayores controles ambientales (hablemos claro: con mayores costos y por ende menores dineros para el norte. Toda la religión ecológica es auditada por los puertos, qué tanto joder) para oligarquías provinciales conectadas con el puerto, de espíritu extractivista y esclavista, y ni que hablar de contaminar, queridos vineros, areneros, cultivadores, laneros, tabacaleros...¿ahora quieren cambiar de tema, ja?
En fin, todo muy divertido, señores.
http://animalderuta.wordpress.com/2012/02/16/mineria-sobre-san-jorge-famatina-picapiedras-y-neoambientalistas/
ResponderBorrarlos comentaristas finamente gasificados...con cianuro. eso es posible, bazán?
ResponderBorrarel post es bueno, como casi siempre. pero, sin embargo, lo que más aprecio es que me cago de risa.
Un abrazo.