domingo, marzo 25, 2012

Oh, la incomprensión, qué gran cosa, qué gran cosa!


El mundo de los adolescentes es un mundo que se parece a cuando fui, cuando fuimos, adolescentes. No es tan complicado. Lo que pasa es que la madurez -el modo en que se cierran las heridas- es el resultado de muchos olvidos, de cirugías torpes, de amasarse.
El secreto reside en tener detractores. Y en nunca ingresar -por ahora- al mundo serio. Al mundo, por ejemplo, de los comunicadores sociales, esos viejos avinagrados que dicen cosas dramáticas. Como yo, por ejemplo, para no ir tan lejos, si mido 1,60 y con esta panza mucho no puedo correr. Cuando era adolescente estaba en mejor forma: había que correr de la policía. La policía no cambió mucho, el que cambió, fui yo.

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