viernes, marzo 23, 2012

Alto Guiso


Un nuevo 24 de marzo, donde se están desmontando los andamiajes del neoliberalismo. Aún queda mucha pobreza, mucha miseria, mucha desigualdad. Y debates calientes sobre cosas que, a mí, la verdad, me importan poco. No me entusiasman. Otros de enorme envergadura, que se resuelven -por cuanto hubo un vuelco en las relaciones de fuerzas- sin mayores conflictos, pero que hubieran formado parte de los imposibles diez años, apenas diez años atrás: el fin de la ley de convertibilidad, el cambio de paradigma del Banco Central (debo, acá detenerme un segundo: me burlé mucho de Marcó Del Pont y su política, hasta antes de ayer, conservadora en la práctica. Hoy, eso cambió. A veces me puede la ansiedad, qué se le va a hacer) y el histórico traspaso, con una contundente votación en el Senado, del subte a la órbita que corresponde. Se me acaba de inundar la cocina pues dejé una canilla abierta, todo muy lindo. Me resulta terapéutico hacer pesto. Me recuerda a una casa, en Paraná, una de las tantas donde viví, tenía, en el fondo, plantas de albahaca. El asunto, clave, es siempre elegir las hojas más pequeñas -son las más tiernitas- y por tanto, no dejar crecer el conjunto de las hojas. Hay muchas variantes de pesto. Pero a mí me gusta con albahaca. Pero no tiene que ser cualquier albahaca, hay algunas mentoladas -bah, qué se yo, a mí me resultan con un leve toque mentolado- que no hacen juego, digamos, con el ajo, por tanto, en ese caso, es mejor reemplazarla por perejil, fresco, claro, y una cosa, que sé generará polémica y otra división en esta argentina dividida, pero al perejil no sólo hay que picarle las hojas -para el pesto, no es extensivo a cualquier cosa- sino también parte, buena parte del tallo. Por su crocancia (calculo que no debe existir la palabra  "crocancia" más no sé, se entiende igual). Y, ay, acá si se pudre todo, no usar, no uso yo, no me gusta, aceite de oliva. Cuando mi abuela era chica el aceite de oliva era algo así como el aceite mezcla, una cosa barata y de baja calidad. El aceite mezcla viene en los bolsones que se reparten a los indigentes, cosa que está mal, por qué no gasta unos mangos más y poner aceite de girasol, camaradas, eh. Queso parmesano, pero no mucho ni picado, sino rallado en hebras largas. A diferencia del perejil o la albahaca que deben ser picadas finitas. Nuez moscada. Yo no tengo rallador para nuez moscada, pero con un cuchillo de los que vienen de a 6 por 20 pesos - ahora hay muchas más marcas nacionales- que son los que cortan, con dientes, no como los cuchillos de plata que son para cortar helado -siempre y cuando sean helados de agua- te las arreglás lo más bien. Doy por sentado que uno debe tener la piedra de la nuez, no comprar un sobrecito, éso es de giles. Ajo, y les cuento: se agarra el diente, se cortan las puntas, luego al medio sobre el caparazón, entonces la piel sale al toque, y luego se saca del medio el pellejo que es lo más ácido. Se corta finito, Y listo, ideal para tallarines secos, para los frescos tienen que ser salsas más consistentes, y tallarines al huevo, secos. Tiempo de preparación: un post. Y el asunto es que picar finito cosas chiquitas, es terapéutico. Y si lo hacés con todo fresco -sino pedite una pizza- y en plena madrugada como ahora, te da energías. Consejo: no mucho queso, sólo para matizar el gusto, yo a veces ni le pongo, más ajo y más albahaca y te levanta y ¿en qué estábamos?
Ah, lo del 24 de marzo. Nada, eso. Una cosa más, la Presidenta estuvo en Chile, si se concreta el acceso al otro océano y Argentina y Chile y viceversa, el impacto político, económico, cultural puede ser una enormidad. Sobre todo por un detalle -atención el papanata de Alfonsín que quería ser "como Chile"- el desarrollo argentino en el sur la antítesis del sur chileno. Nosotros tenemos el sur despoblado, Chile es demasiado de derecha para darle bola a los negritos del sur, ojo, porteños, que si les ponen un puerto que compita puede que, dios los libre, mañana tengan que trabajar en algo productivo. Ojota, puede llegar a ser el fin del mundo. Pero siempre hay solución. Recen, se calzan el caso, demuelen la UBA y se ponen a buscar, en una de esas en el subsuelo descubren megaminería a cielo abierto y zafan, a no ser, claro, que Catamarca por su salida al nuevo puerto se desarrolle tanto que se vuelva ecologista y hagan marchas y aparezcan modelos y actores llorando por las focas y los osos pandas de Palermo, qué feo, che, qué feo sería. Odio la distribución de la riqueza.
Hablando en serio: alguno podría reconocerme, de los tantos que me decían que estaba loco, que vengo rompiendo las pelotas desde hace muuuuchos años con lo del subte. Se concretó, se hizo. Un paso hacia la equidad. Muchas gracias, buenas noches. Los quiero a todos, pajeros.


5 comentarios:

  1. che lucas, todo bien te leo a menudo y casi que te estaba por invitar a mi restaurante. no podes decir q no te gusta el aceite de oliva, no podes. el aceite de oliva es el corazon de la cocina. lo siento por la ignorancia o el presupuesto de tu abuela pero ese pesto q te enseño a preparar le falto el apreciado oro verde(grenspppeeessse) y las nueces lucas(tan pobre eras, o te sentias). las recetas como la historia hay q contarlas con la unica verdad como dijo anoche cristina. las recetas deberian ser autenticas para q persistan y lo modifiquen todo. ah proba segui probando el aceite de oliva, ponele un mango mas a tu presupuesto, es como el vinito, nada es lo mismo. un abrazo y si persistís me siguen dando ganas de invitarte.

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  2. Sòlo comento algo porque es muy importante: la albahaca adquiere gusto mentolado cuando le salen flores. Lo que hay que hacer es, en cuanto uno ve que se empiezan a formar, arrancarlas, y así se mantiene a salvo y la misma plantita te rinde para el pesto todo el verano.

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  3. la nuez moscada en el pesto es iconoclasta.

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  4. Estaba jodiendo con lo de la nuez moscada.

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  5. Que jodida tu noción del pesto. Te la remo erdosain solo por lo apasionado del relato.
    Te invito un día a hacer pesto, y te cuento porqué lo más importante es guardarlo.

    Saludos!

    Juan C.

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